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Los agricultores tienen muchos motivos de preocupación: aumento de costes, competencia desleal, bajos precios, crisis de consumo, incumplimientos de la ley de la cadena... Y, como siempre, también la eterna preocupación meteorológica: heladas, pedriscos, inundaciones, sequía... Bueno, esta última y durante los próximos meses, desaparecerá ... de su lista porque La Rioja encara la primavera con unas reservas de agua muy altas que garantizan el consumo de agua de boca y también el riego.
A 1 de marzo, los pantanos riojanos acogen 114,63 hectómetros cúbicos. Desde 2015, cuando los entonces tres pantanos de referencia (Pajares, Mansilla y González Lacasa) albergaban 125,2 hectómetros cúbicos, ningún año se había presentado con estas credenciales hídricas.
Y la cifra podría haber sido mayor (y lo será en los próximos días gracias a las tardías nevadas) si en Mansilla no hubiesen tenido que desembalsar decenas de hectómetros cúbicos durante la última semana para evitar el llenado total.
Este viernes, Mansilla se encontraba lleno al 89,2% mientras desaguaba casi 8 hectómetros cúbicos y recibía 7,4, en busca de un equilibrio para mantener un margen con el que evitar sueltas masivas o mayores riesgos.
Mientras, en Ortigosa, el González Lacasa cerró la jornada de ayer al 91,2% de su capacidad, superando la barrera de los 30 hectómetros cúbicos. Basta recordar que hace una semana sus reservas eran 2,5 hectómetros cúbicos menores. En este caso, el desagüe ha sido testimonial, aunque si continúan las precipitaciones tocará abrir las compuertas para contar con garantías de seguridad.
Y es Pajares el que menos luce, con un 53% de agua y con 18,65 hectómetros cúbicos, al que las lluvias apenas le han aportado un hectómetro cúbico. Además, para las reservas hídricas este año se deben contabilizar los 4,8 hectómetros cúbicos de Enciso, que el pasado 31 de enero oficialmente entró en funcionamiento.
En la memoria de todos está muy reciente la situación vivida el pasado año en buena parte de La Rioja, aunque con especial incidencia en el valle del Iregua, cuando los riegos se restringieron y solo unas puntuales tormentas en junio y septiembre salvaron los frutales y las cosechas.
A 1 de marzo de 2023, en Pajares y González Lacasa (los dos pantanos de esa cuenca) se embalsaban 26,3 hectómetros cúbicos. Este viernes eran 48,7, es decir, 22,4 hectómetros cúbicos más. En total, respecto al año pasado, son 30 los hectómetros cúbicos más con los que se puede contar.
Pese a que la situación se podría calificar de muy buena, la irregularidad de las precipitaciones y la tendencia a una disminución de estas obliga a gestionar mejor los recursos hídricos. En la última semana ha habido que dejar correr millones de litros de agua con la que ya nunca se podrá contar. Pero no sabemos qué ocurrirá en los próximos meses, por lo que el ahorro es más que nunca una necesidad.
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