No hay irse muy atrás en el tiempo. Al año 2010. Hace tres lustros, se vendían más de 20 millones de cajetillas de cigarrillos en La Rioja. No era una cifra puntual, sino que, año tras año, se superaba esa barrera, llegando incluso a rozar ... los 30 millones en los primeros compases del siglo. Fue en 2011 cuando se bajó por primera vez de esos registros y es ahora, con los últimos datos ofrecidos por el Ministerio de Hacienda, cuando se ha marcado un nuevo suelo. No en vano, en 2024 se vendieron menos de 15 millones (14,84) de cajetillas. Algo que no había ocurrido antes.
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Bajan las ventas, un 1,2% con respecto al 2023, pero no ocurre lo mismo con la recaudación por dichas ventas. Esta ha crecido un 2,7% hasta alcanzar los 75,5 millones de euros, la segunda cifra más alta desde que se tienen registros, solo superada por el ya citado 2010 cuando se elevó hasta los 76,63 millones.
Menos ventas y más dinero facturado por ellas. ¿Cómo se explica ese aparente contrasentido? La respuesta está en el precio. Se venden menos cigarrillos pero más caros. «El año pasado la cajetilla subió 40 céntimos», destaca Jesús Ángel Calvo, presidente de la Unión de Estanqueros de La Rioja, quien halla en esos precios más altos una de las razones por las que el consumo de cigarrillos ha disminuido. «Es uno de los motivos, pero también se nota que cada día más gente está intentando dejar de fumar», asegura.
Los precios provocan un límite, pero también hay otra razón que explica el descenso en el consumo de cigarrillos tradicionales. El auge de otras productos como los electrónicos o el vapeo. «Es algo que va claramente a más y muchas personas han optado por cambiar el tabaco tradicional por el 'vaper'», afirma Calvo para explicar después que no cuenta con datos específicos de cómo ha aumentado el consumo de estos dispositivos por tratarse de un mercado que no se encuentra regulado. «No es lógico que se pueda vender en cualquier sitio, incluso a menores de edad», lamenta el responsable de la patronal.
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Iñaki García
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El análisis de Calvo coincide con lo que la Organización Mundial de la Salud lleva años advirtiendo: el vapeo gana en popularidad a los cigarrillos convencionales entre los más jóvenes. Uno de sus estudios certificaba, de hecho, que el 32% de los jóvenes de 15 años aseguraban haber probado los cigarrillos electrónicos en algún momento.
La Rioja va así en contra de la tendencia nacional, donde las ventas de tabaco (número de cajetillas) se han visto incrementadas en el último año. En la región, de hecho, solo han crecido las adquisiciones de uno de los productos que la estadística ofrecida por el Ministerio de Hacienda recoge: el tabaco de liar. La subida no ha sido muy elevada, cercana al 1%, pero sí que rompe con la curva que han marcado otras opciones, como los puros o el tabaco de pipa. Jesús Ángel Calvo encuentra, de nuevo, en el precio la razón por la que las ventas del tabaco de liar sí que crecen. «Es mucho más barato, en proporción, a comprarse una caja de cigarrillos», apunta. «Para que la gente se haga una idea, un paquete de 135 gramos equivale a 385 cigarrillos, aproximadamente, y cuesta 32 euros; mientras que una cajetilla de esa misma marca contiene 20 cigarrillos y su precio es de 5 euros», ejemplifica el responsable de la Unión de Estanqueros de La Rioja.
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Calvo asume que el tabaco es producto «nocivo para la salud» y admite que las subidas de precios están haciendo que sus negocios continúen siendo rentables. Aun así, no todas las licencias de estancos que salen a subasta encuentran pujador. «Las últimas salieron hace alrededor de dos años, fueron dos y una de ellas quedó desierta», recuerda el presidente de la patronal. «Es cierto que, cuando tienes una licencia, sabes que vas a conservarla durante 30 años, pero el problema es que para empezar necesitas una inversión de 400.000 o 500.000 euros y te puedes tirar la mitad de la concesión recuperando ese dinero», argumenta.
Más allá de eso, el sector cuenta con otras amenazas. Una de las más importantes es la del contrabando. «Hay mucho:fábricas clandestinas, gente a la que cogen en las aduanas...», enumera Calvo. «Además, por internet entra muchísimo tabaco», añade. A eso hay que sumar la bajada de ventas, por lo que el aumento de los precios se convierte en una tabla de salvación para estos negocios. Solo así se explica que, aunque se venda menos, haya más rentabilidad.
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