
El reciclaje constituye uno de los grandes objetivos de las sociedades del primer mundo. Ese manido lema de 'reducir, reutilizar y reciclar' continúa siendo ... más un objetivo que una realidad, aunque las administraciones no cejan en su labor pedagógica y divulgativa. La última estadística del Instituto Nacional de Estadística sobre residuos urbanos es una muestra de que La Rioja se encuentra en el buen camino, pero que todavía tiene mucho margen de mejora.
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Tal vez la mejor de las noticias es que los riojanos son los españoles que menos kilos de residuos urbanos generan, lo que supone un gran comienzo. Y no se trata de una diferencia pequeña. En el pasado 2022 (el último analizado), los riojanos se deshicieron de 403,7 kilos de basura, apenas 1,1 kilos al día, mientras que la media nacional se elevó a 482 y en comunidades eminentemente turísticas como Baleares o Canarias las cifras se dispararon hasta los 662 y los 573 kilogramos, respectivamente.
403 kilos
de basura urbana depositó cada vecino de La Rioja.
324 kilos
de residuos mezclados generaron los riojanos
Las cifras de recogida, aunque positivas, también demuestran que el objetivo marcado por Europa de reciclar el 55% de los residuos municipales en 2025 resulta una quimera. Según el INE, en La Rioja se recogieron 129.596 toneladas de basura urbana, de las que apenas 25.000 fueron tratadas por separado.
Concretamente, las 8.930 toneladas de vidrio destacan sobre las 7.806 de papel y cartón o las 5.973 de envases mixtos y embalajes mezclados, los tres principales grupos por tipo de residuo. Estas cifras, per cápita, significan que cada riojano separó anualmente 27,8 kilos de vidrio, 24,3 de papel y cartón o 18,6 de envases y embalajes. El INE, por ahora, no segrega los restos orgánicos.
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Las comparaciones con otras regiones, especialmente con las vecinas, son la muestra de que en materia de reciclaje La Rioja está bien situada pero aún cuenta con mucho margen de mejora. Por ejemplo, por los 24,3 kilos de papel y cartón reciclados en la comunidad, los vascos llegaron a 59,6 (cifra máxima en España) o los navarros se quedaron en 42,1.
También en vidrio los vascos reciclan un poco más que los riojanos (29,1 kilos por 27,8) aunque la diferencia más perceptible está en lo que se considera residuos mezclados, ese totum revolotum al que resulta casi imposible aportar una segunda vida.
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Tras separar lo separable, los vascos, que en el analizado año 2022 generaron 414 kilos de basura por persona (11 más que los riojanos) solo dejaron en la fracción resto 250. Los navarros, por ejemplo, se quedaron en 244. Los riojanos, pese a ser los que menos basura originaron y de su buena posición en la comparación nacional, consignaron 324,9 kilos de residuos mezclados.
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«Estamos en el pelotón de cabeza en cuanto a reciclaje, especialmente en envases, vidrio o papel y cartón. Pero necesitamos tener más conciencia sobre los biorresiduos. Todavía casi la mitad de lo que tiramos a la fracción resto es materia orgánica. Reducir esa cantidad es el objetivo», sintetiza el director general de Calidad Ambiental, José María Infante.
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Más cantidad de biorresiduos, pero también de mayor calidad. Porque la pureza de la basura orgánica importa. «Un 5% de lo recogido en el contenedor marrón pertenece a restos impropios, pero en las aglomeraciones urbanas la calidad empeora», indica. Es decir, en Logroño, por ejemplo, se utilizan peor estos contáineres que en el entorno rural.
Ese potencial de mejora («este año estaremos muy cerca de 6.000 toneladas de residuos orgánicos, pero deberían ser 12.000 y más», alega Infante) pasa por «la concienciación, pero sin descartar la sanción», especialmente en sectores «como el comercio o la hostelería que, por ley, están obligados a utilizar los distintos contenedores». En un momento en el que tanto se habla de la subida de las tasas de basura, Infante lo deja claro: «Cuando no se separa bien, el sobrecoste económico pasa a todos. Las tasas también están vinculadas al reciclaje. La gestión de residuos siempre es deficitaria, pero reciclar ayuda a aminorar los costes».
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Diariamente, el Ecoparque de La Rioja disecciona las bolsas de basura que acaban en el contenedor verde y que, a priori, deberían ser los residuos sin posibilidad de reciclaje. La realidad es claramente otra. En 2023, casi el 46% de esta basura de la denominada fracción resto era materia orgánica (que podía haber sido depositada en los marrones para generar compost). Por detrás se encuentran los envases (casi un 12%), que también podían haber optado a una nueva vida de haber caído en el amarillo. Los pañales y toallitas suponen el 11% de nuestra basura convencional y el papel y cartón pesan más de un 9%. Es decir, sumando materia orgánica, envases y papel, dos de cada tres kilos que se recogieron en los contenedores verdes deberían haber tenido otro destino.
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