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Si algo ha quedado más que meridianamente claro para los consumidores españoles en los últimos años es que el sistema eléctrico no funciona. No en lo técnico, toquemos madera, sino en su capacidad para fijar unos precios acordes al mercado. Un sistema lógico sería ... aquél que hiciera subir los precios cuando la demanda y la oferta se lo dictaran, pero es evidente que no es eso lo que ha pasado en España en los últimos años. Y lo que está volviendo a pasar. Porque, sí, hay sequía, pero ese fenómeno y la consiguiente disminución de la energía hidroeléctrica no bastan para explicar subidones de hasta el 10% en el precio que hemos vivido a principios de diciembre.
Y no es sólo eso. Porque los números cantan mucho y mal: entre enero y noviembre las familias españolas han abonado, como media, 74 euros más que en el mismo período del 2016. Y esa comparación acabará cerrando el año muy cerca del 10% más.
La sequía es importante en este campo, claro, pero no tanto: teniendo en cuenta que ahora mismo la hidroeléctrica supone el 10% de la generación en España, la subida no debería ser tan grande, afirman los expertos.
Cada vez más dedos señalan al sistema marginalista que rige la fijación de precios en España. Básicamente, ese sistema dicta que la luz acabe siendo pagada casi siempre al precio marcado por el generador más caro. Es decir, que se paga la luz generada por hidroeléctrica o nuclear, de costes más bajos, al mismo precio que la gasista, de coste más caro. Se aseguran así los sacrosantos costes del sistema eléctrico, productores de aquella pesadilla llamada «déficit de tarifa» pero la consecuencia es que el precio sube y sube sin que haya relación con el consumo ni con la demanda.
Las cosas están así, y van a estar peor: se advierte de que muy probablemente en los primeros meses de 2018 al menos sigamos asistiendo a nuevas subidas, y seguirá siendo así por siempre jamás hasta que un gobierno se atreva a buscar una regulación distinta o hasta que se dé entrada definitivamente a las renovables, sobre todo a la fotovoltaica, sin los líos regulatorios que la han envuelto en los últimos años.
Ante este panorama, el Gobierno mantiene desde hace cuatro años congelada la parte «fija» del recibo, pero eso no está ayudando demasiado: España sigue entre los países con la electricidad más cara sin tener en cuenta los impuestos.
A esta situación no hay muchas recomendaciones de consumo que valgan. La factura seguirá subiendo, porque además las posibilidades de ahorro en esta época son escasas. Desde la OCU sí dan un par de consejos más generales que tienen que ver con el modo de tarificación que uno tiene contratado.
Así, dicen, «si tienes tarifa PVPC, revisa lo que pagas y valora la posibilidad de contratar una buena tarifa fija, especialmente si usas la electricidad como sistema de calefacción». Porque la calefacción tiende a concentrar el consumo en épocas «caras», como ésta mismamente. Así, dice la OCU, si se contrata una tarifa fija «quizá no te beneficies de puntuales bajadas, pero a la larga puede salirte rentable».
Si el consumidor ya está en el mercado libre, la OCU sugiera que lo de siempre: comparar tarifas y ofertas «y cerciórate de en qué se basan para hacer las revisiones».
Otra herramienta útil son las compras colectivas. La organización asegura que en la última que han llevado a cabo se han conseguido ahorros de hasta 130 euros anuales.
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