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Una familia aún destrozada, que, al menos, ha cumplido el primer objetivo de su viaje desde Alemania hasta La Rioja. Salwa Z., la mujer presuntamente asesinada por su marido, S. A., el pasado sábado en el domicilio del matrimonio en la logroñesa plaza ... Martínez Flamarique, fue enterrada este viernes en el cementerio musulmán de Logroño (un espacio reservado en el camposanto municipal de la capital riojana) tras una sencilla ceremonia que se inició a las 11.15 horas.
La autorización judicial para la entrega del cuerpo a la familia llegó el jueves. Esa misma tarde el cadáver fue trasladado al tanatorio de Mémora para que, ayer por la mañana, la familia de Salwa –su padre y dos hermanos llegaron a última hora del miércoles a Logroño tras volar desde Berlín– se hiciera cargo de él.
Como manda la tradición islámica, un grupo de mujeres se encargó de lavar el cuerpo y envolverlo en una sábana blanca para, una vez introducido en el ataúd, trasladarlo hasta el cementerio musulmán. El horario de verano impedía la celebración de la tradicional ceremonia en la mezquita, que se sustituyó por un sencillo y breve acto que, en presencia de una nutrida representación de la comunidad musulmana y también de varias personas ajenas a dicha religión, dio comienzo a las once y cuarto de la mañana en el camposanto. Tras el rezo de las oraciones, el féretro se introdujo en la fosa y se cubrió con tierra.
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En medio del dolor, la familia no olvidó trasladar su mensaje de agradecimiento por todo el apoyo recibido, con una mención también a la titular y a los funcionarios del Juzgado de Violencia sobre la Mujer por haber agilizado todos los trámites necesarios para no demorar más la ceremonia funeraria y el enterramiento. También al Centro Islámico de Logroño por su respaldo –los gastos funerarios corrieron a cargo de la Fundación de Asistencia al Enterramiento Musulmán– y a Cruz Roja en La Rioja.
La preocupación ahora de la familia es lograr cuanto antes la custodia de los tres hijos de Salwa –dos niñas de 11 y 9 años y un niño de 7–. El abuelo y los dos tíos de los pequeños han podido ya estar con ellos –la abuela materna, Rabia Talab, quien no pudo trasladarse a Logroño por una fractura de cadera, conversa a diario con los menores por videollamada–. La familia sabe que los niños están «tranquilos y relajados», muy bien atendidos y con permanente apoyo psicológico, pero también deseosos de reunirse con sus abuelos y trasladarse a vivir con ellos a Alemania.
La familia materna de los hijos de Salwa confía en que la documentación aportada, traducida ya al español, sea suficiente y no surjan trabas burocráticas que retrasen el encuentro. «Lo más lógico es que se les permita ir con sus abuelos, que tienen casa y edad para poder cuidarlos, tienen cuatro tíos maternos que les van a arropar. Por muy bien que estén en el piso de acogida nada va a ser tan bueno como el calor familiar y que puedan empezar a pasar página y tratar de superar el terrible trauma que han sufrido», aseguran fuentes cercanas al núcleo familiar de Salwa.
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