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Miércoles, 23 de enero 2019, 16:41
Ayer por la tarde Javier Alonso, al que todos en el mundo periodístico conocemos porque fue durante años el presidente de la Asociación de la Prensa de La Rioja, nos sorprendió con un mensaje en su página de Facebook. En él explicaba que había uno de sus riñones a su esposa, Maika Soto, en un trasplante entre vivos, en lo que ha calificaba como «un acto de amor» y por el que no se siente un héroe, sino «alguien que ha hecho algo normal por quien quieres», como hoy relata la agencia EFE.
Este periodista (Bilbao, 1967) y su esposa, de 49, se han sometido a una operación en el Hospital Universitario de Cruces, en Baracaldo (Vizcaya), el pasado día 16, que «ha salido todo bien» y «el riñón donado está trabajando en su nuevo destino», informa la agencia de noticias que ha contactado con él.
«Creo que no es un acto de generosidad, ni de valentía, no quiero que me llamen héroe porque no he hecho nada extraordinario, he hecho algo normal por alguien a quien quiero», ha narrado Alonso, quien no juzga a nadie y que respeta a aquellos que no opinen como él en este ámbito de la donación entre vivos.
Ha insistido en que «no es un acto de generosidad, sino de egoísmo», ya que cuando mejore la calidad de vida de su esposa, mejorará también la suya y la de los dos hijos que tienen en común, Ander y Nuria.
Este periodista, afincado en Logroño desde hacer 29 años, ha querido contar su historia, que también ha compartido en las redes sociales, con el fin de dar visibilidad a la donación renal entre vivos y concienciar a la sociedad sobre la existencia de esta posibilidad; así como a los profesionales sanitarios.
«Pienso que hay que normalizar y fomentar las donaciones de riñón entre vivos y eliminar la hemodiálisis como una parte casi inevitable del proceso de los enfermos con insuficiencia renal», ha subrayado Alonso.
Para él, «desde el primer diagnóstico, al enfermo de riñón se le debería mencionar la posibilidad de una donación entre vivos como una opción», por lo que ha abogado por «dotar de normalidad a este tipo de donaciones, quitarles connotaciones de heroicidad y bajar el volumen de esa musiquilla épica que escucho de fondo».
Soto, quien desde la operación tiene tres riñones, fue diagnosticada de una enfermedad renal en diciembre de 2007, dolencia en la que tiene «un máster» porque varios de sus familiares, entre ellos su madre, están trasplantados de riñón procedente de cadáver y ella es la primera que ha optado por uno entre vivos.
El matrimonio, en agosto de 2016, se empezó a plantear esta posibilidad, después de que, en una de sus visitas médicas, un médico les informase sobre ello.
Ha reconocido que los enfermos y sus familiares, cuando acuden a las primeras consultas, suelen escuchar algo parecido a «si te cuidas, puedes aguantar unos cuantos años con tus riñones, después pasarás a diálisis y a esperar un riñón de cadáver, que seguro que llegará».
Para él, el mensaje de esa primera visita debería ser algo así como «si te cuidas, puedes aguantar unos cuantos años con tus riñones; cuando se estén agotando, cabe la opción de encontrar un donante vivo si existe en tu entorno o de un trasplante de cadáver; y la hemodiálisis es la última opción mientras aparece ese riñón».
Ha insistido en que «los familiares nunca deben ser coaccionados, ni por el enfermo ni por los profesionales sanitarios», pero cree que «tienen derecho a escuchar esto, interiorizar la alternativa y prepararse para ella».
Alonso, para quien el sistema sanitario español es «ejemplar», ha señalado que ha estado «tranquilo y convencido» de lo que hacía desde el primer momento durante todo este proceso, que ha incluido también informes psiquiátricos, del Comité de Ética del Hospital de Cruces y del Juzgado.
Ha expresado su agradecimiento a los profesiones de este hospital vizcaíno y del Hospital San Pedro de Logroño que les han atendido durante estos años y a la «magnífica» coordinación entre las administraciones sanitarias de La Rioja y Euskadi.
Esta coordinación ha permitido que tres pacientes de La Rioja, dos de ellos en 2018 y uno en 2019, se hayan sometido en el Hospital de Cruces a trasplantes de riñón entre vivos, todos ellos donados por un familiar.
Alonso, quien nació hace 51 años en el Hospital de Cruces, ha recibido un diploma del Servicio Vasco de Salud «en honor y reconocimiento a la donación de un riñón, que conlleva la oportunidad de recobrar la salud y el bienestar y que representa el gesto más grande de generosidad y actitud humanitaria hacia los demás». .
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