La Transición se logró «gracias a la grandeza y la generosidad de todos», también de la Iglesia católica. Así lo sostiene el exembajador de España en el Vaticano, Francisco Vázquez, quien esta tarde ofrece una conferencia en Logroño en la que, afirma, «intentaré desmentir falsedades, ... entre ellas, negar la participación y el papel tan importante que tuvo la Iglesia en la reconciliación de todos los españoles».
-¿Cuál fue la contribución de la Iglesia católica a la construcción pacífica del Estado democrático?
-Ya desde el Pontificado de Pablo VI se buscó la separación de la Iglesia y del Estado, que era una de las resoluciones más importantes del Concilio Vaticano II. Además hay que recuperar la memoria del Cardenal Tarancón y de todo lo que representó aquella conferencia episcopal identificada con la idea del diálogo. El sermón que pronunció en Los Jerónimos con motivo de la coronación de Juan Carlos I fue el comienzo del camino hacia la democracia. Yo creo que hay que defender la verdad histórica y negar el monopolio del relato de lo que aquí sucedió, para desprestigiar la Transición, del que se están apropiando las fuerzas y los partidos que en aquella época defendían posiciones rupturistas.
«El sermón de Tarancón por la coronación de Juan Carlos I inició el camino hacia la democracia»
-Al margen de las élites (Pablo VI, el Concilio, Tarancón...), ¿qué papel jugaron los movimientos obreros cristianos?
-Hay un ejemplo muy evidente. Los partidos de izquierda y las centrales sindicales ilegales se nutrieron en sus cuadros dirigentes de muchos católicos de base provenientes de una Iglesia muy beligerante, muy comprometida contra las injusticias sociales y los marginados, y muy identificada con los problemas laborales. Son innumerables las personalidades importantes de la izquierda, cuyo origen y compromiso era le fe cristiana.
-En paralelo a la educación, los acuerdos con la Santa Sede siguen siendo hoy uno de los mayores conflictos, y no hay Gobierno de izquierda que no plantee cambios...
-Desde el Concilio, uno de los pilares fundamentales de la Iglesia es defender su libertad, autonomía e independencia. Y hay un ejemplo evidente: quien denuncia el Concordato y quien pide suscribir unos nuevos acuerdos adaptados a la nueva realidad española es la Iglesia Católica. Es ella la que demanda la derogación del Concordato y la renuncia al derecho de presentación de obispos; es ella la que toma la iniciativa para establecer un nuevo marco de relaciones entre la Iglesia y el Estado, y un nuevo papel institucional más autónomo e independiente. Así que, como se puede comprobar, la realidad, la verdad de los hechos es totalmente diferente a lo que se dice. A mí me preocupa mucho la repetición de una serie de falsedades que, al final, se terminan asentando como verdades en la sociedad.
Vázquez, cocinero antes que cura
A Francisco 'Paco' Vázquez es difícil engañarle pues vivió de forma intensa el colosal proceso que llevó a España de la dictadura al sistema democrático. Elegido diputado en la legislatura constituyente de 1977 (permaneció en el Congreso hasta el 2000) participó en la elaboración de la Constitución y del Estatuto de Autonomía de Galicia.
Alcalde de La Coruña, presidente de la Federación de Municipios, senador y embajador en el Vaticano entre el 2006 y el 2011, Vázquez quiere tumbar hoy, en Logroño, «la manipulación» de la historia y «el desprestigio» de la Transición. Lo hará con una conferencia organizada por 'La Bitácora XXI' a las 19.30 horas en el centro Ibercaja de Portales.
-¿Por ejemplo?
-Decir que la existencia de relaciones con el Vaticano es un anacronismo histórico, cuando el Vaticano tiene relaciones con 183 países y 62 concordatos en vigor, acuerdos aprobados después de la entrada en vigor de la Constitución. También cuando se dice que la Iglesia goza de toda una serie de privilegios económicos e institucionales, lo cual es falso. En España a nadie se le impone ninguna confesión. Todo es voluntario: el que quiere marca la equis en la declaración de la Renta o hace que sus hijos estudien religión. La Iglesia paga el IBI y tiene las exenciones que disfrutan todas las instituciones que desarrollan labores altruistas e, incluso, los partidos y los sindicatos que no pagan el IVA. No hay ninguna excepcionalidad ni ningún privilegio. Por eso son muy preocupantes los silencios cómplices de la estrategia de los separatistas y de los que quieren imponer el cambio de la Monarquía a la República con un único objetivo: desprestigiar la Transición y legitimar la demanda de una reforma de la Constitución, su gran obstáculo. Y a ellos se ha aliado, inexplicablemente, uno de los pilares de la Transición y la Constitución, el PSOE, que yo más bien calificaría el 'sanchismo'.
-Habla de silencios cómplices. ¿Como los de una parte de la Iglesia vasca en la etapa dura de ETA? ¿Como los de un sector de la Iglesia catalana en relación al independentismo?
-En ambos casos su problema es que todavía están en el siglo XIX, en las guerras carlistas, y de ahí su ideología regresiva e insolidaria contraria totalmente al mensaje evangélico de la paz y del amor, y que les alinea con los sectores integristas y reaccionarios. En el caso vasco, con un problema añadido: y es que una parte de la Iglesia fue injusta confundiendo víctimas y verdugos. Y eso resultó muy, muy doloroso.
El escándalo de la pederastia
-¿Con el Papa Francisco la Iglesia ha intensificado su propia 'transición'? Acaba de finalizar una cumbre histórica en Roma sobre los abusos a menores.
-La Iglesia está en permanente renovación y afrontando las responsabilidades ante una lacra repugnante en cualquier ámbito social, pero que tiene mayor resonancia en la Iglesia porque el delito lo cometen personas consagradas a Dios. Y lo que hay que decir es que por algunos sacerdotes autores de estos terribles crímenes hay miles que desarrollan su misión de forma ejemplarizante e inmensa. Pero, claro, este tema se está utilizando para erosionar a la Iglesia. La actitud de la ministra de Justicia, Dolores Delgado, diciendo que había alarma social y pidiendo los archivos es una manipulación execrable e indigna de quien ocupa una responsabilidad tan importante.
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