Retrato de pleno con las elecciones al fondo

Vuelve la actividad parlamentaria a poblar los plenos del Parlamento. Y vuelve en un momento de mayúscula intensidad en la vida política, así a escala nacional como regional. Tras el telón del posible adelanto de las elecciones generales, sus señorías regresan este jueves al Legislativo de La Rioja dominadas por tensiones exógenas y endógenas. Sometidas por lo tanto a las fuerzas de gravedad centrípreta, las propias de la elevada combustión interna que se registra en Ciudadanos y Podemos, y la centrífuga, inherente a toda actividad parlamentaria: el antiguo Convento de la Merced, escenario de tantas discrepancias de toda índole, se somete estos días a las divergencias alumbradas en la comisión que debería alumbrar un nuevo Estatuto. Que no está. Tampoco se le espera.

De manera que el pleno que aguarda a partir de las 9.30 horas se verá precedido por un ejercicio de pirotecnia: los fuegos artificiales, las disquisiciones de orden formal, preludiarán la entrada en el Hemiciclo de los diputados de Ciudadanos, que vienen de sufrir la deserción reciente de Rebeca Grajea y por lo tanto deberán exprimir su talento para las normas de cortesía y no dar pábulo a habladurías sobre quién se sienta en dónde y cómo miran los unos y la otra de reojillo. Una escenas que en algo recuerdan a las que se profesan entre sí los parlamentarios de Podemos, que se despacharon este miércoles a gusto con Natalia Rodríguez para negarle autoridad como representante de su grupo. Las hostilidades internas se detectan hasta en el más mínimo detalle, promesa de un horizonte todavía más cargado de actividad volcánica.

Porque llegan las vísperas electorales y sus señorías deberían poner la vista más allá de La Rioja: las noticias que lleguen desde Moncloa pueden hacer saltar por los aires el vulnerable equilibrio interno de PP y PSOE, en una hora decisiva: la elaboración de listas electorales, un proceso que suele deparar momentos de elevada convulsión y que puede ser todavía más intensa si deben solaparse unos comicios con otros, unas candidaturas con otras. Sobre todo, porque los dos grandes partidos compiten en exprimir su tendencia a la divergencia en medio del debate sobre el Estatuto. Se han retirado los embajadores y acabarán devolviéndose las cartas de amor que se enviaron al principio de la legislatura, cuando José Ignacio Ceniceros prometía invitar a almorzar a Concha Andreu y le pedía que fuera eligiendo el vino. Un momento de ejemplar romanticismo del que no hay noticia. Aunque nunca encontraría otro día más apropiado que este jueves, 14 de febrero. Día de San Valentín.