La reconstrucción
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«Un día serás como ellas / de un tiempo lejano / cuando las gasolineras / sean ruinas románticas» Ernesto CardenalSecciones
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«Un día serás como ellas / de un tiempo lejano / cuando las gasolineras / sean ruinas románticas» Ernesto CardenalJohn Maynard Keynes (Cambridge, 1883) pasó a la historia como padre fundador de esa teoría económica que fomenta el intervencionismo público como garantía de calidad democrática y como locomotora del desarrollo, cuyos servicios, siempre necesarios, se convierten en imprescindibles en caso de seísmo social. El ... historiador Juan Pablo Fusi rescata su iluminadora trayectoria mediante una ajustada semblanza que reúne, junto con las de otras personalidades del siglo pasado, en un librito titulado, muy pertinentemente, 'Ideas y poder'. En las páginas dedicadas a Keynes podemos reconocer, cuando se repasa el turbulento mundo de hace cien años, conflictos análogos a los que golpean el corazón de nuestra sociedad, azotada por la crisis derivada del coronavirus. Fusi, luego de recordar que Keynes se definía como un liberal canónico, resume en un clarividente párrafo el pensamiento de quien hoy podría muy bien acudir a la sede de Podemos a recoger su carné: «Justicia social, control de las fuerzas económicas, uso competente de la política presupuestaria, fiscal y monetaria para lograr el pleno empleo, crecimiento sin inflación y políticas sociales indispensables». La misma receta que resucita estos días. En tiempo de tinieblas, todos somos keynesianos.
Bajo el pomposo nombre de Mesa de la Reconstrucción (el Palacete, sea quien sea su inquilino, tiende a la grandilocuencia), esta semana fueron convocados alrededor de la presidenta Concha Andreu los notables de la región, con clamorosas ausencias. Ni Ana Santos, consejera de Servicios Sociales (departamento en la diana de la controversia durante el estado de alarma) ni Francisco Ocón, bajo cuya competencia se sitúa la política local, fueron invitados por su jefa a participar del debate que debe alumbrar una estrategia panrregional para encauzar los estragos de la crisis o encontrar una solución a tanto drama. Tampoco acudió el PP, pero esa es otra historia, la de siempre. El cainisimo, la política de tierra quemada entre Gobierno y oposición, la negación del otro... La ceguera para atinar con la clave de arco de esa cumbre extraparlamentaria: que lo debatido en Riojafórum desembocará este jueves en el Legislativo y que quien dejó su silla vacía dejó también vacía la ocasión de ser parte de la solución, en vez de perseverar en formar parte del problema.
Una de las voces que sí se alzaron fue la de Jaime García-Calzada, presidente de la patronal, quien enarboló un programa de medidas con alto protagonismo público que hubiera hecho feliz a Keynes. Difícil hallar en su discurso discordancias con las máximas del economista británico, pionero en promulgar políticas que mezclaran eficiencia económica y justicia social. Tal vez porque reconstruir una sociedad, como le ocurrió a la generación de Keynes, vapuleada por dos guerras mundiales y el crack del 29, exigía una mentalidad dispuesta a desairar los prejuicios y las convenciones. Escapar del atolladero exigió entonces, como ahora, una fortaleza de ánimo superior a la habitual en nuestra clase dirigente. Un reto para el que no parece dispuesta.
Porque reconstruir supone ceder si se pretende un consenso más o menos unánime, el tipo de acuerdo entre desiguales que en España sólo conoce un lejano precedente: los Pactos de la Moncloa. Alberto Oliart, ministro con Adolfo Suárez, se maravillaba pasado el tiempo de que España hubiera salido victoriosa de esos fúnebres años, con la inflación trepando por encima del 26%: una curva tan amenazante como la que tanto nos inquieta hoy. Oliart sólo se explicaba ese éxito por la capacidad que distinguió a los héroes de aquel prodigio para aparcar sus diferencias y trazar un objetivo común. Nuestra presente esperanza reside en ese ejemplo: sólo si se siente acorralada la clase política sabe reaccionar. Lo cual será imposible en La Rioja entre las ruinas de su actual clima político, envenenado durante décadas. Imposible si Andreu no reconstruye la perdida unidad de su equipo.
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