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Licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Navarra y Doctor en Epidemiología, Pello Latasa Zamalloa, aterrizó en La Rioja a primeros de septiembre de 2020. Antes, batalló con el COVID desde el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, de la mano ... de Fernando Simón, el rostro de la gestión de la pandemia.
– ¿Cómo fueron esos primeros momentos?
– En la pandemia el tiempo ha adquirido una densidad muy extraña. Hay días que se hacían larguísimos y otros pasaban volando. Los recuerdo con una intensidad excepcional. Recuerdo salir del Ministerio más tarde de la medianoche trabajando sin parar, sobre todo cuando había poca evidencia, y recuerdo particularmente una guía que sacó la OMS para tratar los casos en el domicilio. Decíamos: Claro, para tratarlos en el domicilio tiene que haber muchísimos casos y lo veíamos como algo realmente exótico. Quedarse en el domicilio, fíjese. Y luego la utilidad que le dimos a aquel documento de la OMS.
– ¿Qué se encontró al llegar a La Rioja en septiembre de 2020?
– Después de la primera ola esperaba que las capacidades diagnósticas, que se elevaron muchísimo con la primera ola, nos ayudaran a hacer un diagnóstico precoz y a controlar la situación. Se esperaba que pudiese haber más olas, pero no de la magnitud que fueron, sino más pequeñas. Cuando vine la incidencia había empezado a aumentar un poco, pero la idea era esa, que se podría controlar. Mi compromiso era traer todo lo aprendido y modernizar o actualizar las estructuras de respuesta de salud pública, pero la realidad superó nuevamente las expectativas. Las olas fueron mucho mayores de lo que se esperaba y claro, es muy difícil hacer cambios profundos cuando tienes que estar más centrado en la respuesta y en la coordinación de la respuesta. La segunda ola fue muy complicada, la tercera fue devastadora también y las siguientes, gracias a la vacuna, han sido mucho más moderadas.
– Estamos en la sexta. ¿Se esperaba tantas?
– No me esperaba que hubiese tantas ni de tanta intensidad, pero es importante recordar que todas las olas han tenido causas diferentes y consecuencias diferentes y, aunque siempre ha sido la misma enfermedad, nos ha puesto de manifiesto nuestras grietas o debilidades.
– ¿La Rioja y el resto del país estaban preparados?
– Sin duda alguna no estábamos preparados y dadas las circunstancias hemos respondido lo mejor que hemos podido.
– Con la vista atrás, ¿hay algo que no repetiría ahora?
– Muchísimas cosas, pero claro, a toro pasado todos somos valientes. Una de las cosas que cambiaría sobre todo de la primera ola, porque luego sí que lo aprendimos a hacer de manera más ágil, es coordinar todas las políticas de prevención y salud pública con la parte asistencial. Escuchar siempre lo que tienen que decir las urgencias, lo que tienen que decir los profesionales sanitarios y dar mucha más voz y más potente a lo que los profesionales sanitarios están viendo y casi sintiendo, porque es la manera más subjetiva de ver lo que está pasando y trasladar ese sentimiento y a esa voz a las políticas de salud pública y a las de Gobierno.
– ¿Está cerca el fin del COVID?
– Los virus que se convierten en pandémicos difícilmente desaparecen. Es un escenario que no parece muy factible, no quiere decir que no vaya a pasar. Una posibilidad es que quede con cierto nivel de endemicidad y que se vaya pareciendo a otros con los que ya coexistimos desde hace mucho tiempo.
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