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LA RIOJA
Logroño
Miércoles, 14 de marzo 2018, 19:26
Antes decían que en el espacio no había nada. La NADA. Ese concepto que te chinaba el cerebro, pero que no te quitaba las ganas de jugar ni comerte la merienda. Un lugar vacío. Así era el espacio hasta que hemos descubierto que, aquí encimita, está lleno de basura. Vamos que no cabe ni el klinex de un astronauta, por no hablar de otros conceptos tan diminutos como abstractoss como bosones y otras cositas de tamaño subatómico que convierten el aparente escenario vacio en un concierto de verano al aire libre.
Ahí encima, a 250 kilómetros. Lo que media entre Logroño y Santander (kilómetro arriba, kilómetro abajo) nos amenaza la llegada de un aparato metálico, grande, pesado y a toda velocidad, en caída libre. Ahora está girando a 28.000 kilómetros por hora, pero luego, cuando ya la atracción terrestre tire de él, se nos vendrá para abajo a toda pastilla y reducirá su ritmo debido a la fricción con la atmósfera.
¿Cuándo caerá? pues dicen los ingenieros que entre el 24 de marzo y el 9 de abril. Que es una ventana muy amplia como para pensar que ese chisme bautizado como Tiangong-1, que formaba parte de la estación espacial china, vendrá a caer encima de La Rioja.
Lo peor de todo es que la región está en el bombo de posibles dianas de este trailer de más de 10 metros de largo y de unas 80 toneladas de peso.
¿Y dónde? Como en estas cosas no se puede ser preciso al cien por cien, las quinielas dicen que, además de España, la franja mediterránea de Italia o Grecia, y ya dentro de España, la zona centro y norte, parece que tiene más boletos.
Pues ya puestos, que caiga donde no haga daño a personas, animales o instalaciones donde peligre la actividad humana de manera colateral. Que mira que tiene mar para zambullirse y desierto donde enterrarse como para que la amenaza nos obligue a mandar a Bruce Willis en un cohete al encuentro de ese chisme.
No parece que el riesgo nos obligue a estas alturas a mandar algún otro artefacto al encuentro de este Armagedón de construcción china ya que se irá quemando conforme entre en la atmósfera hasta el punto de perder un 90 por ciento de su masa. Aún así serán mil kilitos de tornillos, chapas y remaches que se distanciarán a un promedio de mil kilómetros por cada minuto que falle la estimación de su caída en lo que se anticipa como un carísimo espectáculo de luces y colores en el cielo.
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