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Mohamed acaba de terminar el rezo del mediodía (el segundo de la jornada y que este lunes tuvo lugar a las 13.22 horas), en ... la mezquita logroñesa de la calle Villegas. Para entonces, lleva ya unas cuantas horas sin ingerir alimentos porque tanto él como el resto de la comunidad musulmana afrontan desde el pasado fin de semana el Ramadán, el cuarto pilar del Islam y que este año tiene lugar en marzo. «Son las vacaciones del cuerpo, como se suele decir», apunta con una sonrisa este marroquí residente en La Rioja.
El Ramadán tiene por objetivo el crecimiento espiritual. Es un periodo de reflexión y de purificación y, por ello, durante un mes los musulmanes no pueden comer ni beber nada desde que el sol hace acto de presencia hasta que se oculta. Tampoco se les permite, por ejemplo, ni fumar ni mantener relaciones sexuales. Una serie de restricciones que aquellos que las llevan a cabo aseguran que no son difíciles de cumplir. «Quizás el primer día es un poco más complicado, sobre todo si estás acostumbrado a tomar café o té a menudo», afirma el también marroquí Moustapha. «Pero cuando te acostumbras, se lleva bien; a mí me gusta», añade el marroquí.
Mourad Bettache es otro de los practicantes de la religión islámica en la comunidad autónoma. Coincide con Moustapha en asegurar que este mes de ayuno resulta llevadero. «Cuando haces las cosas con fe no resultan duras», sentencia el presidente del centro islámico Al Firdaus, quien recuerda que una vez que el sol se esconde ya se puede llevar «una vida normal» y está permitido tanto alimentarse como beber.
Bettache, además, hace hincapié en que hay diferentes colectivos que no están obligados a seguir el Ramadán. «Los enfermos y los ancianos no tienen por qué hacerlo, ni tampoco las embarazadas», enumera. «Y si, por ejemplo, alguien se va de viaje y durante un par de días no puede estar sin comer o beber, tiene permitido saltárselo, pero luego tendrá que recuperar esos días», apostilla, para explicar después que este mes no siempre cae en las mismas fechas. «Nosotros nos regimos por el calendario lunar», recuerda el presidente de Al Firdaus.
Dicho calendario no tiene la misma extensión que el gregoriano y eso provoca que el Ramadán vaya cambiando de días año tras año. De hecho, ahora se celebra en invierno, pero hay años en los que ha caído en verano, cuando los días son más largos (y por lo tanto el ayuno se prolonga durante más tiempo) y el calor pega con más fuerza. «Ahora, es más fácil», se congratula Usman, otro de los musulmanes residentes en la comunidad autónoma, quien resalta la relevancia de este mes para su religión. «Es muy importante», sentencia. «Todos lo esperamos con ganas», añade Mourad Bettache. «Para nosotros es un periodo de paz, de mucha paz», remata Moustapha.
Ellos son un ejemplo de los aproximadamente 17.000 musulmanes que residen en la actualidad en La Rioja, región en la que, afirman, no encuentran dificultades para desarrollar las reglas de estos días de ayuno. «Antes la gente no lo conocía tanto y se extrañaba, pero ahora todo el mundo sabe lo que es el Ramadán», considera Bettache. «Todos son conscientes lo que supone, también en las empresas, e incluso te felicitan y todo», certifica el presidente del centro islámico Al Firdaus, quien recalca que al final de este mes (el 30 o el 31 de marzo, dependiendo de los ciclos lunares) se celebrará un rezo especial para poner fin a este periodo. «Nos juntamos todos», incide Bettache antes de felicitar este «mes sagrado» a los musulmanes de La Rioja. El más «más esperado» del año.
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