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Más de tres semanas después de la explosión en el ático del número 2 de la calle El Cristo de Lardero, diecinueve familias continúan desalojadas de sus viviendas, unas 70 personas en total. Los residentes en los primeros pisos solo pudieron acceder días después 20 minutos a sus hogares para recoger algunas pertenencias; los de las últimas plantas, como los áticos, ni eso. Algunos no han podido recuperar ni su documentación. Se quejan de la desinformación, se enteraron por la prensa de la orden de prisión preventiva de su vecina por estar presuntamente implicada en la explosión. Reclaman poder regresar a sus hogares cuanto antes, si no para vivir de nuevo para recuperar más pertenencias. Y, para colmo, encontrar una vivienda donde reubicarse temporalmente está suponiendo una odisea.
Aynara Arocena, vecina de uno de los áticos junto a su pareja Nahuel, ambos argentinos, cuenta que ha logrado encontrar, no sin mucha dificultad, una nueva casa gracias a su propio casero, pues vivía en Lardero de alquiler. Paradójicamente, la nueva, de VPO, les resulta más cara que la anterior. «Nos costó mucho encontrarla. Y como no teníamos seguro de vivienda, lo tenemos que pagar todo. Pero otros vecinos, incluso teniendo seguro, les está costando lo mismo o más, pagando fianzas, dobles fianzas y todo», lamenta Aynara.
Una dificultad añadida es que los propietarios de las viviendas en alquiler admitan mascotas, y la mayoría de los vecinos tienen perros o gatos, entre otros animales, como peces y roedores. «Todos los vecinos que tienen mascotas están teniendo problemas para encontrar un alquiler que permita tener animales. Incluso hay gente que ha tenido problemas por tener hijos», asegura Aynara Arocena.
Aynara ArocenaVecina de uno de los áticos
Y la incertidumbre es que, a día de hoy, «no sabemos nada, ni cuándo vamos a poder entrar a buscar nuestras cosas, porque tenemos todo allí, así que estamos a la espera», expone Aynara. Su caso es especialmente significativo porque toda su documentación personal permanece en el arrasado ático, la parte del bloque de viviendas más afectada por la detonación. «Solo un guardia civil nos recogió alguna cosa pero nos dijo que no quería tocar nada más porque estaba que se caía y era escenario de una investigación. Ahora mismo tenemos los pasaportes perdidos y conseguir uno nuevo nos puede llevar cinco meses», advierte, y añade que «en todas partes te piden contrato, declaración de la Renta, la documentación física... más que para pedir una hipoteca». Y en cuanto a la ayuda institucional opina claramente que «el IRVI no está ayudando en nada y tienen poca disponibilidad».
Íñigo Aragón | Vecino del segundo piso
Jaime Romero residía junto a la familia de su hija Marlene en el cuarto piso, justo debajo de la explosión. «Los seguros dicen que lo van a cubrir todo, pero del dicho al hecho hay un trecho», expone Jaime, y confirma que «estamos teniendo mucha dificultad para encontrar un alquiler, y mi hija necesita su casa, de momento estamos en la de mi hijo».
Íñigo Aragón, vecino y propietario de una vivienda del segundo piso, pide: «Queremos que alguien nos informe de algo, que nos digan qué está pasando y qué va a pasar, porque vivimos con incertidumbre y queremos volver a recuperar nuestra vida, al menos volver a entrar en nuestra casa porque no sabemos ni los daños que hay en cada una».
Si no poder vivir en su propia casa ya supone un trauma, a ello se añade el problema de encontrar una vivienda temporal en alquiler: «Hay vecinos que todavía no han encontrado piso y los que sí, con dificultades, adelantando dinero». Él, junto a su familia, sí lo ha podido encontrar, y muy cerca, pero con numeroso 'papeleo', y ha percibido ya la indemnización de su aseguradora. «Los seguros nos dicen que nos cubren los gastos, a unos más y a otros menos. En mi caso es un año de alquiler, pero tienes que adelantarlo todo y mostrar el contrato y las facturas, luego te lo pagan. Así todos los meses», explica.
El temor de vecinos como Íñigo es que, teniendo en cuenta que «a unos nos cubre un año el seguro y a otros seis o cuatro meses, como se demore mucho esta situación y el inicio de las obras va a haber gente que se va a quedar en la calle porque vive muy al día y no puede permitirse más gastos». De forma más inmediata, siendo conscientes de que el problema no se resolverá en días, porque han pasado semanas sin apenas avances para ellos, los vecinos reclaman poder regresar a sus hogares para recoger más enseres. «Yo, en 20 minutos, sobre todo recogí cosas de mis hijos y de mi mujer, que está preparando oposiciones. No da tiempo a mucho más», expone Íñigo.
Al finalizar este reportaje, otra vecina ruega a modo de despedida, como si en realidad se dirigiera a las instituciones: «No os olvidéis de nosotros, por favor».
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