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SANDA SAINZ
Sábado, 12 de junio 2021, 02:00
Adjutorio Hernández Royo fue un autoleño que se ganó con creces el tratamiento de 'don' y el respeto por su labor en diferentes ámbitos. La parroquia y el pueblo de Autol le rindieron homenaje el día de San José del año 1963, por su 50 ... aniversario como sacristán y organista.
Para tal ocasión se editó una hoja parroquial extraordinaria dedicada a honrar al catón y agradecer su servicio.
Nacido el 19 de diciembre de 1881, fue el menor de diez hermanos y sus padres le educaron en el temor a Dios, la devoción a la Eucaristía y el amor a la Virgen, en el sacrificio a la vida dura y los buenos modales, citaba la hoja paroquial.
En su infancia compaginó sus primeros estudios con el aprendizaje del latín y esto le sirvió como cantor de la iglesia. Al mismo tiempo estudió música y sacó provecho porque a los 14 años dirigía una de las dos bandas del pueblo.
De sus padres heredó el trabajo en el campo (que dejó pronto) y el oficio de albardero que desempeñó, compaginándolo con otras labores.
En su juventud trabajó además como encargado de una fábrica de alcoholes y durante mucho tiempo como electricista, siendo el 'lucero' de Autol.
Al casarse con Victorina Calvo y tener una numerosa familia de 13 hijos, 3 de los cuales murieron con poca edad, Adjutorio necesitó aumentar sus ingresos y el párroco le entrego las llaves de la iglesia de San Adrián y Santa Natalia para que se ocupase de cuidarla siendo también sacristán y campanero. Cuando trasladaron a Logroño al sacerdote Florencio Marrodán, que había sido uno de sus maestros en la música, Adjutorio añadió a sus funciones la de cantor y organista.
Pero no quedó ahí la cosa, a instancias del Ayuntamiento, el hombre se hizo cargo del reloj municipal.
Ante tal acumulación, en Autol se creó el dicho «tienes más oficios que el señor Adjuntorio», recordaba la hoja parroquial de su homenaje en 1963.
Como campanero subió durante 30 años a la torre seis veces al día para realizar los toques del alba, 8.00, 8.45, 9.15, 12.00 y el de oraciones de la noche. Destacaba su puntualidad, lo bien que repicaba las campanas y la recuperación que hizo de los repiquetes de Santa Águeda, algo por lo que todavía muchos le recuerdan y que enseñó a sus hijos.
Cuentan que en cierta ocasión acudió a tocar a un pueblo para reforzar la orquesta y el director le dio una partitura nueva que tenía bastante éxito, para que la repasara, diciéndole que era una pieza estupenda. Cual fue su sorpresa al comprobar que era una de sus composiciones.
La de sacristán supuso su dedicación principal dejando huella en lo pulcro y decoroso que tenía el templo; y sufrió como el que más cuando un día alguien entró a robar.
En el día de su homenaje hubo misa, descubrimento de la placa de la 'Glorieta del organista-sacristán D. Adjutorio' que le dedicaron en las inmediaciones de la parroquia, velada en el cine Bretón de los Herreros y banquete. El obispo Abilio del Campo y de la Bárcena le envió su bendición y recibió la apostólica del Papa.
Adjutorio no fue el único protagonista de esta familia catona. A finales de los años sesenta el periódico Nueva Rioja destacó que su mujer, Victorina, era posiblemente la tatarabuela más joven de La Rioja, con 85 años.
La publicación, firmada por el corresponsal de la localidad, Gabino Hernández, data del 8 de junio de 1968, según nos cuenta Javier Pastor, un bisnieto de Adjutorio y Victorina.
Gabino aseguraba no querer herir los sentimientos de nadie, pero sí defender una verdad. Citaba en el artículo que La Gaceta del Norte había publicado el día 5 una noticia en la que Arturo Cenzano presentaba a doña Damiana Rodríquez, de Muro de Aguas, como la tatarabuela más joven de La Rioja, con 89 años.
Gabino explicaba que tal afirmación no era cierta porque en Autol residía un matrimonio compuesto por Adjutorio, de 87 años, y Victorina de 85, que tuvo 13 hijos, de los que en ese momento vivían 9. La familia contaba con 37 nietos, 21 bisnietos y 1 tataranieto.
Ante el temor de que otro cronista dijese que en su pueblo existía otra tatarabuela más jovencita, el corresponsal de Autol prefirió no asegurar que Victorina era la más joven de La Rioja.
«Al igual que ésta se hace todo lo concerniente a la casa, viéndose al matrimonio con frecuencia pasear agarraditos del brazo, con gran gallardía y humor, mereciendo la simpatía y respeto del público por ser un matrimonio ideal, espejo donde hay que mirar si se quiere llegar a alcanzar el fin supremo», terminaba el artículo.
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