Los riesgos de bañarse en la terraza

El Colegio de Ingenieros Industriales avisa de los daños que las piscinas portátiles pueden causar en los forjados de los edificios

Iñaki García

Logroño

Domingo, 4 de agosto 2024, 08:27

Las piscinas portátiles se pusieron de moda durante el confinamiento. Hubo, de hecho, tiendas especializadas en este sector que aseguraron haber aumentado la venta de esos artículos un 350% porque la gente quería tener un lugar a mano en el que darse un chapuzón y ... refrescarse. Pasado el tiempo, esas piscinas (que no se incluyen en el catastro) continúan en los hogares, pero su colocación en terrazas, balcones, áticos o azoteas no resulta un asunto baladí, tal y como advierten desde el Colegio de Ingenieros Industriales de Aragón y La Rioja. «No es algo que se pueda instalar alegremente porque el agua pesa y ese peso puede repercutir en la estructura del edificio», avisa Eloy Rodríguez.

Publicidad

Ya cuando la fiebre por la adquisición de estos artículos creció durante el covid, arquitectos, arquitectos técnicos y administradores de fincas advirtieron de sus riesgos, además de explicar cuál es el marco legal que regula la instalación de estas piscinas. «Si un vecino quiere instalar o instala una piscina y esto supone la alteración de algún elemento común, no puede hacerlo sin la autorización previa de la Junta de Propietarios, y esta autorización ha de ser por unanimidad y siempre que no suponga ningún riesgo para la finca ni para los vecinos», se expuso desde el Consejo General de los Colegios de Administradores de Fincas. «Si la intención es instalar una piscina portátil en una terraza, no es necesario el acuerdo de la Junta de Propietarios, pero si es conveniente comunicarlo a la Comunidad de Propietarios y acompañar un informe técnico que garantice que no se va a ver afectado ningún elemento y que la instalación es técnicamente viable», se añadió.

Este contenido no puede visualizarse correctamente en este formato. Ver experiencia completa

Y en el tema técnico lo importante son las posibles sobrecargas que se puedan originar. Así, el secretario del Colegio de Ingenieros Industriales señala que, a grandes rasgos, el límite de sobrecargas que se establece en edificios residenciales es de 200 kilogramos por metro cuadrado. «Eso se traduce en que si instalamos una piscina de un metro por un metro y la llenamos con 20 centímetros de altura de agua ya alcanzaríamos esos 200 kilos», ejemplifica Rodríguez. A ese peso habría que añadir otros como el de las personas que en ella se bañen, aumentando así los riesgos sobre el forjado que sustenta la estructura de la casa en cuestión.

Colapso

Conocida la teoría, Rodríguez explica qué ocurre en la práctica cuando un forjado está sometido a un peso mayor del que puede soportar. «Las estructuras están compuestas por unas vigas pequeñas, que se llaman viguetas, que son la que reparten el peso entre las vigas», cuenta el secretario del Colegio de Ingenieros. «Si tú metes demasiada carga en un punto determinado, lo que ocurre es que el forjado tiende a hundirse, pudiendo llegar incluso a colapsar», apostilla. «Y cuando digo colapsar me refiero a partirse y caerse, con el peligro que eso puede suponer tanto para los que están debajo de la estructura como para los que están arriba», remata su explicación.

Este contenido no puede visualizarse correctamente en este formato. Ver experiencia completa

Ante estos riesgos, Rodríguez manda un claro mensaje sobre cómo hay que actuar cuando se quiera instalar una piscina portátil en una terraza, balcón o ático. «Salvo en los casos de piscinas muy pequeñas, de chapoteo, para niños, se debería contar con un informe técnico previo que certifique que el forjado aguanta el peso que se quiera poner», recalca. «Estamos hablando de cualquier piscina de adultos, de un jacuzzi... Cualquier instalación de entidad tendría que contar con ese informe técnico para evitar posibles accidentes», concluye.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

¡Oferta 136 Aniversario!

Publicidad