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Cumpliendo el anhelo suyo y el que tenía su padre para ella, la alfareña Lidia Miranda Bayona publica 'Valentina, el milagro de la voz', incluida en la colección Días de Perros de la riojana Ediciones del 4 de Agosto.
– Escribir le viene de ser ... buena lectora.
– Ya escribía de pequeña, cuentos de niñas malas y traviesas que vivían una experiencia y se hacían buenas. Los leía siempre a mi familia en navidades. Volví a escribir cuando tuve a mis hijos, cuando ya me faltaba mi padre: una especie de diario sobre lo que sentía cada día siendo madre para contárselo a mi padre. Después escribí un par de cuentos para mis hijos y otro escrito entre los tres, 'Pepe y Pepa, un matrimonio feliz'.
– Cuando se pone a escribir este proyecto, ¿sabe que va a ser una novela?
– Sabía que iba a ser algo, porque lo llevaba dentro. Como no le tengo, buscaba plasmar todo lo que me ha enseñado mi padre. Mi padre me decía que, si no hubiera caído enfermo, me habría ayudado para estudiar y hacerme escritora. Así lo hago por él, que fue el primero en creer en mí, y por mí. Yo quería tener un corrito de campo para estar tranquila, leyendo, con la música. Al comenzar a limpiarlo, empecé a imaginar cómo hacía él para llevar su negocio de sastrería y el campo, donde nos reuníamos todos felices en la piscina, siempre pensando en los demás para que estuviéramos cómodos. La novela nace de esos recuerdos, pero imagino tramas para que ocurran diversas situaciones.
– ¿Qué cuenta la novela?
– Es la historia de Valentina a lo largo de tres décadas, que comienza con sus recuerdos, va creciendo, se establece y tiene una experiencia que le hace ver las cosas de otra manera para retomar su vida. La novela deja la puerta abierta para que, si lo que me ronda por dentro se ordena, haya una segunda parte. No es autobiográfico, pero es la vida que me hubiera gustado tener si yo hubiera sido Valentina. Eso sí, refleja todo lo que me gusta: los animales, la naturaleza, la música... Me gusta la escritura que cuenta cosas, que entremezcla generaciones y, además, hablar de mi pueblo.
– Inicialmente no quería publicarla. ¿Qué siente ahora?
– Mucha satisfacción y orgullo. Me siento realizada. Quería que mi familia, que ha vivido en ese huerto, lo tuviera. A partir de ahí, me siento realizada al verla en la estantería. La vendo yo porque, como no busco fama, me he dado el privilegio de venderlo yo para saber quién lo tiene. Además, he incluido en el libro poesías de mi padre, que también escribía, y de mi hija.
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