Si leen ustedes un poquito más pallá en este mismo medio, verán que la situación en los pueblos riojanos se está poniendo peluda. Aunque no es algo sorprendente, lo cual resulta todavía peor. O sea, que estamos asumiendo con una resignación encantadora que la ... mayoría de nuestro patrimonio humano desaparezca. Como si la despoblación nos lloviera del cielo, y solo cupiera abrir el paraguas y poner cara de circunstancias. Qué pena, oye. A ver qué hay en Netflix.
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La cuestión a estas alturas sigue siendo la misma de siempre. ¿Cabe hacer algo? Y la respuesta, creo yo, es que sí cabe. Pero teniendo en cuenta que todo pasa por una cosilla de nada. Gastar. Y no gastar en migajas ni a ratos, sino gastar lo que Richard Gere definió como nadie: «una cantidad realmente escandalosa de dinero».
Y además, sabiendo que, como nos enfrentamos con algo que nunca habíamos visto (o nunca nos había importado como ahora), tampoco tenemos la seguridad de que vayamos a acertar. Hay que echar un montón de redes con la esperanza de que aquí y allá vayan cayendo pececillos.
Y eso que, en realidad, para que la gente se plantee ir a vivir a Pinillos, digamos, hace falta lo mismo que para que se plantee ir a vivir a Vara de Rey.
Una casa. Rehabilitar una vivienda en un pueblo en riesgo de despoblación debería ser lo más cercano posible a gratis. Sí, ya, me fastidia tener que pagar en Logroño y que uno de Viniegra no. Pero es que de eso va esta historia.
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Comunicaciones. Las carreteras, sí, pero sobre todo de las otras. O pagamos un internet al menos comparable al que tenga un vecino de Cascajos o no hay nada que hacer. Nada de nada. No esperemos que Telefónica vaya a sufragar esto: o nosotros o nadie.
Impuestos. El que se decida a trabajar en Munilla debería pagar menos cuota de autónomos o menos IRPF o menos lo que sea. De nuevo: es injusto con el resto. Sí, señor. Discriminación positiva, le decimos.
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Médicos y profesores. Que el doctor y el maestro estén lo más cerca que se pueda. Eso supone que cada alumno y cada paciente de por ahí arriba costará al erario público bastante más que uno en Calahorra.
Y esto, durante muchos años. O también podemos dejar de decir buenas palabras y dejar que crezcan las zarzas. Ustedes eligen.
Miércoles | Bretón
Curiosa demostración de fuerza de Alberto Bretón en la puesta de largo de Por La Rioja. Meter a 300 personas para aplaudir algo que nadie sabe muy bien lo que es es cosa complicada. Me da a mí, como decía ayer Alberto Gil, que la parte de PP cabreado que nutre la nueva formación es sensiblemente más pequeña que la parte de regionalismo enfadado.
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Puede que me equivoque, pero si eso es así, el proyecto de implantación de la 'España Vacía' en La Rioja lo lleva chungo. Lo cual podría tener una derivada curiosa: en lugar de perjudicar al PP (no demasiado al menos) igual acaba dejando a Andreu sin una de sus hipotéticas muletas.
Viernes | Ucrania
Yana va a la Enseñanza, toca la batería, tiene una amiga armenia, habla un español decente. También se conecta todos los días con su instituto de Jersón, para seguir con algunas clases en ucraniano. Yana está, parece, bien. Solo que no debería estar aquí. Porque en su país hay una guerra que se lo ha llevado todo por delante y que ha hecho que la familia de Yana haya acabado en Logroño, nada menos.Yana estaría mejor en paz, claro.
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Pero a quienes se quedan con la palabra «paz» y no dan el siguiente paso, habrá que recordarles que todo esto no pasa por casualidad, sino por el designio y la culpa eterna de un tal Putin. En casa de Yana luchamos todos.
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