Secciones
Servicios
Destacamos
Ni en sus mejores sueños Beatriz Hernáez Saceda podía imaginar que un día formaría parte del equipo que acaba de protagonizar uno de los hallazgos arqueológicos más importantes de los últimos tiempos, el de una tumba con el cuerpo parcialmente momificado de Marcus Venerius Secundio en la necrópolis de Porta Sarno, en Pompeya. Un descubrimiento insólito y de una enorme trascendencia que lleva el sello del grupo bioarqueológico multidisciplinar de la Universidad de Valencia, que investiga la arqueología de la muerte.
El cuerpo de Marcus Venerius es el primer esqueleto momificado encontrado en Pompeya. Se puede distinguir el pelo blanco, parte del cartílago de la oreja y muestras orgánicas de tela. Es precisamente esto lo que convierte el hallazgo en excepcional. Es insólito, explica la propia Beatriz Hernáez porque los adultos en Pompeya, la ciudad enterrada por el Vesubio en el 79 después de Cristo, eran incinerados de acuerdo con la tradición romana. Una suerte que no corrió Marcus Venerius. Al tratarse de un cuerpo en una tumba tan perfectamente conservado les ha llevado a plantearse varias hipótesis: si decidió momificarse o si se ha momificado por el sellado de la cámara. La conclusión de la investigación de los restos y tejidos que arranca ahora «podría cambiar lo que sabemos hasta el momento de la tradición funeraria en el mundo romano», detalla esta logroñesa, de 30 años, que desde hace cinco, junto a una joven francesa, veinte estadounidenses y seis valencianos, trabaja con el equipo de la Universidad de Valencia.
¿Quién era Marcus Venerius? La propia tumba ofrece varios detalles. Era un hombre de unos 60 años –algo inusual llegar a esa edad cuando apenas se superaban los 45– que fue esclavo público y guardián del templo de Venus de Pompeya. Una vez liberado, según detalla su lápida, alcanzó cierto estatus, hasta convertirse en miembro Augustal, dedicado al culto imperial.
La inscripción de la tumba, que resulta un hallazgo inédito porque es la única con cámara para la inhumación, aparte de contar la vida del difunto, es además el primer testimonio que existe de que había actuaciones teatrales en Pompeya. De hecho, «en la inscripción dice que ofrece libremente por su muerte cuatro días de actuaciones griegas y romanas».
El hallazgo del cuerpo parcialmente momificado fue el colofón. Antes de saber qué había dentro, ya estaban «emocionados», admite. «Primero vimos el mausoleo y luego nos percatamos de que tenía una cámara de 1,6 por 2,4 metros, que es donde hemos encontrado a Marcus Venerius».
La estructura la descubrieron hace cuatro semanas y entonces estudiaron cómo actuar en el supuesto de que en el interior hubiera un esqueleto. Una semana después y tras haber hablado con los conservadores, abrieron el mausoleo y cinco afortunados de todo el equipo, entre ellos la logroñesa, se desinfectaron, se calzaron unos escarpines, se pusieron unos guantes, taparon su pelo con un gorro y entraron. Todo un privilegio que Beatriz Hernáez inmortalizó con la imagen que ilustra la portada de este diario. «En el mismo día tuvimos que hacerlo todo, entrar, sacar el esqueleto, la fotogrametría y la reconstrucción 3D. Luego cerramos la cámara con una puerta especial que hicimos y que hemos barnizado para que la cámara esté conservada», detalla.
Lo que sintió esta riojana, que desde pequeña soñó con ser arqueóloga en Pompeya, es indescriptible. «Yo nunca he vivido algo así porque estás viendo algo insólito y eres la primera persona que lo ve». «Se me pusieron los pelos de punta e incluso lloramos de emoción porque dentro de la tumba solo pudimos entrar cinco». El director científico de la investigación, Llorenç Alapont, movió los restos que ahora están en el laboratorio biológico de Pompeya para su conservación.
Marcus Venerius fue enterrado en torno al año 60, solo 19 años antes de la erupción del Vesubio que sepultó la ciudad, lo que significa, explica Hernáez, «que puede ser una de las últimas cámaras de Pompeya».
Precisamente, la erupción del Vesubio pudo ayudar a su conservación porque el lapilli, la pequeña piedra volcánica que cubre toda la ciudad, parece ser un buen protector. De hecho, en la fachada principal de la tumba donde está la inscripción, hay restos de pintura de plantas verdes sobre un fondo azul y rojo y «se distinguen perfectamente los colores».
Marcus Venerius no estaba solo. En el mismo recinto se encontraron dos ungüentarios de vidrio para los rituales funerarios y dos urnas de incineración. En el interior de una de ellas, que también es única por ser de vidrio y hallarse en el interior de una caja de plomo, se hallaron huesos de una mujer y de un niño y en la estela funeraria se puede leer: 'novia amabilis'. La relación con Marcus es, de momento, todo un enigma.
Queda por delante un trabajo ingente, investigar todo lo hallado: los huesos, los objetos arqueológicos, la tela y las sustancias que se van a analizar en ArchaeChemis, el departamento de investigación química arqueológica que está en Valencia. Todo para desentrañar el misterio de un descubrimiento del que ya se han hecho eco publicaciones internacionales, como el Washington Post, y, por supuesto, nacionales.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Alfonso Torices (texto) | Madrid y Clara Privé (gráficos) | Santander
Sergio Martínez | Logroño
Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.