El último teléfono
Línea de puntos ·
«Es una lección asumida desde hace tiempo en la tribuna de prensa del Parlamento: lo importante siempre puede esperar a que se despeje del orden del día la hojarasca»Secciones
Servicios
Destacamos
Línea de puntos ·
«Es una lección asumida desde hace tiempo en la tribuna de prensa del Parlamento: lo importante siempre puede esperar a que se despeje del orden del día la hojarasca»El escritor colombiano Álvaro Mutis resumía con una anécdota su visita a Felipe González en su trono de Moncloa. Cuando recorrió su despacho y se interesó ante el presidente sobre cómo notaba en esa estancia el peso del poder sobre sus hombros, González señaló hacia ... el teléfono: «Se nota en que ése es el último que suena». La corona presidencial encarnada, según concluyó el inolvidable autor de Maqroll el Naviero, no tanto en ese artilugio como en el intangible que simbolizaba: la soledad del poder. La misma que sintieron otros antes que González y que distingue las andanzas de cada gobernante por el universo mundo, cada cual a su escala. El peso que ya siente Concha Andreu, protagonista de su primera función en solitario (en la soledad del poder) en el Parlamento regional, que ha despachado como solía cuando comandaba la oposición al PP: con esa mezcla de firmeza y cordialidad que le ha suministrado en parecida dosis su primer compañero de baile en el pleno de este jueves, el diputado Pablo Baena. Con quien ha compartido reflexiones en torno a lo que Andreu ha denominado «literatura sobre los gobiernos de coalición», un capítulo de la acción gubernamental con pinta apasionante. No tanto como la literatura de Mutis, autor de frases tan memorables como esta perla, muy pertinente para condensar la sesión parlamentaria que sirvió para el estreno (de hecho) del nuevo Gobierno: «Aprendí a aceptar las cosas como se nos van presentando, a saber que nada finalmente es grave».
Esa es una lección asumida desde hace tiempo en la tribuna de prensa del Parlamento: lo importante siempre puede esperar a que se despeje del orden del día la hojarasca que tanto entretiene a sus señorías. Quienes se benefician de que al menos en esta fase inaugural del mandato de Andreu todo desprende olor a nuevo. Y que las comparaciones no son sólo odiosas e inevitables, sino también divertidas: Jesús María García administró al PP la misma medicina que antes obligó a beberse al PSOE aquel fraternal dúo formado por Sanz y Ceniceros. El resto de cambios, de momento, son de orden formal. Estéticos. Llega Andreu al antiguo convento de La Merced en su coche oficial y de él descienden otras dos mujeres: la policía que le escolta y la conductora que pilota. Tampoco se altera el comportamiento de Raquel Romero respecto a ocasiones precedentes, pues obsequia a sus compañeros de escaño con la misma indiferencia de esos meses de verano, cuando dudaba si apoyar o no a su actual jefa. Con una novedad: mientras antes curioseaba por el móvil, ahora lo hace navegando por la tableta, donde se supone que observa si se conculcan o no y en qué grado los derechos humanos en La Rioja.
De modo que Mutis llevaba razón. En su atinado comentario sobre Felipe González y sobre la conveniencia de que nuestros representantes jueguen con las cartas que la vida les vaya dando. En el Parlamento, todo puede esperar. Por ejemplo, hasta que se cumplan los 100 primeros días de Andreu en el Palacete y se merezca un juicio más reposado de su gestión, con sus luces y sus sombras. Hasta entonces quedará también en suspenso la otra incógnita de la X Legislatura: quién lidera la oposición. Según lo visto ayer, en el PP sólo Alfonso Domínguez discute ese título a Baena.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.