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El Gobierno central dio el pasado martes un paso significativo al querer restringir, con un mecanismo de verificación de edad, el acceso de los más jóvenes a las páginas web de contenido pornográfico. La medida no es baladí. Las cifras son preocupantes: cada vez más ... niños tienen su propio móvil y acceden a internet a edades cada más tempranas sin ningún tipo de control parental. Los adolescentes descubren la pornografía por primera vez a los doce años y siete de cada diez, consumen estos contenidos sexuales de forma frecuente, según los últimos datos del informe elaborado por Save the Children.
De ahí que esta ley que está dispuesto a desarrollar el Ejecutivo se erija como «una buena noticia». «Tenemos que estar muy contentos con la propuesta del Gobierno, por fin se hace algo a nivel legal en relación a este tema», afirma Blanca Elía, portavoz de la plataforma 'daleunavuelta.org'. En ella, donde investigan, ofrecen recursos 'on line' y sesiones en distintos centros escolares, han detectado que el inicio del consumo puede llegar a ser incluso más prematuro. «Tenemos comprobado que un niño de 8-9 años que hace ese primer acceso no va buscando pornografía explícitamente, porque aún no tiene esa curiosidad, que es más propia de la adolescencia, pero el caso es que se la están encontrando», advierte. De ahí «la necesidad de una ley o de que alguien meta mano a nivel legislativo», insiste Elía mientras puntualiza que «esos chavales no lo van a buscar, pero a veces ponen una palabra como 'culo' y les aparecen millones de páginas pornográficas a su alcance».
Blanca Elía
Portavoz de 'daleunavuelta.org'
Los efectos de este acceso prematuro no podrían resultar más nocivos. «La pornografía ya no es la de la revista del quiosco de aquella época, la de ahora contiene una ingente cantidad de violencia y de degradación que, generalmente, es hacia la mujer. El 89% de los vídeos contienen violencia física o verbal hacia la mujer, con lo cual, un niño no sabe lo que es una relación sexual todavía». A todo esto se añade, además, que «los padres seguimos sin hablar de sexualidad con nuestros hijos y si lo único que saben es lo que están recibiendo de la pornografía, con ese contenido violento y agresivo, sin ninguna duda, ya todos los expertos están de acuerdo, el aumento de la violencia en la sociedad y las agresiones sexuales está relacionado con el consumo frecuente de pornografía; y se incrementa cuanto más prematura es ese visionado», alerta. No solo eso. «Les incapacita para mostrar empatía, hasta en casos de violaciones en grupo y les distorsiona la visión de la sexualidad, de ahí la importancia de los talleres, de la educación afectivo-sexual por parte de los padres y de que los colegios nos ayuden a los padres a saber cómo afrontar esta realidad».
Con el mecanismo de verificación de edad, «a través de un certificado digital que esté en los dispositivos de quienes utilicen internet, en cuanto se conecten a una página web, este comprobará su edad sin comunicar, en principio, ningún dato más, y a partir de ahí, permitiría o no su acceso a la web», explica el abogado David Maeztu.
Pero no todo resulta tan sencillo. «El problema es cómo le obligas a una empresa que no está en España a cumplir una normativa nacional, es decir, a implementar en sus servidores este mecanismo», expone mientras apunta que otro inconveniente radica en cómo se puede evitar que «el que está en el país pueda geolocalizarse en otro lugar a través de una red privada virtual o de otra herramienta. En cualquier caso, asegura que «la medida más efectiva siempre va a ser la educación, el control del dispositivo. Todo lo que sean planes para ayudar a los padres a comprender los riesgos potenciales y el manejo que puedan ayudar a sus hijos puede estar bien, luego están los colegios, las actividades de divulgación...».
David Maeztu
Abogado
Para Gemma Mestre, investigadora principal del Grupo de Investigación en Adicciones Comportamentales de UNIR, es importante «distinguir» el consumo de pornografía de un «uso problemático», que «no llegan a desarrollar todos los adolescentes y jóvenes». No obstante, en aquellos casos en los que «la pornografía se convierte en el centro de su vida, cada vez necesitan consumir contenidos más extremos para sentir la excitación que sentían al inicio. Todo ello les genera una interferencia en su vida y muchos acaban teniendo conflictos, una bajada del rendimiento escolar... los adolescentes y jóvenes son más vulnerables a este tipo de contenidos explícitos que interfieren en su vida sexual, en la manera que tienen de percibir los roles de género, les cuesta distinguir lo que es realidad de la ficción del porno».
Gemma Mestre
Invest. Adicciones Comportamentales de UNIR
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