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Con el otoño llega la temporada de setas. Muchos aficionados, cada vez más, desempolvan cestas y afilan navajas, y se echan al monte en busca de ejemplares. Es esta una práctica saludable por cuanto se ejercita andando y en oxigenados lugares al aire libre, en itinerarios que, sean cuales sean, siempre terminan en un plato. Por esto último es, también, una actividad de cierto riesgo, porque setas y hongos conforman un mundo resbaladizo, plagado de dudas, por eso de que casi todas las especies tienen otras similares. Hay que conocerlo muy bien. Las consecuencias de un error oscilan entre chuparse los dedos, unos retortijones o el otro barrio. Un curioso adagio setero dice que «todas las setas son comestibles, pero algunas solo una vez»... Ante la duda, no hacer nada.
Muchos ya han estrenado la temporada, con éxito. «Hace semanas hubo unas lluvias muy buenas, que dieron lugar a una floración muy interesante, de muchas especies. Ha sido un inicio muy bueno, que nos dio mucha ilusión. Hasta los níscalos se han adelantado. También se pueden encontrar setas cardo, senderuela, boletus... Está habiendo variedad», indicaba hace unos días Carmelo Úbeda, uno de los mayores expertos en micología de España, alma mater de las jornadas micológicas de Ezcaray y autor del libro 'Setas del Alto Oja', una biblia para los aficionados.
A aquellas precipitaciones, sin embargo, está siguiendo un tiempo prolongadamente seco. «Si esto sigue así vamos a tener problemas para encontrar setas. Tiene que llover. Dos o tres días que caiga abundante agua y resuelto el problema», indica Úbeda.
No se pueden coger setas en cualquier sitio. Los abusos cometidos por muchas personas, el negocio que generan y las malas prácticas han llevado a numerosos municipios a regular su recogida. En La Rioja hay diversos terrenos acotados autorizados, en los que para recolectar setas hay que obtener previamente licencia, que es expedida en el propio ayuntamiento. De estos espacios, según recoge el Gobierno regional en su página web, los hay en Nestares, Villoslada de Cameros, Lumbreras, Ortigosa de Cameros, Cornago, Igea, Ausejo y Ocón, El Rasillo, Sotés, Viniegra de Arriba, Santurdejo, Santa Coloma, Viguera, Nalda y Sorzano, Ventosa, Sojuela, Daroca de Rioja y Nieva de Cameros.
En todos ellos, las zonas acotadas deben estar señalizadas mediante carteles que deben situarse de forma visible en los caminos, pistas forestales y senderos legalmente establecidos.
Úbeda es contrario a que en Ezcaray haya coto. «Es un atractivo turístico que no haya cotos, siempre que haya respeto a la naturaleza, por supuesto, y con un cierto control para que no se cojan demasiadas», indica. Él tira para Ezcaray, porque se considera y es un ezcarayense más, y asegura que «es el paraíso de los micólogos», sobre todo por la variedad, fruto de la amalgama de hábitats existentes. Este atractivo, que une a las bondades culinarias, paisajísticas y de ocio hace que las setas sean, en su opinión, un motor generador de riqueza. Por eso, asegura que «para mí es un acierto que Ezcaray sea un coto libre». «Más que regularlo hace falta educación en el monte», opina.
Además de la educación, la recolección de setas en La Rioja está sujeta a una serie de normas. Por ejemplo, no se pueden recolectar más de 3 kilos por persona y día, excepto en los terrenos acotados. Está prohibido recoger setas o trufas de noche y tampoco se puede los lunes y martes, excepto si son festivos nacionales o regionales.
Tampoco está permitido arrancar los ejemplares de setas con la mano desde la base del pie llevándose el micelio, excepto en aquellas especies que se requiera para su identificación. Igualmente, no se puede portar y/o usar herramientas para dañar el terreno (hoces, rastrillos, azadas, etc), cortar o arrancar vegetación o recolectar ejemplares durante la ejecución de una batida de caza.
Igualmente, solo deben recolectarse aquellos que hayan llegado a su tamaño normal de madurez. Los ejemplares pasados, rotos o alterados hay que dejarlos, tal cual, en el lugar. Además, las setas deben trasladarse por el monte en recipientes que permitan la dispersión de las esporas, tales como cestas de mimbre, paja, caña, etc. Nada de bolsas de plástico.
La inobservancia de estas medidas puede acarrear sanciones de entre 100 y 1.000 euros, además del decomiso de los productos forestales recolectados.
El consumo de algunas especies causa cada año cientos de intoxicaciones de distinta gravedad, incluso mortales. Detrás de muchas está la Amanita Phalloides
La sensatez debe ser la norma número uno en la recolección de setas. Es un mundo apasionante, sin duda, que llama mucho la atención, como lo demuestran las jornadas micológicas que se celebran cada año en diversos municipios de La Rioja, que se llenan de público. Pero hay que tener mucho cuidado con ellas, porque cada año son causa de cientos de intoxicaciones, algunas de ellas mortales. Una de las últimas víctimas, que se haya hecho público, fue un vecino de Valverde del Camino (Huelva), que falleció el pasado mes de marzo tras consumir dos setas que confundió con Gurumelos (Amanita Ponderosa). En realidad eran de la variedad Amanita Verna, muy parecidas.
No hay datos oficiales, pero se estima que cada año se producen en España del orden de 400 casos de intoxicaciones, cuyas consecuencias van desde un buen retortijón hasta, en un porcentaje muy pequeño, el fallecimiento.
Algunas fuentes especializadas fijan una media de tres muertes al año por este motivo. En un altísimo porcentaje, detrás de los fallecimientos está la Amanita Phalloides, la seta asesina, a la que conviene memorizar muy bien para que no termine en un plato.
Esta variedad produce una intoxicación de largo periodo de latencia. Es decir, sus síntomas tardan en aparecer, a las seis o incluso doce horas, o más, después de su ingesta, cuando ya ha producido daños en órganos vitales como el riñón o el hígado, en algunos casos irreversibles.
¿Qué es lo que hace que esta seta sea tan nociva?: la amatoxina, una sustancia hepatotóxica que se encuentra en elevada cantidad en esta especie, por lo que basta con comer una para que sea mortal.
No obstante, la gran mayoría de las intoxicaciones se saldan con gastroenteritis más o menos severas, que duran pocos días, y en otras de escasa gravedad.
La mayor letalidad de esta especie se debe, además de a que se confunde con otras, a que es muy abundante. Es la más conocida, pero en España también hay otras especies mortales, como la Amanita Verna, Lepiota brunneoincarnata y la Lepiota helveola, la Galerina marginata o el Cortinario de montaña, por citar algunas.
Logroño, Ezcaray, Haro, Nieva, Arnedillo, Villarroya, Igea, Alfaro... Son algunas de las localidades riojanas que cada año convierten a setas y hongos en grandes protagonistas, a través de jornadas micológicas. Una de las referencias más veteranas es Ezcaray, localidad que articula a través de su asociación Amigos de Ezcaray un gran esfuerzo por acercar a profanos y entendidos este mundo de esporas, láminas y sombreros. Ya ha puesto fecha a su 29 edición: del 30 de octubre al 7 de noviembre, este último, día de la exposición micológica.
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Clara Alba y José A. González
Alberto Gil | Logroño
Juan Cano, Sara I. Belled y Clara Privé
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