Juan Marín

Los riojanos se mantienen en el podio de los que más se gastan en apuestas deportivas

Solo en 2022 La Rioja apostó más de 39'3 millones, cerca de 4 millones más que un año antes, aunque todavía no se alcanzan los niveles previos al covid

Carmen Nevot

Logroño

Martes, 5 de diciembre 2023, 07:28

La oferta de apuestas deportivas en línea no tiene límites. Se puede jugar a cualquier hora, cualquier día y desde prácticamente cualquier dispositivo. Si no hay fútbol en España hay en China y si no, cualquier otra apuesta vale. La proliferación de este tipo de ... web y de los locales físicos en los que arriesgar el dinero mientras te tomas gratis una cerveza –estos establecimientos no pueden vender alcohol así que en muchos se ofrece gratuitamente al cliente– ha abierto las puertas a que jugar se haya convertido en un problema de adicción de gran magnitud.

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En La Rioja es una cuestión que preocupa porque, quizá por tradición, la cultura del juego está muy arraigada. «Jugamos en familia, en Navidad, hemos jugado toda la vida, es un poco como el vino, son culturas que promueven que desde jóvenes hagamos cosas aparentemente inocentes», explica Óscar Pérez, director del centro residencial de Proyecto Hombre.

De ahí que, medido en juego real por habitante, es decir, lo apostado menos lo entregado en premios, los riojanos con 20,7 euros por ciudadano al año son los terceros que más juegan en apuestas deportivas de todo el país, sólo por detrás del País Vasco (25,3) y Navarra (23,4). Asturias y Cataluña, con 3,6 euros por ciudadano al año son los que menos. Así se desprende del Anuario del juego en España 2023, elaborado por el Consejo Empresarial del Juego (Cejuego), un informe que también ofrece datos de cuántos establecimientos existen en los que poder apostar. En concreto, en La Rioja, siempre según este documento, hay 44 locales con 584 máquinas. La oferta ha crecido exponencialmente en los últimos años, aunque también aquí la crisis del covid se ha notado. Justo el año previo a la pandemia, 2019, había 626 máquinas.

En esta comunidad, en conjunto, se apuestan cantidades millonarias. En 2022, los riojanos se gastaron 39,3 millones de euros, 3,6 millones más que el año anterior, aunque todavía no se han recuperado los niveles previos a la pandemia cuando se batió el récord hasta alcanzar los 41,5 millones. El año 2020 hubo una caída lógica, teniendo en cuenta que los locales de apuestas estuvieron cerrados, pero aún así, los riojanos gastaron 32,9 millones y 35,7, un año después.

De todo lo apostado en 2022, prácticamente la mitad fue on line y la otra mitad, presencial. En concreto, 19,7 millones de euros se gastaron a través de Internet y el resto en las máquinas físicas instaladas en alguno de los 44 establecimientos que hay en la región.

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La proliferación de este tipo de establecimientos pero sobre todo la facilidad con la que se puede apostar on line ha tenido su impacto en el perfil de las personas que recurre a Proyecto Hombre. Antes, aquellos que tenían un problema de ludopatía frisaban los cincuenta, estaban enganchados a las tragaperras y por lo general llevaban muchos años jugando. A día de hoy acuden personas más jóvenes que han cambiado el canal por el que juegan. Póker, casino, también tragaperras, pero todo on line.

El perfil ha cambiado porque también lo ha hecho el objetivo de las empresas, que ahora ven en los jóvenes su nuevo caldo de cultivo. Según explica Óscar Pérez, han conseguido que cada vez se empiece a jugar más temprano y que estar federado como futbolista sea un factor de riesgo. Estadísticamente tienen más probabilidades de acabar teniendo un problema. «Han conseguido unir el tema del juego al deporte y hacernos creer que es algo bueno, positivo, con lo que vivir emociones fuertes e incluso saludables cuando es todo lo contrario». De hecho, «la ludopatía es una de las adicciones que tiene un alto grado de mortalidad», precisa.

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Pero no sólo ha cambiado el perfil, también el número de atenciones. El 8% de las personas atendidas en el programa residencial de Proyecto Hombre presenten un problema de juego, por encima de la heroína y del cannabis. El incremento, asegura, también se ha notado en los programas ambulatorios.

La Frase

«Las personas que piden ayuda es porque han visto destrozada su vida casi sin querer»

Óscar Pérez

Proyecto Hombre

Por lo general, las personas que piden ayuda es porque «les obliga la vida, porque están arruinadas, han destrozado los lazos de pareja o les obliga un juez porque han tenido que robar. Han visto que su vida se ha destrozado casi sin querer». A ello se suma el sentimiento de culpa por el dolor que se dan cuenta que han causado a su alrededor.

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Al igual que el resto de adicciones, también en este caso hay un síndrome de abstinencia y es «de los más complicados. La ansiedad, los nervios y el malestar son tremendos», apunta Pérez. Es comparable al de la heroína y al del tabaco: «si no lo hago no voy a poder estar bien».

El primer paso para dejar atrás el juego es alejar a esa persona del estímulo, más complicado en el caso de la ludopatía porque el juego es legal, de ahí que se pueda recurrir a la autoprohibición. «Incluso les decimos que escriban a todas las web diciéndoles que no les permitan jugar», explica. En paralelo, les hacen una lista de todas sus deudas para que las asuman y una especie de plan de pagos. También trabajan con la hipótesis de que la adicción es síntoma de que algo ha ido mal en sus vidas y son conscientes de que la recaída forma parte de un proceso que, en función de la persona tendrá una duración determinada. El programa residencial puede durar entre uno o dos años, una gran parte residencial y la otra ambulatoria.

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El objetivo, explica Óscar Pérez, es volver a recuperar la autonomía una vez que has rehecho tu vida. «En muchos casos tienes que empezar incluso a buscar amigos. Hay personas que vienen del albergue y no han tenido donde caerse muertos y vienen aquí porque no les queda otra».

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