La abuela Goya, con unos primos, en la puerta de la panadería. L. J.

La Retina: Rodríguez Paterna, la calle que fue

Era una vía principal, llena de vida, en la que se podían encontrar todos los servicios del momento sin necesidad de salir de ella

MAYTE MAYAYO

Domingo, 18 de octubre 2020, 09:50

La abuela Goya posa con unos primos en la puerta de la panificadora que lleva su nombre. A la abuela se la ve resuelta, bien plantada con su brazo descansando en la cintura en un gesto incluso coqueto, y de riguroso negro, como casi todas ... las abuelas de esos tiempos pretéritos. Están en los soportales de la logroñesa Rodríguez Paterna; una hermosa calle bulliciosa como pocas y de esas a las que les sobra alma. Corren los años 50-60 y Lola Júdez exprime su infancia entre esta calle y sus vecinas: el Horno, la Brava, Hospital Viejo, los Yerros, los Baños, San Roque, San Gil, Herrerías, Carnicerías, la Cadena, el Puente. Lola trae hoy a la memoria aquel griterío infantil al jugar al calderón, al escondite o a pillar; el olor del pan recién horneado en la panadería de sus abuelos; o los siempre iguales recorridos al hacer los recados que la abuela mandaba.

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Lola y su hermana ayudaban a vender y a repartir el pan los fines de semana y en vacaciones. Por sus manos pasaban las piezas más populares como el 'plastón', de forma rectangular con cortes transversales, siempre tostado, crujiente y bien cocido. La clientela también pedía el pan de picos, con forma de estrella y cinco puntas redondeadas; estaba cubierto de harina y, a los ojos infantiles, parecía estar nevado.

Y el popular bollito de 90 céntimos, con el tamaño adecuado para hacerse el bocadillo. Para rellenarlo –rememora Lola– iban a la tienda de la Patro, en la esquina con la calle la Brava. Sobre su mostrador se disponían latas redondas y grandes de bonito en aceite, de anchoas o de chicharro. Y colgada junto a la puerta, otra gran caja circular, de madera, en cuyo interior se ordenaban filas concéntricas de 'soldados viejos' en perfecta formación. Eran sardinas secas y obedientes que no caían aunque se soltara la compañera a petición del cliente. «Nuestro tío las envolvía en papel de estraza y las aplastaba en el quicio de la puerta para que soltaran la piel», cuenta Lola.

«Que recupere la vida que tuvo, que no será la misma, pero sí esencial para una vía principal de Logroño», reclama Lola

Para comprar legumbres se acudía a Nicanor, en la esquina con la calle la Cadena. Era una tienda de ultramarinos. Nicanor y sus hijas vestían bata o guardapolvo gris abotonado y con solapa. Lola, inmersa en su pequeño mundo, admiraba la perfecta colocación de los botes de conservas, los diferentes tipos de envases en los estantes, el largo mostrador de madera y los saquitos de alubias, caparrones, garbanzos, lentejas y habas secas, que se servían en bolsas de papel.

Y es nítido en esa infancia inmaculada el recuerdo de las pescateras Angelita y Escola. «Era un oficio que tenía toda mi admiración por su destreza en el corte y despiece del pescado; por el esfuerzo de sus manos y dedos hinchados por la humedad y por el contacto directo con el agua y el hielo», evoca. De la misma manera, el de los carniceros de la calle la Cadena y los Baños. Allí se compraba el cordero que se asaba los domingos en el horno de leña de la panadería.

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Había toda clase de negocios, sin necesidad de desplazarse: Conservas Collado, mármoles López-Alda, carpintería Bacigalupe, bar Royalty, lanas Trilo, droguería Orruño, panadería Estefanía, bar La Viga y la tienda de la calle del Puente donde se compraban y cambiaban toda clase de tebeos.

Echa mano del poeta Rilke para recordar que 'la verdadera patria del hombre es la infancia'. Puede que todo este recorrido en blanco y negro que trae hoy al presente Lola no sea más que un ejercicio de nostalgia. Puede. Pero tal vez hoy es más necesario que nunca. Hay, sin embargo, otro deseo más fuerte que lo guía: «Que Rodríguez Paterna recupere la vida que tuvo, que no será la misma lógicamente, pero sí esencial para una vía principal e importante de la ciudad de Logroño».

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