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Millán Iglesias posa con su especialidad, la tortilla de patata, y un vino frente al centro social, donde regenta el bar de Leza de Río Leza. Justo Rodriguez

Un bar que reaviva el pequeño Leza

Hostelería rural ·

El artesano Millán Iglesias regenta el restaurante del centro cívico del municipio del valle del Leza, que hacía muchos años que no contaba con uno permanente

Diego Marín A.

Logroño

Jueves, 15 de julio 2021, 22:56

Hacía muchos años, si no siglos, que Leza de Río Leza no contaba con un bar. El Ayuntamiento ha invertido a 245.968,75 euros en la construcción de un centro social y licitó el contrato de explotación de su bar, puesto en marcha hace algunas semanas. Hasta ahora, solo funcionaba un bar municipal en fiestas y antaño una pequeña tienda, pero ahora este servicio ofrece, además de restaurante, chucherías e, incluso, la artesanía que elabora el responsable de la gestión, el joyero y tallista Millán Iglesias. Pero lo más importante es que el bar se ha convertido en un punto de encuentro, en un lugar de reunión en Leza.

«Aproximadamente hacía tres siglos que en Leza no ha habido un bar, y aunque yo me dedico realmente a la talla y a esculpir piedra, y por eso me vine aquí, por la tranquilidad y la intimidad, me lo propusieron. De primeras dije que no, pero me enseñaron el local y me encantó, así que... ¿por qué no?», expone Millán Iglesias, quien ya tenía experiencia en la hostelería logroñesa. Además de «iniciar esta aventura», porque Leza es un pequeño pueblo de apenas una docena de habitantes, Millán ya piensa en aportar algo, quiere colocar una piedra en la terraza del bar y esculpirla para que quede en el municipio, a la vista de todos los vecinos y visitantes.

Millán atiende a los clientes en la terraza del bar. Justo Rodriguez

Porque, aunque Leza no cuente con mucho vecindario en el día a día, sí que su entorno registra un movimiento notable. La ruta del cañón del Leza, con sus senderistas y practicantes de deportes de aventura, o los trabajadores de las canteras, son algunos de sus clientes potenciales. En pocos días ha logrado llamar la atención y ya cuenta con muchas reservas, sobre todo para el fin de semana. Su terraza, con una agradable sombra, es su principal reclamo. Otra señal de identidad es su tortilla de patata que, asegura, hasta ha sido bendecida en la aledaña iglesia Santa María la Blanca.

La tortilla, los «caparrones de Eliodoro» y las «patatas a la riojana Eufemia» son las especialidades del bar del centro cívico

«El concepto que quiero transmitir, sobre todo al turismo, es el de la gastronomía tradicional, el del producto fresco, de temporada, y potenciar las costumbres y el folclore de esta tierra», destaca Millán Iglesias. Así, además de la tortilla de patata, destaca que ofrece «caparrones de Eliodoro» y «patatas a la riojana Eufemia», además de rabo de toro. «También quiero promocionar a todos los apicultores y ganaderos de aquí. Aquí te puedes comer la tierra con la miel de Zenzano o la carne de los animales de Juanjo. Mi intención es que la gente se vaya habiendo tomado un bocado exquisito y quiera volver», afirma convencido Millán.

Millán habla con una vecina de Leza de Río Leza. Justo Rodriguez

De pronto aparece Raúl Martínez, hasta hace poco sumiller del prestigioso restaurante La Galería de Logroño, conduciendo una máquina. Afirma haber cambiado radicalmente de vida y dedicarse a la construcción, entre otras labores rehabilita los calados de propiedad municipal del pueblo, otro nuevo e importante aliciente turístico del lugar. Leza del Río Leza es la localidad más cercana a Logroño que forma parte de la Reserva de la Biosfera de La Rioja. Con estos elementos, si uno estuviera un poco despistado, podría pensar que está en Cala Montjoi (Rosas) y que solo falta por aparecer Ferrán Adriá, aunque quien aparece es una vecina que, dicharachera, le muestra su agradecimiento a Millán por abrir y atender el bar, y también otro vecino, que pide un vino.

La apertura de un bar en Leza significa algo más, supone movimiento, vida. Incluso fomenta la convivencia. «Me han sucedido cosas mágicas en este pueblo. El otro día vinieron dos personas mayores y estuvieron una hora hablando. (Se me pone la carne de gallina...) Al marcharse, vino uno de ellos y me dijo que no sabía lo que me agradecía esto porque hacía ocho años que no se hablaba con su amigo y gracias al bar habían vuelto a hablar. Espero que esto no sea una simple anécdota», desea Millán Iglesias.

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