Para Pablo Arrieta, abogado y experto fiscal, la pregunta que deberíamos hacernos es si el sistema público de pensiones actual es sostenible. Se diseñó a mediados del siglo pasado con un principio de reparto para que con las cotizaciones de las personas en activo se ... financien las prestaciones del momento. Una proporción que es posible cuando el número de trabajadores aumenta y el de jubilados es más estable. Además, cuando se proyectó, la esperanza de vida después de la jubilación oscilaba entre los 3 y los 5 años, con lo cual la expectativa de que una persona cobrara una pensión como mucho era de 5 años. A día de hoy, todo esto ha cambiado, asegura el también profesor titular de Economía Aplicada de la UR, actualmente jubilado.
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La situación, a futuro, no parece ir a mejor. Estudios de Eurostat, a los que alude Arrieta, concluyen que en España la población en edad laboral caerá en torno a un 10% en 2050, mientras que el número de pensionistas se disparará un 73%. Los datos son el reflejo «de lo que vemos», apunta. Cada vez hay menos personas en edad laboral porque los nacimientos disminuyen y por contra, hay más jubilados por los 'baby boom'.
La solución que han puesto algunos gobiernos sobre la mesa, explica Arrieta, viene de la mano de la inmigración, «lo que revela que sí que hay posibilidad de empleo» y, por tanto, «hay que preguntarse por qué la gente no quiere trabajar». No obstante, también sobre la inmigración las previsiones son pesimistas, porque auguran un desplome de en torno al 71% en los próximos años al perder atractivo los países de la UE frente a otras naciones en claro auge.
«Este conjunto de datos debería hacernos plantear si nuestro sistema es sostenible», detalla. Con el estado del bienestar, explica, se ha tendido a la universalidad y se ha permitido que personas que no han contribuido puedan percibir una pensión no contributiva, esto sumado al sistema de proporcionalidad (cuantos más años y más base de cotización mayor será la pensión) «hace que el sistema no sea sostenible con la situación actual de demografía, que no tiene nada que ver con la que había cuando se impulsó el sistema».
Las cifras de ahora conducen a pensar en la necesidad de sentarse a debatir sobre el sistema porque la reforma que exigía Europa a España para que fuera más sostenible «lo que ha hecho es convertirlo en un sistema más generoso, y no me parece mal, pero habrá que tener bases ciertas para ver si es sostenible o no».
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En su opinión, no hay soluciones únicas, sino una amalgama de ellas. La reforma actual se formuló tratando de aumentar las cotizaciones, pero no reduciendo las prestaciones, una vía que podría tener «con un coste político tremendo». Y como es más fácil actuar sobre el incremento de ingresos que sobre la reducción del gasto, se introdujo un Mecanismo de Equilibrio Intergeneracional (MEI), en vigor hasta 2032, que supone un descuento adicional en la nómina de todos los trabajadores del 0,1%.
De cara al futuro, para Arrieta sería necesario educar financieramente a la población para que todo el mundo se mentalizara de la necesidad que hay de ese ahorro y de destinar un parte de la renta a productos de ahorro o de inversión. En este sentido, los planes de pensiones «son una buena fórmula», pero «lamentablemente por necesidad recaudatoria la fiscalidad favorable a los planes desapareció».
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