«El sindicato debe adaptarse a los nuevos intereses de la sociedad»

– Tras diez años, ¿qué balance realiza de esta década?

– Positivo. Nosotros salimos en un momento muy complicado en Comisiones Obreras. Fue una época muy complicada porque había que ordenar la organización, y luego lograr confianza en el proyecto, construir un equipo. Mi compromiso era reconstruir la organización y creo que lo he hecho. Nosotros somos un reflejo de la sociedad, que ha cambiado mucho en estos años, y el sindicato ha sido capaz de adaptarse, de pasar las crisis y de crecerse ante ellas. Por eso, el balance es muy positivo y el dato más verificable es que la gente sigue confiando en CC OO porque tenemos récord de afiliación: nunca habíamos tenido tantos afiliados y lo que más ilusión me hace es que más de la mitad son mujeres.

– ¿Está superado, pues, aquel periodo convulso?

– Esa etapa un poco complicada que todas las organizaciones tarde o temprano pasan nosotros la hemos superado bien. Somos una organización muy plural, siempre hay diferencias y todos los días discutimos las cosas, pero lo hacemos desde la colaboración y el compromiso.

– ¿Qué retos o desafíos le han resultado más difíciles?

– La adaptación del sindicato a la sociedad. Cuando empezamos hace años, desde las redes sociales hasta la relación de las personas no eran lo que son hoy. El modelo productivo ha ido transformándose y tenemos que ofrecer un sindicato capaz de defender, de adaptarse a los nuevos intereses de la sociedad. El momento más duro sin duda fue la pandemia: nadie se lo esperaba y no estábamos preparados, pero fue una satisfacción ver cómo el sindicato fue capaz en unos días de ponerse a la altura de las circunstancias, no cerrar el sindicato en ningún momento y tener a todo el activo sindical a disposición de la gente trabajadora. Creo que fue lo más potente que hemos hecho.

– ¿Se le queda a Jorge Ruano algo en el tintero, en el 'debe'?

– La verdad es que no. Cada etapa tiene sus retos y en este momento queremos afrontar la importancia que tiene el empleo para las personas vulnerables. Y también la salud laboral, sobre la que acabamos de firmar una estrategia para frenar de una vez por todas la siniestralidad en nuestra región, que es una auténtica lacra: que ir a trabajar te cueste la vida o la salud no es normal.

Otro reto lo marca la sociedad de los cuidados: es necesaria una estrategia completa de los cuidados. Una sociedad como la nuestra debe ser capaz de ofrecer medidas para proteger a las personas a lo largo de toda su vida: vamos hacia una sociedad envejecida que requiere unos cuidados específicos. Y las personas sitúan sus prioridades en puntos distintos: hace diez años la gente valoraba mucho más, por ejemplo, el salario, por encima de todo. Ahora ha habido un cambio de roles y estamos trabajando en la conciliación de la vida familiar y laboral y en la salud como bienestar.

– ¿Supone la transformación digital una oportunidad?

– Estamos implicados en los nuevos derechos que se generan con la digitalización, con la conciliación, la desconexión digital, la protección a las personas... A los nuevos perfiles tan demandados se sumará el desafío del cambio climático y la sostenibilidad. Ahí hay sectores muy maduros que tienen que dar un salto en el perfil de profesionales, de las estructuras, de la manera de producir... y el sindicato tiene que estar a la altura para contribuir en que esa transición sea lo más justa posible.

– Con ese cambio de modelo productivo, ¿percibe una mayor desmovilización sindical?

– Nosotros somos un reflejo de la sociedad y esta ha cambiado, también en la manera de expresar el descontento. Quizás el de las nuevas generaciones no se canaliza exclusivamente a través de una organización sindical como podía ser en los años posteriores a la Transición pero seguimos creciendo. De hecho, crece nuestra representación en los centros de trabajo, donde los trabajadores votan al compañero o la compañera que se va a encargar de echarles una mano, de estar ahí y de hacer de interlocutor con la empresa. ¿Que no hay miles de personas en las calles manifestándose? Es cierto, las personas de estas generaciones tienen otras maneras de protestar y de ejercer su disconformidad y hay gente que cree que salir a la calle a una manifestación es cosa del pasado. Otros defendemos que también hay que tomar las calles de vez en cuando; cuando es necesario se hace y yo creo que con cierta contundencia, pero es verdad que la sociedad ha cambiado y tiene otra manera de expresarse.

– Rodrigo Alfaro tomará previsiblemente su relevo, ¿qué espera de su gestión?

– La organización está por encima de las personas. Estas influyen mucho, pero no es lo que un secretario general de Comisiones quiere, sino el proyecto que construimos. Ya hace meses que planteamos nuestras prioridades de los próximos cuatro años y dónde debemos incidir, cuáles son los retos a los que nos enfrentamos y en eso hemos coincidido todas las organizaciones. Yo solo puedo agradecerle el compromiso durante muchísimos años con esta casa.

– ¿Qué consejo le daría a su sucesor para el futuro? O mejor dicho, ¿qué consejo hubiera usted agradecido hace diez años?

– No sabría decirte, uno va aprendiendo de los errores día a día. Rodrigo es una persona de la organización, la conoce bien y lleva años al frente de una de nuestras grandes organizaciones, Industria, y como pertenece a otra generación, tiene otra manera de ver las cosas, no tiene tanta mochila de la parte sindical más clásica.

– Deja en otras manos la organización, y a usted ¿le veremos en Madrid?

– Cuando tomé la decisión me puse a disposición de la organización. Sí que tengo un proyecto personal y profesional que se concretará después del Congreso Confederal de junio y que me hace especial ilusión.