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Las cofrades María del Ángel,Ana, Raquel, Maitane y Celiapreparadas para la Semana Santa. JUSTO RODRÍGUEZ
La Semana Santa resucita en Logroño

La Semana Santa resucita en Logroño

Cinco cofrades logroñesas describen cómo han vivido estos dos largos y duros años de parón por la pandemia y cómo afrontan, con más ganas e ilusión que nunca, la vuelta a las calles de las procesiones

Domingo, 10 de abril 2022, 02:00

Allá por marzo de 2020, las cofradías logroñesas ultimaban sus preparativos sin ni siquiera imaginarse que, a tan solo unos días de la Semana Santa, una pandemia truncaría sus planes. Desde entonces, las bandas dejaron de ensayar y los cofrades tuvieron que reinventarse vía 'on line' y WhatsApp. Hasta hace unos meses. La espera ha sido dura y, aunque por el camino ha habido altas y bajas, las ganas e ilusión por volver a las calles han provocado que el valor de esta Semana Santa sea más especial. Ahora solo queda mirar al cielo y que la climatología no estropee las procesiones en las que María del Ángel Quintana, Maitane González, Celia Álvarez, Ana Hierro y Raquel Trevijano desfilarán, como otros tantos cofrades, durante estos días tan especiales.

María del Ángel Quintana

«Como cofrade no concibes una Semana Santa sin nervios»

A María del Ángel Quintana no hay capirote o medallón que se le resista. Tras casi toda una vida formando parte de la Cofradía de la Flagelación, a la que llegó por casualidad hace ya 32 años, cuenta los escasos días que le quedan para «salir a la calle y representar lo que somos». Porque, tras dos años «desesperantes» de parón por la pandemia en los que solo pudieron realizar actos 'on line', la única hermana mayor de las cofradías de Logroño afronta esta Semana Santa «con la mismísima ilusión o más de las anteriores. Este año es muy especial, hay gente que lo ha pasado muy mal por la pandemia, primero por lo que supuso, pero también porque como cofrade no concibes una Semana Santa sin nervios, es una sensación extraña, que no te corresponde, y ver que ahora volvemos a la normalidad... Es un sentimiento que no soy capaz de expresar», reconoce.

Su responsabilidad en estos días es tal que apenas pasa por casa. «Es una semana muy especial, de mucha implicación en la cofradía. Tengo que ir, volver, estar pendiente de muchas cosas... es un sinvivir. Lo vivo con muchos nervios, sobre todo hasta que sacamos el paso. La sensación es que si estás en la cofradía quieres estar en casa, y si estás en casa sientes la necesidad de regresar». Quintana, que «jamás» se ha ido en Semana Santa de vacaciones, ya tiene todo preparado para el martes. «Está todo perfectamente organizado, lavado y planchado, de hecho ya tengo los hábitos colgados en las lámparas de casa. Que todo esté en orden forma parte de la Semana Santa y ya huele a ella». Ahora tan solo queda mirar al cielo para ver qué pasa este martes, «cuando por fin saquemos el paso a la calle».

Maitane González

«Su valor se ha triplicado, no sabes si habrá otro parón»

A Maitane González la pasión por la Semana Santa logroñesa le vino un poco de casualidad. Fue su pareja quien le animó hace apenas cinco años a vivir la experiencia desde dentro de la Cofradía del Santo Sepulcro. Fue entonces cuando su vida dio un vuelco. En 2017 decidió hacerse cofrade y acompañar todas las procesiones de penitencia mediante los claveles o estandartes. Pero fue irrumpir la pandemia y tener que dejarlo todo a un lado. «Estos dos años los he vivido como una penitencia diferente, porque ha sido un quiero y no puedo, sin poder sacar el paso, y este parón se ha notado». De ahí que la vuelta de esta Semana Santa sea más especial. «Su valor se ha triplicado, porque no sabes si después del COVID habrá otro parón que nos impida volver a la calle, así que saldré con más ganas que nunca por lo que pueda pasar», asegura. Ahora tan solo falta desempolvar el hábito para procesionar el viernes. «Estoy ansiosa y nerviosa. No sé si el tiempo va a acompañar, pero afrontaré la vuelta con muchas ganas, va a ser muy especial».

Celia Álvarez

«Es una relación que mantienes durante todo el año»

Con tan solo nueve años, Celia Álvarez decidió entrar en la banda de la Cofradía de Descendimiento de Cristo para tocar el tambor, animada por una amiga. Por aquel entonces desconocía que la trascendencia de este instrumento iba más allá de su melodía. «Era muy pequeña, veía a los cofrades tocando el tambor y no entendía nada más allá de tocarlo yo también. Ahora que lo vivo desde dentro sé que su importancia es enorme porque acompañamos al paso y bailamos al compás», explica.

Una sincronización que, sin embargo, ensayan durante todo el año para que no se produzca ni el más mínimo error. «Solemos empezar los ensayos después de Pilares, pero este año, por la incertidumbre de la pandemia, hemos comenzado en enero. Ahora tan solo nos quedan unos días para salir en procesión y las ganas son inmensas, porque en 2019 nos llovió y luego vino la pandemia... No pudimos salir, así que las ganas de volver son impresionantes, solo falta que no llueva», reconoce. Su ilusión va más allá de procesionar este jueves. «Es probable que nos emocionemos al meter el paso en la iglesia y que el público no lo entienda, pero es el momento más especial. Para nosotros es como una recompensa, un sentimiento muy difícil de explicar. Salir en procesión es una relación que mantenemos durante todo el año, y no solo en estos días de Semana Santa, por lo que su importancia va más allá», expresa Álvarez.

Ana Hierro

«La sensación de procesionar es como estar enamorada»

Ana Hierro forma parte de la Cofradía de la Santa Cruz desde que nació ya que sus padres fueron fundadores de la hermandad. Desde entonces, su «gusanillo» ha ido más allá de estar a pie de calle, ya que además de ser portadora de la Virgen del Rosario, también formó parte de la banda y, en la actualidad, es la secretaria de la junta de gobierno. De ahí que la vuelta de esta Semana Santa la afronte «con más ganas que nunca». «Estos años de parón han sido muy difíciles, el cuerpo se desacostumbró y tuvimos que hacer muchas llamadas para congregar a los cofrades. Parece que hay que tirar más de ellos, pero las sensaciones son buenas», reconoce.

Unos inconvenientes que, sin embargo, tendrán un fuerte valor emocional. «En estos dos años hemos perdido a personas importantes de nuestras vidas y de la cofradía, un camino de penitencia que tendrá su significado en esta Semana Santa». Y es que, para esta joven logroñesa, procesionar, «aunque no se puede explicar con palabras, es como estar enamorado: se te acelera el corazón, se te cierra el estómago y te dan escalofríos... De todos los momentos, el más especial llega cuando suenan los tambores y trompetas, se me pone la piel de gallina al escucharlos». Ya no queda nada para que pueda revivir esta sensación.

Raquel Trevijano

«Siempre es una fecha importante, pero este año más»

La devoción familiar fue lo que le llevó a Raquel Trevijano a formar parte de la banda de Descendimiento de Cristo cuando tenía seis años. Para ella era importante seguir la tradición de su padre y abuelo y vivir la Semana Santa desde la misma cofradía que ellos. Desde entonces, ensaya todos los años para acompañar a su paso. Un acompañamiento que, para Trevijano, tiene un gran valor sentimental. «Para mí es un gran orgullo poder crear una conexión entre los portadores y los miembros de la banda a través de la música», asegura. Ahora, después de dos años de parón, «que fueron especialmente tristes y nos causaron una gran decepción», vuelve a coger su hábito y su tambor «con muchas ganas e ilusión». «Fue duro no poder salir, así que este año la Semana Santa va a ser mucho más especial. Siempre es una fecha importante, pero este año lo es todavía más».

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