De residencia a protectora y, ahora, la nueva 'perrera'

La empresa que obtenga el nuevo contrato dispondrá, incluido en el pliego, sin coste, de las instalaciones de la antigua residencia canina y felina LolayZar de Cañas para ser utilizadas como centro de acogida de los animales, si bien la licitación aclara que estos medios no serán suficientes y hay que aportar recursos propios. El centro de Cañas, que también funcionó como sede de la asociación protectora Defensa de Animales del Norte, dispone de 26 'cheniles' para perros, dos cuartos para gatos y una amplia zona de esparcimiento que incluye una piscina, además de oficinas y otros espacios, como una sala dedicada a clínica veterinaria.

El Ejecutivo regional adquirió las instalaciones de Cañas en octubre de 2023 por un precio que no ha querido desvelar, a pesar de haber sido consultado varias veces por Diario LA RIOJA y de mantener un portal de Transparencia en el que no se informa de esta compra. El centro se encuentra abandonado y requerirá de unas obras que no han comenzado aún para poder empezar a prestar un servicio que, de forma temporal, hasta la adjudicación definitiva, ofrecerá Tragsa.

La historia de LolayZar estuvo llena de ilusión y duró seis años. Días antes de casarse una joven pareja de Calahorra encontró y recogió un perro abandonado, entregándolo a la antigua 'perrera' de Logroño, con la preocupación en el equipaje de su luna de miel. Tal fue su ímpetu que, dando a conocer el caso a través de redes sociales, lograron encontrarle un adoptante. Aquel final feliz les empujó a crear LolayZar, no solo una residencia canina y felina sino, a la vez, un refugio para acoger animales abandonados e intentar su adopción. El propio nombre, LolayZar, daba cuenta de ello. Lola fue un podenco que encontraron y adoptaron y Zar un golden retrevier que compraron, sus mascotas. «Queríamos hacer ver que se pueden juntar perros de particulares con otros de protectoras, demostrar que estos no son piojosos sino animales que, muchas veces, están mejor cuidados que muchos que están en algunas casas», explicó a este periódico en su día Óscar Pascual, responsable junto a Conchi Sáenz de LolayZar.

Pero quien ha colaborado con una protectora sabe que afrontar el problema de los abandonos de mascotas, desgraciadamente, es como intentar vaciar el océano con un dedal. En 2017 suspendieron temporalmente el servicio de guardería para centrarse en la protectora y en enero de 2020 cerraron las instalaciones. «Fue muy duro para nosotros a nivel personal, anímico y económico. Todo nuestro dinero de otro trabajo se fue en ayudar a los perros y, al final, es muy poca gente quien de verdad nos ayudaba. Por eso, en cuanto dimos en adopción a los últimos perros, decidimos cerrar. Nos agotó en todos los aspectos», declara ahora Conchi Sáenz. El destino, siempre caprichoso, hará que lo que crearon por la pena de entregar a un perro abandonado a la 'perrera' se convierta ahora en la propia nueva 'perrera' regional.