Secciones
Servicios
Destacamos
Carmen Matute Vallejo
Logroño
Lunes, 29 de julio 2024, 07:22
«Me encantaría volver el año que viene». Lucía Castillo Domínguez, estudiante de Medicina, ha estado durante dos semanas como voluntaria en la capital de la República del Congo en una expedición organizada por la Universidad de Navarra para la prevención del cáncer de cérvix. ... Con una maleta de 600 kilos, un vuelo perdido y una residencia en el hospital de Kinshasa, la arnedana viajó a la capital del país con el proyecto Elikia (esperanza en lingala) junto al doctor Luis Chiva y un equipo de sanitarios. Lucía, que va a comenzar quinto de Medicina y a la que le encanta la Ginecología, ha podido cumplir una gran meta para su carrera gracias a la Universidad de Navarra y al doctor Chiva: ser voluntaria en un centro para prevenir en las mujeres el cáncer de cuello uterino.
– ¿Cómo le llegó esta propuesta?
– Es un proyecto muy comentado en la universidad porque lo llevan haciendo ya durante nueve años. A mí me llamaba mucho la atención, pero fue en una clase del doctor Chiva, nuestro profesor de Ginecología, acerca del cáncer de cérvix, cuando nos comentó el proyecto que él llevaba a cabo todos los veranos en el Congo. Nos dijo que estaba abierto el plazo para todo estudiante de 4º que quisiera unirse. Yo le mandé un correo y me mantuve en contacto con él, luego nos convocó a una reunión a la gente interesada y nos hizo una pequeña entrevista. Seleccionó una decena de estudiantes y, por suerte, yo estaba entre ellos.
– ¿Cómo han ido todos estos resultados? ¿Era lo que esperaban?
– Ha ido muy bien. El porcentaje de virus sí que ha sido más alto del que nos esperábamos, pero hemos tratado a todas las pacientes que han dado positivo y con eso estamos muy contentos. Además, este año ha habido una novedad, el sistema PCR para detectar el virus en tan solo una hora. Las mujeres venían y se hacían una autónoma vaginal para detectar mediante PCR si tenían o no el virus y luego les hacíamos la inspección. Después esperaban una hora al resultado y si la prueba daba positivo les tratábamos con termoablación. Este procedimiento consiste en una especie de pistola a 100 grados, que se introduce por la vagina para apoyarse en el cuello del útero y quemar así la lesión durante un minuto para tratar la enfermedad.
– ¿Por qué este año se ha decidido hacer la PCR y no en años anteriores?
– La inspección visual es un poco imprecisa. Con la PCR puedes ver si hay lesiones que se hayan podido escapar. En España el método de cribado de este cáncer se hace mediante PCR, por eso el doctor Chiva quería llevar allí un método un poco más preciso. Lo que han hecho para abaratar costes es hacer tres pruebas juntas en el laboratorio. Si salen las tres negativas, puedes descartar esas tres mujeres y te ahorras dos procesos en el laboratorio.
– ¿Cuál es el objetivo principal de este proyecto?
– El objetivo es que se quede implantado allí. Nosotros en 15 días hemos visto a 500 mujeres seguidas, pero luego durante el año los médicos de allí tienen que seguir viendo a las mujeres. Lo que hacíamos era trabajar con médicos locales e intentábamos enseñar todo el proceso para que luego, cuando nosotros nos vayamos, esto siga adelante.
– ¿Cómo funciona el sistema de cribado de la investigación?
– Un año antes hay una campaña muy fuerte de información en el Congo sobre el cribado que va a haber durante dos semanas de julio para que mujeres asintomáticas lo vayan oyendo. Cuando llegamos ya había muchísimas que querían hacerlo. Hay algunos requisitos; que sean activas sexualmente, que tengan entre 25 y 65 años, que no estén embarazadas ni lo hayan estado en las ocho semanas previas y, en caso de ser VIH positivas, la edad se adelanta a 18 y se retrasa a 75. Este año también había otra novedad, hemos empezado a cobrar dos dólares. El año pasado hicieron una encuesta sobre si querían pagar y en el resultado salió que estaban dispuestos a pagar hasta cinco dólares. Con estos datos, el doctor Chiva quiso empezar a cobrar para que las mujeres también valoren un poco la importancia de hacer este proceso y que podemos prevenir enfermedades.
– Los 600 kilos de material médico que llevan desde aquí, ¿de dónde proceden?
– Son inversiones y también muchísimas donaciones de gente de España y empresas grandes que le dan dinero a Fundación Amigos de Monkoles y con eso nos costeamos el material.
– En todo este proyecto, ¿qué es exactamente lo que se hacía allí cuando una mujer llegaba a consulta?
– Cuando la mujer llegaba firmaba el consentimiento, ella misma se hacía la autónoma vaginal y luego pasaba a nuestra consulta. Hacíamos una inspección ginecológica normal y le mirábamos el cuello del útero. Con un método de visualización que consistía en poner unas gotitas de ácido acético, comprobábamos si había lesión del virus. Después se le añadía un tinte de lugol que debería cubrir todo el cuello uterino y, por último, tomábamos otra muestra y a la hora salía el resultado positivo o negativo. En caso de positivo hacíamos la termoablación.
– ¿Cuál era su función como estudiantes?
– Para ser estudiantes de cuarto hemos tenido muchísima autonomía, porque también era un proceso muy automático. Durante el año nos reuníamos todos los martes para que nos dieran clases de cáncer de cuello uterino. Nos explicaron cómo hacer todo el proceso y nosotros llegamos al Congo muy bien preparados. Ha sido una experiencia muy enriquecedora, al final estábamos muy acostumbrados a estar siempre con un médico y tener tanta autonomía nos ha venido muy bien para aprender un montón, aunque siempre había ginecólogos por allí por si necesitábamos ayuda.
– ¿Cómo ha sido para usted la experiencia?
– Ha sido una experiencia increíble. Es verdad que ha sido muy impactante, ya veníamos avisados por el doctor de que la realidad supera todo lo que te puedan contar, pero hasta que no estás allí no te lo puedes creer. Había un montón de gente pidiéndonos dinero, comida y durmiendo en el aeropuerto. Nos recogieron unas furgonetas y nos llevaron hasta el hospital, las carreteras allí son un caos, por llamarlas carreteras. No están ni asfaltadas, no hay pasos de cebra y tampoco hay semáforos. La gente conduce como puede, en el camino ya vimos tres atropellos. Se ven casas muy pobres como de adobe, muchísima gente por la calle y basura en las calles porque no hay contenedores.
– ¿Tiene previsto volver?
– Me encantaría volver el año que viene. Me gusta mucho la Ginecología y me encantaría poder hacer esta especialidad. Además poder aprender del doctor Chiva ha sido una suerte tremenda porque él es un médico muy bueno. Poder tenerlo cerca para enseñarme ha sido una suerte.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.