Visitantes en la gruta La Paz de las cuevas de Ortigosa durante el pasado jueves Justo Rodríguez
Ortigosa de Cameros

La singularidad de un paseo guiado bajo tierra

Las grutas La Paz y La Viña reciben unos 1.100 visitantes en apenas cinco días

Diego Marín A.

Logroño

Martes, 11 de abril 2023, 09:00

Uno de los atractivos turísticos más singulares de La Rioja son las cuevas de Ortigosa, las únicas acondicionadas y visitables por el público en la región. Aunque sólo hay dos grutas, La Paz y La Viña, habilitadas para las visitas guiadas, realmente el término ... municipal de Ortigosa cuenta con una decena de cuevas de interés espeleológico. Cada Semana Santa, una de las épocas fuertes de este recurso turístico camerano por la concentración de los días vacacionales, acuden a visitar las cuevas unas 1.100 personas.

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«Las grutas La Paz y La Viña son el gran recurso turístico de Ortigosa y de Cameros, ya que cada año las visitan 12.000 personas, que disfrutan de sus formaciones geológicas únicas», explica el alcalde, Víctor Martínez. Aunque es, sin duda, el mayor atractivo del pueblo, los centenarios puentes de hierro y hormigón son otros enclaves de interés, más cuando el segundo se encuentra en plena rehabilitación, cubierto de andamios sostenidos sobre el viaducto que salva el barranco del río Albercos.

«En un fin de semana normal acuden, sobre todo, vascos y navarros, además de aragoneses y sorianos, que están cerquita. Pero en épocas como esta vienen más catalanes, valencianos y algún andaluz», explica Sara San Pedro, guía de las cuevas de Ortigosa. En general, el turismo que reciben es familiar, y también acude mucho riojano que no ha visto todavía las cuevas o vuelve a hacerlo con sus hijos u otros familiares. «La mayoría de los que vienen son familias o grupos de amigos, como una reserva que nos han hecho 33 personas que se alojaban en una casa rural de El Rasillo», señala Sara.

Aunque durante todo el año las cuevas reciben visitas, sobre todo los fines de semana, y también grupos escolares en días laborables, en puentes y épocas festivas los turistas aumentan. «En Semana Santa tiene vacaciones todo el mundo, así que hay más gente que en verano, que está más repartido. Y si, encima, hace buen tiempo como ha hecho, más», asegura Sara San Pedro. El pasado sábado las cuevas llegaron a acoger 253 visitas a lo largo de los diez pases programados.

Las cuevas de Ortigosa se encuentran en el monte El Encinedo. Cuenta el guía Jorge Martínez que, aunque en principio, millones de años atrás, aquello era roca compacta, un terremoto la resquebrajó y la filtración del agua propició la formación de las estalactitas y estalagmitas que hacen tan espectaculares las grutas, por donde se introducen hasta las raíces de los árboles. Sobre este monte existía una cantera de la que a mediados del siglo XX se extraía la piedra para construir la presa del embalse González Lacasa y las explosiones provocaron daños irreparables en algunas cuevas. Aunque ya se conocían algunas grutas, como La Viña y El Tejón, estudiadas en 1866 por el espeleólogo francés Louis Lartet y el doctor Ildefonso Zubía por su interés prehistórico, fueron tres jóvenes ortigosanos (Enrique Sáez, Ignacio Martínez y Rafael Fernández) quienes descubrieron la más larga, La Paz, de 236 metros, en 1964.

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Alicia Barrios vino de Soria el pasado jueves a pasar el día por Cameros y el Alto Najerilla. «Mi marido pasó por aquí con la moto y como había venido de pequeño, con el colegio, hace 50 años, y no lo había vuelto a ver, dijimos... ¡vamos!», explica Alicia, quien ha acudido con su familia. Carmen Lázaro y Álvaro Berastegui han viajado desde Pamplona con unos amigos. «Nos han hablado muy bien de ellas. En Navarra hemos visitado otras cuevas, pero estas, por la longitud, parecen especiales», expone Álvaro. «Está todo tan cerca que te integras en la propia cueva. Me ha parecido muy diferente e interesante», aporta José Ramón Aranguren, de Pamplona. Guillermo Gutiérrez, burgalés residente en Logroño, ha visitado las cuevas en familia. «Queríamos acudir a algún sitio cercano y nos ha parecido una idea estupenda para poder venir con los niños. Nos han impresionado, son espectaculares. Es un sitio muy recomendable», afirma Guillermo.

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