La reina Letizia, seguidora fiel del Seminario Internacional de Lengua y Periodismo organizado por la Fundación San Millán y la FundéuRAE, ha acudido este martes al monasterio de Yuso para cerrar los debates, centrados este año en el lenguaje bélico y su impacto en otros ... campos lingüísticos. La reina no pronunció ningún discurso institucional. Se sentó en el centro de la mesa, flanqueada por el presidente de La Rioja, Gonzalo Capellán, y por el director de la RAE, Santiago Muñoz Machado, y repasó con los ponentes sus intervenciones.
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El seminario que acaba de concluir ha permitido escrutar el lenguaje bélico desde un triple punto de vista: su utilización en la era digital; su impacto en otros campos lingüísticos, como el deporte o la enfermedad; y su manipulación por los ejércitos y gobiernos en combate. La jornada final comenzó con unas palabras del presidente de La Rioja, Gonzalo Capellán, que asumió el papel de historiador para recordar que narrar las guerras, sus causas y sus consecuencias es una labor muy antigua a la que ya se aplicaron Herodoto y Tucídides.
Capellán valoró la importancia de la reflexión que periodistas y filólogos han sostenido durante dos días en San Millán: «Como decía Kant, mientras los hombres prácticos se dedican a la guerra los filósofos debemos dedicarnos al dulce sueño de la paz. Nada mejor para celebrar este seminario que este lugar, que es un lugar de paz y tranquilidad».
En este lugar de «paz y tranquilidad» se ha hablado mucho de guerra, pero también de enfermedad. La reina Letizia coincidió con uno de los ponentes, el periodista Juan Ramón Lucas, secretario general de la Fundación Sandra Ibarra de Solidaridad frente al Cáncer, en la necesidad de evitar las metáforas bélicas cuando se habla de esa afección: «Esas expresiones pueden ser devastadoras –señaló Lucas–. Si cuando alguien muere pierde la batalla y hay vencedores y vencidos, esas son menciones incómodas para los pacientes de cáncer o para las personas de apoyo. Desterrar el lenguaje bélico es fundamental, porque hace recaer sobre los pacientes y su entorno una carga que no les corresponde. Se les cuestiona si no son capaces de luchar, de vencer». La reina asintió y señaló que ella siempre trata de evitar ese tipo de lenguaje por su impacto negativo en pacientes y familiares.
La elección del vocabulario para contar los conflictos bélicos, sin embargo, encierra matices venenosos. Las palabras dejan de ser inocentes. «El idioma es arma de guerra y campo de batalla», resumió Olivia Piquero, directora de la FundeuRAE. Javier Espinosa, corresponsal de 'El Mundo' con experiencia en más de veinte contiendas, ha recordado que en el ejército israelí hay una unidad especializada en imponer vocablos para definir sus acciones. De esta manera se llama «territorios en disputa» a lo que en realidad son «territorios ocupados», «emigración voluntaria» cuando se trata de una limpieza étnica o «asentamiento» en lugar de «colonia» para dar una mayor sensación de estabilidad. Esto se ve hoy en Gaza, pero también en Ucrania, tal y como recordó Sara Gómez Armas, delegada de la Agencia EFE en Jerusalén. Los medios prorrusos hablan de «operación especial» cuando se trata de «una invasión de libro».
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La reina Letizia ha dejado en el aire, sin embargo, una pregunta que no ha encontrado fácil respuesta: «¿Qué pasa con las guerras que no son contadas? Hay muchas que no están siendo contadas. Si hubiera personas que estuvieran contando lo que pasa, por ejemplo, en Sudán, ¿serviría para algo?» No resulta sencillo encontrar argumentos para justificar olvidos tan lacerantes, pero al menos conviene recordar que la oscuridad del mundo no se agota en Gaza o en Ucrania. En cualquier caso, cuesta mucho escoger las palabras justas para definir el horror, suceda donde suceda. Fran Sevilla, corresponsal de Radio Nacional de España, reconoció cómo en muchas ocasiones ha tenido la sensación incómoda de que se le «agotan las palabras»: «¿Cómo se transmite el olor de la muerte, que siempre está ahí?», se preguntó.
La clausura del seminario se prolongó casi dos horas. Doña Letizia formuló varias preguntas y atendió con interés a los ponentes, pero no intervino. Fue Álex Grijelmo, periodista y escritor, patrono de la FundéuRAE, quien resumió las dos fuerzas a las que se enfrenta la labor perodística en las guerras del siglo XXI: la civilización del espectáculo y una maquinaria bélica que pretende controlar las palabras.
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