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Los dos investigadores del grupo ECOPHYS de la Universidad de La Rioja, con el musgo antártico al fondo. E. N. / J. M.

Dos riojanos en busca de los misterios de la Antártida

Investigadores de la UR estudian en la base antártica española cómo los musgos y otras plantas logran sobrevivir y crecer en condiciones extremas

Martes, 22 de febrero 2022, 21:13

Bajas temperaturas, heladas, sequía, escasez de nutrientes minerales, exceso de radiación ultravioleta... Estas son solo algunas de las adversidades a las que los musgos y otras plantas tienen que enfrentarse a diario para tratar de subsistir en el ecosistema antártico. Un fenómeno de adaptación que está siendo analizado ahora por dos investigadores riojanos para conocer cómo algunas de estas especies logran, a pesar de las condiciones extremas, desarrollarse en este lugar tan inhóspito.

Una oportunidad que los catedráticos Javier Martínez y Encarnación Núñez no quisieron desaprovechar. «Es una ocasión increíble y única en la vida de un científico para conocer un ecosistema tan particular como es la Antártida», coinciden los investigadores del grupo ECOPHYS de la Universidad de La Rioja. Serán ellos los privilegiados, junto al resto de participantes de la XXXV Campaña Antártica Española, de descubrir los secretos de la supervivencia de las plantas antárticas gracias a su estancia en la base 'Juan Carlos I' –situada en la denominada 'Antártida marítima'–, que se prolongará hasta el 20 de marzo.

«La Antártida es, probablemente, el ecosistema más inhóspito para las plantas, donde solo logran sobrevivir dos especies superiores. Por el contrario, predominan líquenes y musgos, cuando las condiciones adversas limitan drásticamente su crecimiento y reproducción», explica Martínez. El caso de estos briófitos resulta, para ambos investigadores, de gran interés. «Los musgos poseen un mecanismo de adaptación casi único entre las plantas, pueden sobrevivir incluso años en estado deshidratado y, al volver a humedecerse, recuperan sus funciones vitales en solo unos minutos», añade el catedrático de Botánica de la UR. Pero no solo eso, ya que «también presentan una inusual tolerancia a factores adversos, como el frío y la radiación ultravioleta, imposibles para otras especies».

De ahí la curiosidad y el interés de ambos científicos por averiguar qué tienen de especial estas plantas. «Queremos entender cómo se las arreglan ante unas condiciones tan duras, es decir, cuáles son las estrategias de tolerancia de las que disponen para subsistir en este ecosistema», expone Martínez. «No hay que olvidar que la Antártida –recuerda la investigadora– sigue atravesando episodios de 'agujero de ozono' en los que aumenta la radiación, y que nosotros intentamos replicar para analizar las respuestas de las plantas emblemáticas antárticas a este tipo de situaciones».

Los dos investigadores del grupo ECOPHYS de la Universidad de La Rioja, con el musgo antártico al fondo.
Imagen secundaria 1 - Los dos investigadores del grupo ECOPHYS de la Universidad de La Rioja, con el musgo antártico al fondo.
Imagen secundaria 2 - Los dos investigadores del grupo ECOPHYS de la Universidad de La Rioja, con el musgo antártico al fondo.

Aún no tienen todos los resultados, porque hay análisis que los investigadores riojanos no pueden desarrollar en la base antártica española, pero ya están comprobando que existen diferencias significativas entre distintas especies, «que pueden hacer a unas más sensibles que a otras ante los cambios ambientales, como el calentamiento global», explica el catedrático de la UR. Un hallazgo que, además, se está consiguiendo gracias al estudio de un mayor número de plantas. «Estamos analizando muchas más especies de las conocidas hasta ahora, lo que nos permitirá valorar mejor las posibles consecuencias de los cambios ambientales sobre el ecosistema antártico», expone Núñez.

De esta forma, conocer los mecanismos de adaptación de estos organismos permitirá buscar otras aplicaciones. «Con este análisis podremos cultivar nuevas variedades de plantas tolerantes a factores adversos que contribuyan a una agricultura más productiva», mantiene Martínez. Así, y hasta el 20 de marzo, compaginarán su investigación con el disfrute de un paisaje que hace que todo merezca la pena. «Estar aquí es una experiencia increíble. Solo la vista del glaciar, que desemboca en el mar, justo enfrente de la base, es una imagen maravillosa», concluye la investigadora de la UR.

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