Seis casos de asesinato siguen a la espera de juicio

El más antiguo se remonta al 10 de agosto de 1978. En la segunda planta del número 39 de Pérez Galdós aparecieron los cadáveres de un matrimonio con evidentes signos de violencia. Él era Benito Fernández González (exguardia civil) y ella, Juana. La mujer murió primero; después le cortaron el cuello a Benito. 44 años después, nadie sabe quién acabó con sus vidas.

El 28 de mayo de 2008, los trabajadores del Ecoparque de Logroño hallaron los restos de un hombre que había sido descuartizado. El cuerpo era de Jean Miafeu, un joven camerunés que habría sido asesinado en Calahorra, donde residía. Las pesquisas posteriores dieron con el autor del crimen, un ruso de 37 años, domiciliado en Arnedo, y que se encuentra huido desde entonces.

Diez años después del hallazgo, en las mismas instalaciones, apareció el cuerpo sin vida de un joven de origen rumano de 34 años. Fue encontrado entre los restos orgánicos que acababa de depositar un camión de basuras que recorre el barrio de La Estrella. Las primeras hipótesis apuntaban a que había sido recogido en un contenedor de la calle Valderuga.

El asesinato de Venancio Bastida, en Haro, es otro de esos casos que permanece en el limbo de sucesos que no encuentran respuesta. El 25 de abril de 2010 había quedado con un amigo para acudir a la feria del Ganado de Rincón de Soto, pero no acudió a la cita. Su ausencia despertó todas las alarmas y poco después los peores presagios se confirmaron. El hombre, jubilado de 67 años, aparecía muerto en su casa. Nunca se supo quién está detrás.

En la tarde del 18 de febrero de 2020, los familiares de Pedro José Sáez, de 75 años, profesor jubilado del instituto D'Elhúyar, acudieron a su domicilio alarmados porque no respondía a las llamadas. Lo encontraron muerto, con signos de haber sufrido una extrema violencia. El caso se cerró, al menos desde el punto de vista policial, dos años después, con la detención en Italia del sospechoso, un hombre de 33 años y nacionalidad marroquí. Según las pesquisas, el móvil del crimen fue económico. Al parecer, la pareja del sospechoso le había estafado 60.000 euros mientras mantenía una relación «simulada» con él. Al darse cuenta, la denunció en el juzgado. El sospechoso habría acudido aquella mañana al piso de Pedro José para exigirle que abandonara el proceso judicial. Al negarse a hacerlo, el reo le propinó presuntamente numerosos golpes.Luego huyó a Italia.

De la muerte de María Mercedes, acaecida en octubre de 2020, solo se supo dos años después y de la manera más extraña. De pronto, en las estadísticas del Ministerio de Igualdad apareció ese caso como violencia machista. Incluso se realizó una concentración de protesta en Logroño con todas las autoridades..., mientras su marido seguía libre. Fue él quien dio aviso a la Policía, que primero investigó lo sucedido como un suicidio. Más tarde, al ver que tenía cuchilladas en el cuello, se derivó al juzgado de violencia contra la mujer. El marido fue detenido, pero puesto en libertad poco después. El caso originó una tormenta institucional porque el Ministerio lo consideraba como un asesinato machista mientras que para la Adminstración de Justicia aquella era una presunción precipitada. Se llegó a sospechar de la autoría de Almeida, hipótesis finalmente descartada.

Si todos los asesinatos son execrables, algunos reúnen ingredientes que los hacen particulamente enojosos y que muestran descarnadas heridas sociales. Así sucedió con el caso de Isam Haddour, 34 años, afincado en Oyón, de origen marroquí, que se ganaba la vida repartiendo hamburguesas del Burger King. Era, según sus vecinos, un chaval amable y sonriente, pacífico, trabajador. El 6 de abril de 2021, cuando regresaba a su casa por el parque del Ebro, a la altura de la calle Intendencia un grupito de chavales lo acorraló. Le robaron la bici y lo mataron a golpes. Sus presuntos agresores, según la Policía, fueron seis personas de nacionalidad española y colombiana. Cuatro adultos y dos menores, con edades comprendidas entre los 14 y los 25 años. A Isam Haddour lo dejaron tirado, agonizando. Cuando lo encontraron, por la mañana, todavía estaba vivo. Murió horas más tarde, en el hospital.

Javier Ovejas tenía 31 años. Era natural de Cornago, aunque llevaba algunos meses residiendo en Entrena. A las 22 horas del 29 de julio de 2021 salió de su casa. Nunca más volvió.

Una semana después detuvieron a un hombre, vecino de la misma localidad, que, tras declarar ante el juez, fue enviado a prisión provisional sin fianza.

Las batidas que se realizaron para encontrar el cuerpo de Ovejas, y que se realizaron por el entorno de Moncalvillo y del bajo Iregua, no dieron resultado. La instrucción del caso se cerró en septiembre de 2022. El detenido, con antecedentes penales, está en espera de juicio, acusado de homicidio, aunque no se ha podido determinar qué sucedió con el cadáver. El día en que desapareció, la novia de Ovejas encontró su coche, con el perro en su interior, frente a la casa del presunto autor del crimen.

El 11 de agosto de 2022, en Hoyo Mingo, un paraje montañoso de Viniegra de Arriba, un agente forestal alertó a la Guardia Civil de que había visto a dos personas que se habían aproximado al borde de una profunda sima al volante de una furgoneta y que habían arrojado un cuerpo al vacío. Después de horas de trabajo, agentes del Equipo de Rescate y Montaña (EREIM) del Instituto Armado localizaron a 40 metros de profundidad el cadáver de un hombre con la huella de varios golpes y de un disparo en la cabeza.

Esta misma tarde, la Guardia Civil detenía a dos individuos, de 39 y 45 años, ambos con nacionalidad española, como presuntos autores de homicidio de Djafer Bechkat, argelino de 45 años. Según la investigación, la causa del crimen pudo ser la deuda de unos 13.000 euros que los supuestos homicidas habían contraído con la víctima.

Un empresario ganadero de La Rioja Baja apareció muerto en una balsa de riego de Alfaro el 7 de septiembre de 2018. La víctima, de 42 años, que poseía granjas en varios municipios de La Rioja Baja, era natural de Aldeanueva de Ebro, donde tenía dos instalaciones, y residía en Calahorra. Su cadáver fue encontrado atado de pies y manos y con signos de haber sido golpeado con extrema violencia. Antes de dar con el cuerpo sin vida del empresario fallecido, los agentes encargados de la investigación habían encontrado su vehículo con la documentación y el teléfono móvil.Poco más de un año después, la Guardia Civil identificó a los tres posibles autores materiales del crimen y a cuatro colaboradores, entre ellos un trabajador de la víctima con un extenso currículum delictivo. Según la investigación, el móvil pudo ser económico. Los acusados supuestamente lo mataron para robarle el dinero percibido tras una venta de ganado.