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Juan Olivenza llegó el pasado martes a El Rocío (Huelva) tras recorrer más de mil kilómetros a pie en una romería personal que partió de Logroño el pasado día 26 de enero. Todo con el fin de recaudar fondos para la Asociación de Familiares y Amigos de Niños con Cáncer de La Rioja (FARO) después de que a su hija, Carmen, le detectaron un linfoma no Hodgkin, un cáncer agresivo pero curable del que, afortunadamente, ya se ha recuperado. Precisamente allí, en El Rocío, le esperaba su hija con el resto de su familia para darle la bienvenida una vez cumplido el reto.
«Estoy muy feliz, es imposible explicar las sensaciones al llegar, fue alucinante. Pero todo el camino. No me he sentido solo en ningún momento. Tenía mensajes, llamadas... la gente siempre ha estado conmigo y te lleva en volandas, aunque des los pasos tú», explica Juan Olivenza a su llegada a Villamediana de Iregua, donde reside. Y es que ha estado retransmitiendo casi en directo su reto durante las 25 etapas.
Como descendiente de Andalucía y creyente que es, Olivenza ya había estado en El Rocío, pero al llegar esta vez no sintió lo mismo que otras veces. «Ya había estado antes pero las sensaciones han sido muy distintas. Esta vez hubiera sido lo mismo sin FARO. Cuando das pasos con sentido y sentimientos es diferente», advierte Olivenza.
A pesar de haber recorrido 1.167 kilómetros, un centenar más de los previstos, Olivenza asegura no estar excesivamente cansado, aunque con las plantas de los pies algo dañadas. «Pese a que ha habido imprevistos, los tienes que solucionar solo, como cruzar ríos, dar vueltas de kilómetros para sortearlos, me he llenado de agua, de barro... Pero tiras hacia delante, que es lo que hacen las familias de FARO. Las heridas se curan», expone Olivenza.
Pese a su hazaña, es humilde. «Esto se pasa en tres días pero me gustaría que se acordaran no de mí, sino de por qué se ha hecho esto», señala Olivenza. «He disfrutado mucho, me lo he pasado bien, pero también he sufrido. Los últimos kilómetros fueron interminables, me dolían las piernas y he aprendido muchas cosas, como que no hay límites: si quieres, puedes, lo importante es avanzar», afirma Olivenza.
Aunque acostumbrado a largos rodajes y carreras de ultrafondo, más de mil kilómetros –aunque sea alternando correr o andar– son muchos. «No me imaginaba hacer mil kilómetros, pero si te lo propones y tienes ilusión, eso es la gasolina de la vida. Y cada paso que daba estaba apoyado», asegura. Y uno de esos apoyos ha sido su hija. «No sabía que iba a estar mi hija en El Rocío. Su abrazo fue el colofón final. Lo que pasé con ella lo está pasando mucha gente. No sabemos cuándo nos va a ocurrir, cuádo el bicho nos va a mirar y cuanto mejor armados estemos, mejor. Y eso se procura a través de la donación», advierte Olivenza, que continúa con la campaña de donación de fondos.
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Estíbaliz Espinosa | Logroño
Carmen Nevot | Logroño
Cristina Cándido y Álex Sánchez
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