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Ya le hubiera gustado a Jaime Espinosa ahorrarse la conversación. Acabó molido a patadas tras una discusión por una acción del tráfico. Como suele ... ser habitual, el que va en la bicicleta tiene las de perder. Y Jaime sigue a la espera de juicio después de una experiencia que le marcó y que aspira a que el resto de conductores y ciclistas tomen nota. «Circulaba por el carril bici entre Cascajos y Maristas. Salí del carril y al incorporarme a la carretera para tomar el camino de Maristas, el coche que venía por detrás me cerró el paso. Frené a tiempo y no pasó nada. Vi que paraba para dejar al niño en el colegio y en ese momento le pedí explicaciones. Discutimos un rato y cuando me iba a marchar, justo en el momento de subirme a la bici empezó a darme patadas. Imagínate, allí quieto, sujetando mi bicicleta y con el calzado de ciclismo, no pude ni correr. Allí, quieto y aguantando palos», declaraba ayer este ciclista federado de categoría sub'23 que milita en las filas del equipo navarro Hostal Latorre.
«Menos mal que tuve la precaución de sacarle una foto al coche y así quedarme con la matrícula. Había quedado con un amigo de Lardero para ir a entrenar y le avisé de que no podía. Le conté lo que me había pasado y seguido me fui a denunciar a la Policía», agrega todavía afectado al rememorar los hechos. Jaime Espinosa sigue a la espera de que se celebre el juicio y que, al menos, se le indemnice por los daños en la bicicleta. Me dobló un disco y fisuró una de las llantas de carbono. No son baratas«, agrega. Jaime siente que salir a entrenar y encontrarse con gestos y conductas poco edificantes entre los conductores »es nuestro pan de cada día«. »Solo quiero que se le dé visibilidad a este suceso y que no pase más. Tanto yo como mis padres pasamos un momento muy malo con aquello«, relata.
Recuerda que existen muchos sistemas de seguridad a la hora de andar en bici y compartir asfalto con el motor. «Llevo un radar Garmin, ropa con detalles reflectantes, ropa fosforita, luz posterior..., pero no sé qué está pasando. Noto más intolerancia entre los conductores y nosotros somos la parte débil de la ecuación. No hace falta más que ver que cuando inician un adelantamiento y los ves venir de frente... es que te ven y les da igual; no cuentas para ellos», relata este ciclista que también dirige a los niños de la Escuela Ciclista Osga en Logroño. Les cuento que hay que ser muy prudentes y que hagan uso de todas las medidas de seguridad«, concluye convendido y aliviado de que aquella inopinada y brutal paliza, de la que afortunadamente no ha tenido secuelas, sirva de lección para todos.
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