Carrero, durante la entrevista concedida ayer a Diario LA RIOJA. Miguel Herreros

«Hay que reivindicar la relevancia del arquitecto aunque la crisis haya replegado sus funciones»

Ángel Carrero | Próximo decano del COAR ·

El sustituto de Alfonso Samaniego apuesta por fomentar la cooperación con otras entidades y hacer valer el conocimiento y la voz de su colectivo

Teri Sáenz

Logroño

Miércoles, 7 de octubre 2020, 22:32

El Colegio Oficial de Arquitectos de La Rioja cambia de dirección. Tras cuatro renovaciones y diez años al frente del COAR, Alfonso Samaniego deja el cargo al que se postula una única candidatura encabezada por Ángel Carrero y del Pozo (Madrid, 1962). Una lista que ... tomará las riendas la próxima semana y aspira a dar continuidad a todo lo bueno de su predecesor, con mejoras puntuales sobre un horizonte: defender el rol que juega la arquitectura en la sociedad, aunque las distintas crisis hayan retirado a muchos profesionales a «sus cuarteles de invierno».

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–¿Qué le llevó a postularse?

–Alfonso ya comunicó en la última asamblea su intención de no continuar. Dado que no se concretaba quién podía tomar el relevo y para evitar una junta de edad, hablamos una serie de compañeros y me decidí a dar el paso, valorando mi situación actual y la convicción de que el colegio es el mejor mecanismo para defender la arquitectura y a sus profesionales. Todo ello, con un equipo heterogéneo y muy capacitado con el que pretendemos continuar la labor previa, con mejoras puntuales en la línea de implementar más la presencia del Colegio en los foros donde tiene voz, delegar funciones entre los miembros de la junta, etcétera.

–¿Cuál es el estado de salud de la profesión tras haber sufrido en carne propia la crisis económica del 2008 y enfrentar ahora, como el conjunto de la sociedad, la provocada por el COVID?

–Desde que empecé la carrera hace 40 años he visto cómo la profesión ha experimentado una enorme evolución, pasando de ser algo más o menos homogéneo a diversificarse muchísimo con un buen número de compañeros que se han abierto a otros campos. Unas veces por un cierto complejo en La Rioja a contratar arquitectos implantados aquí, aunque estén muy valorados fuera; otras, por la caída de la actividad principal en el urbanismo o la construcción, que ha llevado a muchos a derivar hacia el diseño, calificaciones energéticas, las inspecciones técnicas...

–¿Es mala esa diversificación?

–Lo que ha sido es obligada por las circunstancias económicas, que han llevado a una retirada a los cuarteles de invierno para mantenerse a flote. Aunque la crisis haya replegado a muchos profesionales en otras funciones, para las que también están formados, hay que reivindicar la relevancia y el papel del arquitecto. No sólo se focaliza en cuestiones digamos 'alimenticias', sino que está preparado para ejecutar obras importantes que le satisfagan a él como especialista y a su entorno como sociedad.

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–¿Cómo aspira a que sea la relación con otro agente crucial en el desarrollo urbanístico regional, como es la Asociación de Empresarios de la Construcción (CPAR), con la que el COAR ha polemizado en ocasiones?

–Como apunta, es un actor importante en el tema de la vivienda, aunque mientras la CPAR puede estar cambiando, la posición de los arquitectos es permanente. A partir de ahí, la obligación es mantener la colaboración y llegar a acuerdos técnicos sobre las necesidades que demanda la sociedad. Por ejemplo y como ha evidenciado el confinamiento, qué tipo de casas precisamos.

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–En el análisis de cuestiones concretas, ¿qué opinión le merece la obra del soterramiento del ferrocarril a su paso por la capital o el cambio de criterio respecto al nudo de Vara de Rey?

–El soterramiento es una actuación vital, por cuanto sutura una cicatriz de Logroño, uniendo partes que han pasado de zona industrial a área de viviendas. Se trata de seguir haciendo ciudad, y por eso es necesario completarlo. En cuanto al nudo de Vara de Rey, sólo sé lo que puede conocer cualquier vecino logroñés. Si el cambio ha seguido criterios técnicos, eso siempre constituirá un acierto.

–¿Y la mutación en las calles de Logroño sometidas al denominado urbanismo táctico?

–Llamarlo urbanismo me parece muy exagerado; lo que se ha hecho es, a lo sumo, un estudio de detalle. Tampoco veo apropiado denominarlo táctico porque no se ha acertado en nada. Ando por la ciudad y me sorprendo diciéndome: este círculo no lo entiendo, a qué obedecerá ese color, por qué aquí sí y allá no... No entiendo casi nada. El pulso de la ciudad, y más con el impacto del COVID, puede generar situaciones en las que efectivamente pueden aplicarse de forma puntual actuaciones que, en todo caso, no pasan sólo por trazos de pintura que generan una confusión amplificada, además, al replicarse en otras partes de la ciudad.

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–¿Ha faltado pedagogía?

–Es que el urbanismo táctico ni es nuevo ni tan complicado. ¿Que es barato? No es cuestión de dinero, sino de claridad. ¿Que no será para siempre? Que digan su fecha de caducidad, quién es el autor para exponerle las dudas, a quién se ha consultado antes.

«Llamarlo urbanismo es muy exagerado; tampoco creo que sea táctico, porque no se ha acertado en nada»

URBANISMO TÁCTICO EN LOGROÑO

–¿Es La Rioja suficientemente respetuosa con su patrimonio arquitectónico y urbanístico?

–Siempre vamos por detrás, sin llegar a catalogar elementos que cuando se decide el derribo es difícil rebatir. No es algo exclusivo de aquí. Ocurre en todas partes, y especialmente con la arquitectura del siglo XX, que está muy desprotegida. Dicho eso, se está avanzando en esta línea y confío mucho en la Comisión de Patrimonio, que hace una labor encomiable, intentado sacar las cosas adelante con las herramientas de que dispone aunque siempre se le reclame más agilidad.

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«El Ayuntamiento creyó que (el derribo) era lo mejor para sus ciudadanos, pero la ciudad pierde»

CUARTEL DE CALAHORRA

–¿Fue acertado, por ejemplo, el derribo parcial del antiguo cuartel en Calahorra?

–Desde mi punto de vista se tenía que haber reinterpretado, mantenido parte de la edificación y haberle dado su sentido. Creo que ha sido una decisión del Ayuntamiento porque entendía que era lo mejor para sus ciudadanos, pero va a suponer empobrecer la ciudad de Calahorra.

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