Secciones
Servicios
Destacamos
Los números son tozudos y dicen lo que dicen. El año pasado, según los datos oficiales de la Dirección General de Tráfico, 19 personas murieron en las carreteras riojanas. Una cifra que puede parecer exigua en términos absolutos (en el total nacional el número ascendió ... a 1.200), pero terrible si tenemos en cuenta las reducidas dimensiones de la comunidad autónoma. La propia DGT elabora un índice relativo para medir el número de fallecimientos por millón de habitantes. En esta fotografía tenebrosa, La Rioja no sale en absoluto bien parada. Todo lo contrario: es la región que arroja la tasa más abultada de España -y con mucha diferencia-, al marcar un índice de 61, un dato que supera con mucho la media nacional, que se queda en 39.
Una cifra que además contrasta de manera sangrante con la que registran las comunidades autónomas vecinas, especialmente Navarra (24) y el País Vasco (14), cuyos índices de mortalidad vial figuran entre los más bajos del país. Aunque Castilla y León presenta un índice de 50 y tampoco puede presumir demasiado, en su caso cuenta al menos con el atenuante de ser una región extensísima aunque poco poblada, formada por ocho provincias y cruzada por muchos más kilómetros de carreteras que La Rioja.
El año pasado, la red autonómica riojana registró un fallecido menos que en el anterior -según los datos de la DGT-, aunque hubo dos meses terribles, marzo, con cuatro muertos, y abril, con cinco. En cuanto a las carreteras, la N-232 no se baja de su lúgubre podio, con nueve siniestros y 13 fallecidos en total. Aunque todavía es muy pronto para evaluar el impacto del desvío de los grandes camiones por la autopista AP-68, desde la entrada en vigor de la medida, el pasado uno de diciembre, no se han producido siniestros mortales en la comunidad autónoma. En cualquier caso, parece evidente que la diferencia entre las tasas de fallecidos por comunidades autónomas tiene más que ver con el estado de las carreteras o con el escaso número de kilómetros de autovías que con la imprudencia, los malos hábitos o con las distracciones de los conductores, que son comparables a un lado o al otro del Ebro.
Los datos riojanos superan incluso la media europea, fijada en 51, y resultan peores que países tradicionalmente considerados más peligrosos por los conductores como Chipre, Portugal o Malta, según datos de la Comisión Europea. La tasa riojana equivale a la de países como Hungría o la República Checa. Si La Rioja fuese el vigésimo noveno estado de la Unión Europea, sólo habría ocho países con mayor tasa de fallecidos en las carreteras. Un análisis comparado de todas estas estadísticas demuestra que este fúnebre dato tiene un culpable principal: la N-232 (y la ausencia de alternativas económicas).
La Dirección General de Tráfico presentó estos datos la pasada semana. Reconoció que en las carreteras españoles se había producido un repunte sostenido en el número de fallecidos, con un crecimiento del 3,3% con respecto al año pasado, aunque todavía muy lejos de los 5.940 que se alcanzaron en 1989, el año que marcó el pico más alto de siniestralidad. Al conocer los datos, el RACE (Real Automóvil Club de España) reclamó mejoras en infraestructuras, ayudas para renovar el parque automovilístico y mayor formación vial.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.