Las residencias riojanas para mayores han sumado seiscientas plazas tras la pandemia

El envejecimiento es una inapelable tendencia demográfica que impone ciertas urgencias de carácter social, entre ellas, la atención a los mayores más dependientes. En diez años, la población riojana mayor de 64 años ha crecido en diez mil personas –de 61.825 a 71.619– y las proyecciones indican que en poco más de una década aumentarán hasta las cien mil. Una nueva realidad que demanda recursos a muchos niveles. En los últimos tiempos, La Rioja ha conseguido sostener esa exigencia a nivel de plazas de residencias –con un aumento del 27% en una década–por encima del incremento de la población sénior (17%).

Esta mejoría rompe con la tónica nacional, y es que en España, en 2023, se perdieron plazas y el índice de cobertura (porcentaje de plazas sobre mayores de 64 años) lleva cayendo desde 2012 y se sitúa en un 4,08%. La Rioja, con un 5,45%, es la quinta comunidad mejor posicionada, por detrás de Castilla y León, Extremadura, Castilla-La Mancha y Aragón, y una de las seis –grupo al que se suma Asturias– que cumple con la recomendación de cinco plazas por cada cien personas de más de 64 años. El resto se mantiene por debajo del baremo establecido, con la Comunidad Valenciana, Canarias y Murcia como las autonomías peor posicionadas.

Hasta hace poco, La Rioja no cumplía con ese mínimo o se mantenía en el alambre, pero después de la pandemia experimentó un importante alza del número de plazas, de las 3.323 de 2021 a 3.917 en 2023, debido a la apertura de cuatro nuevos centros en la capital. En el horizonte cercano está la futura residencia de Torrecilla en Cameros (32 plazas), ya en construcción, y otra en Baños de Río Tobía en previsión.

La consejera de Salud y Políticas Sociales, María Martín, valora positivamente el informe y la situación de La Rioja, «que tiene el mejor ratio de equilibrio de plazas, un dato que refleja una buena gestión» y alude a que «lo más importante es la estrategia de cuidados, insistir en la prevención del deterioro cognitivo y la promoción de la autonomía, además de conseguir que las personas que están en una residencia tengan los mismos derechos que quienes viven en su casa».

Pese a todo, la presión sigue siendo alta y según datos de noviembre, 1.310 personas se encontraban en la lista de espera de una residencia en la región. Las cifras se han logrado reducir ligeramente en un bienio, pero mirando más allá, son bastante más elevadas que las de años atrás.

Gabriel Gimeno, presidente de la Asociación Riojana de Residencias de la Tercera Edad (ARTE), señala que «es evidente que la demanda es alta y será mayor, y el interés público por está cuestión y de los inversores por aumentar las plazas va parejo». El responsable de la patronal señala, además, que en esta dinámica también se ha evolucionado hacia «una atención más personalizada, un cambio natural que aceleró la pandemia, es el modelo en el que avanzan todos los centros».

En este contexto, Gabriel Gimeno subraya que el gran reto es de recursos humanos: «Vamos muy tarde en cuestión de personal cualificado, pero también en los de atención directa existe más demanda y menos personal dispuesto a trabajar en el sector. Debemos hacerlo atractivo y eso implica mejorar salarios, condiciones, fomentar la formación... Es un tema que nos implica a todos, porque en tres o cuatro años podemos llegar a la situación de no tener trabajadores para atender los centros».