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Ella es una de las voces del campo riojano. De esas que han pasado del silencio al estruendo. María Gutiérrez, joven viticultora de 26 años, llegó al sector, como tantas y tantos, por legado familiar. Su abuelo, Vicente, ganadero; su padre, José Vicente, agricultor. Y ... ella, desde Corera, no solo ha asumido ese testigo de arraigo, también ha dado un paso al frente para llevar más allá las problemáticas del sector agrario. «María, la gente ya no puede más», le dijo su padre, y ella no se escondió. Portavoz de la tractorada independiente –o 'chalecos amarillos'–, María Gutiérrez fue la encargada de hacer llegar sus reivindicaciones a Gonzalo Capellán y a Beatriz Arraiz, punto álgido de unas protestas en cierta medida espontáneas pero que, apunta, se fueron fraguando en el hartazgo del mundo agrario. Tras la respuesta de Luis Planas, ante la que se muestra decepcionada, aunque no sorprendida, anuncia que seguirán con más fuerza.
– Vuelven a la carga, ¿por qué?
– Lo que dijo el ministro Planas no nos convenció en absoluto, creemos que debemos seguir con la lucha. Yo estaba algo ocupada y cuando pude 'conectarme' vi que los grupos estaban ardiendo. La gente está harta, es normal que se enfade, se ponga nerviosa... Las noticias comenzaban con un 'no hay acuerdo', y así empezamos mal.
– Proponía un mayor control de la ley de la cadena alimentaria, un cuaderno digital voluntario, no obligatorio, o el mantenimiento de las ayudas al gasóleo profesional. ¿Lo consideran una respuesta insuficiente?
– Sí, nos parece insuficientes porque hay más de 18 puntos que se deberían de tratar. Me parece muy bien que lo comentase pero debe firmarlo, refrendarlo y dejarse la piel por ello como estamos haciendo nosotros.
– ¿Qué expectativas teníais de esa reunión de Planas con las OPA?
– Sinceramente, yo esperaba poco, pero siempre queda esa esperanza de que todo ha valido para algo. Parece que hemos hecho poco ruido, habrá que hacer más.
– Hace unos días parecía que se conseguiría hacer llegar las reivindicaciones del campo riojano al ministro, pero las cuestiones más puramente riojanas se suprimieron del escrito.
– Entiendo que, al final, es algo a nivel nacional. Veo que hemos avanzado bastante, pero es difícil llevar solo lo de La Rioja. Somos todos compañeros, eso tenemos que entenderlo. Los problemas de aquí debemos solucionarlos aquí antes de llevarlos arriba. Iremos paso a paso.
– Tampoco hubo representación riojana en la reunión y quedó en que ARAG-Asaja La Rioja mandase el comunicado a Asaja Nacional para que, a su vez, se lo hiciese llegar al ministro.
– Pienso que nuestro mensaje sí llegó. También entiendo que esto no puede centrarse en una comunidad.
– En el inicio de las movilizaciones se escucharon muchas voces críticas con las OPA, pero finalmente habéis ido de la mano con ellas. ¿Cómo se explica este cambio de rumbo?
– Todos nos sentimos fallados y abandonados por nuestros sindicatos, independientemente del nombre que tengan. La gente estaba muy quemada porque las dos tractoradas que se habían hecho en años anteriores no sirvieron para nada. Han sentido que nosotros, en cuatro días, hemos conseguido algo, poco o mucho, pero algo, no ha sido simplemente una cabalgata de tractores. También debemos entender que para hacer llegar el manifiesto al ministro, nuestra vía eran las OPA. Había que hablar con ellas, ejercer presión, que se hizo, y creo que entienden que tenían que echarnos una mano, se han portado muy bien, nos han apoyado.
– Llevaban un manifiesto con más de treinta medidas, ¿no es algo demasiado ambicioso?
– Hay gente que puede pensarlo pero para que el campo y la ganadería salgan adelante son necesarias. Si esas medidas no llegan a nada, tendemos a desaparecer y eso sí que es un problema.
– ¿Qué ocurrió para que se quitasen del manifiesto definitivo esas alusiones al vino?
– No se han quitado. Siguen en el manifiesto. No se ha eliminado ningún punto.
– Pero en el listado que Asaja llevó al ministro sí que se quitó.
– Es que el problema del vino tenemos que solucionarlo en La Rioja, con Agricultura y el Consejo Regulador.
– ¿La postura oficial del movimiento sigue siendo a favor del arranque de viñedo subvencionado y de la prohibición del vino de mesa en Rioja?
– Es lo que se puso en el manifiesto inicial y sigue estando, si bien tenemos que llegar a un acuerdo con nuestros compañeros de La Rioja Baja, somos un equipo y necesitamos puntos en común.
– ¿Cómo surgió este movimiento, cómo empieza a fraguarse?
– Yo volvía de unas vacaciones y mi padre me metió en un grupo en el que había muchísimos mensajes por minuto, no sabía qué estaba pasando ni lo que decían. Tuve que llamar a mi padre que me dijo:'María, esto ha explotado, la gente ya no puede más. Vamos con todo'. Esto surgió por agotamiento, es insostenible y luchamos o luchamos, no hay más opción.
– ¿Esperaban una movilización como la que se logró ese martes 6 de febrero?
– Para mi fue una sorpresa ver que no paraban de apuntarse tractores y tractores... De esta zona, pensaba que seríamos veinte o treinta y llegamos a los cien. El primer día, que aún era de noche cuando salíamos, a las cinco y media, veía los rotativos y se me caían las lágrimas como una niña. Fue algo impresionante.
– ¿Y cómo ve el futuro de estas reivindicaciones? ¿qué espera?
– Después de todo lo que nos hemos esforzado no me imagino que esto salga mal, no se me pasa por la cabeza. Solamente por la gente que hay detrás, que se está dejando todo, tiene que salir bien sí o sí. Las movilizaciones van a seguir con más fuerza, la gente va a ser más constante, va a salir más a la calle.
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