Desmontando la Torre de Babel en Logroño

Lejos del significado religioso de este mito -pero cerca del moral- se encuentra 'Rioja Babel', un grupo de intercambio de idiomas conformado por más de 500 personas que organizan, semanalmente, quedadas en diferentes bares y cafeterías de Logroño para aprender otras lenguas, conocer a personas de diferentes partes del mundo y pasarlo bien.

«Llegué a Logroño hace sólo un par de meses. Para mí ha sido muy complicado porque cuando me trasladé aquí no conocía a nadie. Este grupo me ha ayudado a conocer a gente de mi edad, mejorar mi español e inglés y poder disfrutar más de mi estancia en la ciudad», explica Stefan Schoch, un alemán que acude frecuentemente a estos encuentros.

Según declara Laura Morales, una de las administradoras de 'Rioja Babel', el grupo nació hace unos seis o siete años. «Empezamos quedando en el café Bretón, luego hemos ido cambiando de lugares y ahora solemos venir aquí, al bar Parlamento, con un poco más de movimiento, más informal».

A las 21.00 horas del pasado jueves, ocho personas se citaron en la puerta del famoso local. Dos de ellas era la primera vez que venían, el resto ya conocían a Laura, una de las anfitrionas del grupo encargada de elegir las fechas, reservar el sitio y animar a la gente a participar. «La organizadora principal se llama Nina, ella se encarga de gestionar el grupo y llevar las redes sociales. Yo, como otras quince personas, le ayudo con lo demás».

Se sientan en una de las mesas más alejadas de la puerta, al lado de un futbolín. Buscan tener un espacio animado pero también tranquilo para empezar a conversar. Entre ellos se encuentra Sandy De La Paz, una joven de Filipinas que llegó a Logroño en septiembre para dar clases de inglés como auxiliar de conversación en un colegio concertado.

A su lado, otros dos filipinos le animan a hablar. «He hecho muy buenos amigos en este grupo, muchos son un apoyo. Los veo y quedo con ellos fuera de estas reuniones, especialmente en Portales y en la Laurel. Es gente realmente interesante, de diferentes nacionalidades, que me ha ayudado mucho a adaptarme a la ciudad cuando no conocía a casi nadie».

Una historia similar es la que vivieron Daniela Hincapié y Leigh Jahnke, que se conocieron hace unos pocos meses en este mismo bar y ahora son uña y carne. Daniela es de familia colombiana, pero lleva en La Rioja toda su infancia y tiene la doble nacionalidad. Leigh es norteamericana y llegó a Logroño hace siete meses para dar clases de inglés.

Ambas llegaron al grupo de intercambio con un objetivo similar: el de ampliar su círculo de amistad y mejorar su nivel de inglés y español, respectivamente. «A estas reuniones vienen personas de multitud de países alrededor del mundo. Creamos vínculos, amistades, intercambiamos experiencias, bebemos cerveza, jugamos a juegos y lo pasamos bien. Gracias a 'Rioja Babel' conocí a Leigh», explica Daniela.

A estos encuentros no sólo viene gente de fuera de España. En el caso de Noemí Crespo es logroñesa y ha decidido acudir porque necesita aprender inglés para su trabajo. «Este grupo me lo recomendó la hija de unos amigos míos. Yo voy a clases de inglés, pero estas quedadas son más relajadas. Puedes conocer otras culturas, otra gente. Yo les enseño español y ellos me enseñan a mí inglés».

Christian Samia, por su parte, viene todas las semanas. Le gustan estos planes. A él, que llegó desde Filipinas hace también unos meses, estas quedadas le han ayudado mucho a conocer personas y a mejorar su nivel de español. «Cuando llegué al país no conocía a mucha gente. Esto me ayudó a abrirme a otras culturas, mejorar mi español y socializar. Gracias a 'Rioja Babel' he hecho muy buenos amigos, con algunos de los cuales quedo frecuentemente a tomar algo y a estudiar».

No han pasado ni quince minutos desde que llegaron y en los móviles de cada uno ya saltan notificaciones. Casi todas las semanas, de miércoles a sábado, una lista de WhatsApp enviada en el grupo 'Riojababel Intercambios' los anima a apuntarse al siguiente plan. En ellas, cada uno de los 542 participantes pueden apuntar su nombre para que quede constancia de cuántas personas van a reunirse un día concreto para hablar. Mediante el emoticono de una bandera muestran su nacionalidad. Para Laura, gracias a estos planes «aprendemos cosas que no hubieran sido posibles si no fuera por Rioja Babel».