¿Sí o no?

La reacción riojana ha sido, como pueden ustedes imaginarse, contundente e incluso feroz. Nuestros diputados socialistas en el Congreso, Juan Cuatrecasas y Raquel Pedraja, reconocían heroicamente que ellos estaban para lo que les mandasen, aunque puntualizaban que, como todavía no había levantado su portavoz el dedito, no tenían claro a qué botón había que darle. La presidenta de La Rioja, Concha Andreu, también reaccionó con intrepidez y resolvió convocar en La Grajera una cumbre urgente pero dentro de seis o siete días, apenas unas horas antes de la votación parlamentaria. Lean la lista de los convocados por si acaso están ustedes incluidos: «El Consejo Regulador y sus asociaciones sectoriales, todos los grupos parlamentarios de La Rioja, todos los senadores y diputados riojanos, sindicatos, asociaciones agrarias, FER y Cámara de Comercio, universidad y medios de comunicación». Uno echa de menos al cabildo de la catedral de Calahorra, a la Agrupación Deportiva Yagüe e incluso a la asociación de amas de casa de Tormantos, que seguramente aportarían valiosos puntos de vista, pero quizá ya no hubiéramos cabido todos en La Grajera.

Estas reuniones urbi et orbe quedan muy bien y resultan fotogénicas, pero en última instancia son irrelevantes. El PNV presentó hace un año una proposición de ley en el Congreso, la Mesa acaba de validarla y en el pleno del próximo martes se vota. Justo cuando el Gobierno de Sánchez intenta amarrar los presupuestos del año 2022, con el peligro que eso tiene. Como el PP ya anunciado que está en contra y es previsible que Ciudadanos y Vox tampoco la apoyen, la aritmética parlamentaria es tozuda: solo saldrá adelante si el PSOE vota a favor.

Eso es lo único que, a día de hoy, nos interesa saber. Lo demás, como diría Greta, solo es blablablá.