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Manuel Bermejo es uno de los mayores expertos en empresas familiares y este miércoles imparte una conferencia en Logroño (19 horas, librería Santos Ochoa de Calvo Sotelo) –en colaboración con la Asociación Riojana de Empresa Familiar, la UR, The Family Advisory Board y el ... Alumni Club del IE Business School en La Rioja– sobre los retos a los que se enfrenta este modelo empresarial tan arraigado en La Rioja.
– ¿Qué se entiende por empresas familiares?
– Son compañías que cumplen dos características que empiezan por la letra C: la de control del accionariado en manos de una familia, aunque hay muchas cotizadas, y la de continuidad, porque ese es el deseo del equipo emprendedor. Sin embargo, sólo un tercio llega a la segunda generación y apenas el 10% a la tercera. Y la que alcanza la cuarta generación es un milagro estadístico. Un ejemplo de ello en La Rioja es Electra de Autol.
– ¿Cuáles son los retos a los que se enfrentan?
– El mayor es el de la continuidad. Y aquí hablaríamos también de la letra C. La amenaza en el ámbito interno es el conflicto familiar mal resuelto que, en la inmensa mayoría de los casos, tiene que ver con una ausencia de comunicación porque la familia no se sienta a consensuar un proyecto y un sueño empresarial compartidos. Y en el ámbito externo, la C es la de los cambios profundos de los negocios: asistimos a una era de sacudidas permanentes. Las empresas familiares deben comprender que no estamos en mares calmados, sino turbulentos.
– ¿Hasta qué punto es imprescindible que las familias confíen la gestión de las empresas en manos de profesionales?
– Un gran desafío que afrontan es albergar talento tanto en la gestión como en la gobernanza. No conviene estigmatizar, porque me costa que hay miembros de familia muy, muy bien preparados. Y es que lo ideal es que esos profesionales se encuentren en la propia familia porque hay un plus de compromiso y de vivir los mismos valores. En cuanto a la gobernanza hay un gran déficit: falta mirada estratégica al mañana y al pasado mañana: muchas de las empresas familiares han crecido en buena medida al albur de ser clientes de alguna gran corporación, dependiendo casi sólo de ella. Por eso es muy aconsejable que las empresas familiares tengan consejeros independientes con esa mirada amplia.
– ¿Y el tamaño?
– Es clave: a mayor tamaño, mayores posibilidades de pasar a la siguiente generación. Ganar tamaño es otro gran desafío.
– Y uno más, en especial para las pymes: el retraso en la digitalización del negocio.
– Así es. La tecnología es una oportunidad que se está despreciando y que las empresas familiares deben abrazar. El vector para adaptarse a la realidad de la economía, sobre todo al comercio digital y los nuevos hábitos de consumo, es la tecnología que, además, acompaña el desarrollo y la competitividad de la empresa.
– ¿Falta, asimismo, un apoyo específico del sector público? Esto es, ¿una normativa y una fiscalidad que tengan en cuenta las peculiaridades de las empresas familiares?
– Lo que no hay que perder de vista es que en un territorio donde hay buenas empresas familiares existen más posibilidades de empleo y de desarrollo sostenible. El legislador tiene que tener una mirada muy cómplice hacia la empresa familiar. Por ejemplo, penalizar las herencias es una pena. Es necesario un mayor diálogo público-privado para identificar qué es lo que necesitan las empresas familiares.
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