Íñigo Rubio, el pasado viernes, en Logroño. MIGUEL HERREROS

«Las sectas han aprovechado la pandemia a su favor y están proliferando»

Íñigo Rubio | Asociación Iberoamericana para la Investigación del Abuso Psicológico ·

Rubio alerta sobre las creencias seudocientíficas y pide más formación para que los profesionales de salud mental sepan «cómo ayudar» a las víctimas

Domingo, 6 de marzo 2022, 01:00

Toda la información posible a los ciudadanos y una mayor formación de los profesionales de la salud mental. Estas son las claves que señala el psiquiatra especialista en maltrato psicológico Íñigo Rubio para combatir las sectas, movimientos que «han aprovechado la pandemia del coronavirus» para ... crecer. Rubio, que es presidente de la Asociación Iberoamericana para la Investigación del Abuso Psicológico (AIIAP), participó el viernes en el VII Encuentro Nacional sobre Sectas, celebrado hasta ayer en Logroño.

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– ¿Qué es una secta?

– Normalmente nos imaginamos a unas personas que van con túnicas, que viven en algún lugar apartado y que hacen unos ritos extraños. Pero lo cierto es que las sectas están muy metidas en la sociedad y, quizás más que hablar de sectas, podemos hablar de grupos sectarios o con comportamientos sectarios, que pueden estar tanto en el ámbito religioso, como en el político, en el de las empresas, en el de las terapias o psicoterapias y en el del crecimiento personal. Si tuviéramos que intentar definir secta en pocas palabras sería un grupo de personas, dentro del cual se ejerce algún tipo de violencia psicológica a sus miembros a través de la obediencia, la sumisión y el control de sus vidas.

– ¿Por qué en pleno siglo XXI sigue habiendo gente atrapada?

– Por un lado, porque no es un tema al que se le preste suficiente atención ni desde la salud mental ni desde las leyes ni desde otros ámbitos de la sociedad. Y, por otro, porque las sectas son muy camaleónicas, suelen pasar muy desapercibidas y es muy difícil identificarlas. Además en una sociedad muy secularizada, en la que los valores religiosos están sumamente en retirada, la gente con necesidades espirituales recurre a movimientos esotéricos que vienen a suplir a los sistemas religiosos tradicionales.

– ¿Qué herramientas tenemos para evitar caer en ellas?

– Una, estos encuentros nacionales como el que se ha celebrado en Logroño, porque son una ocasión para informar de este tema y de su importancia. Y la segunda supongo que sería que esta problemática se pueda conocer más desde el ámbito de la salud mental, que ahora está tan en boga.

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«Somos una sociedad secularizada y solitaria, y muchos se refugian en las sectas donde se sienten protegidos, entendidos y acompañados»

CAPTACIÓN

«Debe mantener el vínculo afectivo para que quien esté preparado para salir tenga un lugar al que regresar»

FAMILIA

– ¿Los psicólogos y los psiquiatras detectan los casos de alienación por secta?

– No es fácil. A diferencia de la ansiedad, la depresión, de los trastornos mentales graves o de los de conducta alimentaria, el problema de los abusos psicológicos ocasionados en contextos grupales no ha sido tratado por la Psiquiatría y la Psicología, así que los residentes tienen muy poca formación acerca de estos problemas tanto en la carrera como en los hospitales en los que se forman. Muchos psiquiatras y psicólogos pueden atender a estas personas sin saber muy bien cómo ayudarlas.

– Por tanto, una de las claves es que los especialistas estén formados para apoyar a la gente y liberarla.

– Desde luego. Y la otra que ustedes, los medios de comunicación, aborden estas cuestiones. Por ejemplo, ahora que hay muchos debates en torno a la seudoterapia sería muy interesante, y se está empezando a hacer desde el Gobierno, intentar delimitar qué tipo de tratamientos tienen una premisa más científica y qué otros, bajo la promesa de ayudar a personas en situaciones muy desesperadas por enfermedades, lo que acaban es metiéndolas en la trampa de los sectarismos.

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– La cuestión es que hay señales de alerta que se pueden detectar para evitar caer en sus redes: el control del entorno, la separación de la familia, la obediencia ciega al líder...

– Claro. Pero normalmente la gente que acaba involucrada en ese tipo de contextos es por las cosas buenas o por las tentaciones de los grupos sectarios. La gente no se mete en algo malo a propósito. Esos aspectos solo se ven a posteriori, porque el reclamo que muchas veces tienen las sectas es dar un sentido de pertenencia, un clima emocional donde las personas se pueden sentir acompañadas y entendidas en un primer momento. Entonces da la sensación de que pertenecen o de que trabajan por algo más grande, más importante que ellos. Y en última instancia, si vivimos en una sociedad en la que los individuos se pueden sentir muy solos, los contextos sectarios permiten a las personas salir de ese sentimiento de soledad y conseguir sentirse más protegidos.

Daños «considerables»

– ¿Cómo se le ayuda a una persona a salir de una secta? ¿Cuesta mucho recuperarla para la sociedad?

– Es muy difícil, porque la persona que está metida en una secta no la reconoce como algo perjudicial para sí misma. En ese momento son la familia y los amigos los que alertan, pero mientras la persona no lo reconoce como un problema es difícil trabajar con ella. Ocurre un poco como con las adicciones: mientras la persona no tenga realmente la voluntad de cambio, o reconozca lo que le pasa como un problema, va a ser muy difícil abordarlo. Aún así se pueden hacer cosas, trabajando con la familia o con el propio individuo. Muchas veces, en momentos de crisis, en momentos en los que la persona flaquea su unión o su ligazón con la secta, es cuando se puede empezar a trabajar con ella. Y, por supuesto, en los momentos de ruptura con la secta. Es cuando hay que trabajar y poder hacer una labor de recuperación de esa persona, que se queda con unos daños psicológicos considerables.

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– ¿Qué papel juega la familia?

– Es crucial durante todo el proceso. Por eso animamos a las familias a que traten de mantener el contacto y el vínculo afectivo con esas personas, a pesar de que puedan estar muy alarmadas y muy preocupadas, para que cuando estas personas estén preparadas para salir, tengan un lugar al que volver. Muchas veces las sectas suelen jugar con eso: 'Tu familia te ha rechazado, tu familia no te entiende y nosotros vamos a ser una familia sustitutiva'. Si la familia logra mantenerse ahí y no abandonar a las personas, estas van a tener más facilidad para regresar.

– ¿La pandemia ha detenido la proliferación de sectas o lo ha impulsado?

– La ha impulsado. Al ser muy camaleónicas, las sectas se adaptan a las diferentes circunstancias y momentos históricos y culturales. Ahora lo que hemos visto es un auge de la seudoterapia, lo que no quiere decir que los antivacunas necesariamente sean sectarios. Y también la proliferación de grupos que cuestionan la existencia del coronavirus, que le atribuyen una función purgativa y purificadora de una sociedad decadente, o que sostienen que la vacuna está creada por una especie de lobby o de grupos en la sombra con fines malévolos. Se están promoviendo creencias seudocientíficas. Así, que sí: en el contexto del coronavirus, las sectas han proliferado y han aprovechado la pandemia a su favor.

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