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Dos asignaturas y el trabajo fin de grado es lo que le resta a Patricia Blanco Elías para terminar Derecho y afrontar su próximo reto: ... las oposiciones a juez. No es difícil vaticinar que cerrará su etapa académica de la mejor forma, puesto que la Universidad de Navarra le ha distinguido recientemente con el reconocimiento al mejor expediente, con un 9,9 de nota media, a apenas una décima de la perfección.
El premio sorprendió a esta joven logroñesa («pensaba que era al mejor expediente de mi clase o de la facultad», recuerda), que basa la mayor parte de su éxito «en la buena organización». «Me dicen que tengo facilidad y sería falsa modestia negar que se me da bien estudiar, pero la organización es el pilar fundamental», asegura. Ella se dio cuenta en Secundaria que «llevar las cosas al día» le permitía «no agobiarse». Y durante su trayectoria en la Universidad de Navarra ha seguido esa máxima con evidente éxito.
Patricia ríe cuando escucha si lograr un 9,9 exige una vida de eremita. «Todos sacrificamos cosas por lo que consideramos prioritario –reflexiona–, pero voy diariamente al gimnasio, los viernes por la noche y los sábados quedo con amigos, a partir de las 21.00, salvo una situación extrema, no estudio por una cuestión de salud...». Y, añade que es fundamental «tener el corazón contento», una máxima para una veinteañera enamorada de la filosofía, tanto que acaba de publicar su primer libro '«Te quiero», dije, y desvelé el secreto de mi vida»' (Editorial ExLibric).
Cuando presentó el libro, Blanco se veía emprendiendo una carrera docente, pero al final ha vuelto al punto de partida. «Desde pequeña quería ser juez. En segundo me dio por el cuerpo jurídico militar e hice prácticas en el Cuartel General del Ejército de Tierra, pero vi que no era lo mío. Después hice prácticas en un gran despacho y me gustó... He pivotado, pero me he dado cuenta de que si no opositaba no me lo iba a perdonar», añade.
También han fluctuado sus querencias en el campo del Derecho, aunque se decanta por el Público. Ha analizado los pros y los contras de lo Civil, lo Mercantil y lo Penal, pero el que más le atrae es lo Contencioso-Administrativo «por su variedad». «Se mezclan temas muy complejos con otros más llevaderos y hay asuntos que se acercan más a lo Civil, otros a lo Laboral...».
Habla con una pasión que no puede ocultar («a todo le encuentro encanto», confirma, incluso cuando cita el Derecho Procesal «que no le gusta a casi nadie», ríe). Y eso pese a que en la asignatura de Procesal Penal se le clavó una de las pocas espinitas de toda la carrera. «Saqué un 9 en una materia que me gustaba mucho y pienso que podía haber hecho un poco más», resume al recordar una nota que en otras casas hubiese acarreado una celebración.
Es el reflejo de una pasión que no ha heredado de nadie. «Mis padres son ingenieros y a mí me dijeron que no querían más ingenieros en casa», bromea. «Yo siempre quise ser juez. Me apunté al doble grado de Derecho y Filosofía porque me encanta, pero duré diez días. El Derecho me había enamorado mientras que en Filosofía costaba llegar al meollo», analiza esta logroñesa formada en Escolapios, Compañía de María y Marianistas y que en un plazo «de tres años y medio o cuatro, que es lo normal» llegará a ser juez. Aunque con su capacidad y su esfuerzo, tal vez Patricia Blanco pueda recortar esos plazos.
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