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Basta con darse una vuelta por la calle San Antón de Logroño para comprobar que son varios los locales que tendrán que modificar sus sistemas de acceso –si quieren seguir utilizando el aire acondicionado– tras la entrada en vigor del plan de ahorro energético. Zara Home, Primor, Mango, Perfumes Julia... Ninguno de estos establecimientos dispone de una puerta de entrada desde la calle, ni manual ni automática, por lo que deberán buscar el modo de instalar un sistema automatizado para evitar el despilfarro energético, con la fuerte inversión que conlleva.
La situación en plena Gran Vía tampoco es baladí. Primadonna Collection, La casa de las carcasas, Flying Tiger, Misako, Druni, Punto Roma... Son varios los comercios afectados. «Sabemos que tenemos que poner una puerta, pero no cómo ni de qué manera, porque por la arquitectura de la tienda, en la que tengo un muro y un escaparate, no entra una puerta corredera», clamaba una empleada de la firma italiana Primadonna Collection. En su caso, todavía desconoce cómo podrá resolver este contratiempo porque «dependo de las directrices que se marquen desde Italia y todo el mundo está de vacaciones».
El tiempo apremia y el plazo va –como el resto de edificios y locales con acceso desde la calle– hasta el 30 de septiembre. «Lo voy a tener difícil, porque todavía falta por concretar cómo podemos plantear la puerta, todo el mundo está fuera y nos dan poco margen de maniobra», decía preocupada. «Después de la que nos ha caído durante estos dos años de pandemia y que han subido los precios, ahora tenemos que poner una puerta... A este paso vamos a tener que cerrar todos; no hay más que zancadillas», denunciaba esta trabajadora a la vez que criticaba el periodo de vigencia de la norma. «Supondrá un gran gasto para las empresas, como para que encima tan solo dure año», sentenciaba molesta.
Su preocupación, que resultó ser la tónica general de los empleados, no es para menos, ya que este sistema requiere de un gran desembolso económico. «Nos dicen que tendremos que poner una puerta, como si fuese tan fácil. Habrá que ver cuánto cuesta y cómo podemos ponerla», criticaba una empleada de la firma Punto Roma.
Existen demasiadas dudas... y poca información al respecto. El texto del Real Decreto tan solo hace referencia a que estos establecimientos podrán implementar «un sencillo brazo de cierre automático de puertas». Pero ni resulta tan económico ni es tan cómodo como la puerta corredera. «Es un sistema invasivo, que puede pillar desprevenidos a los clientes que no son asiduos a una tienda, porque la puerta se abate y, si estás dentro te sorprende, porque va hacia ti», explica Miguel Ángel Marín, responsable de Talleres Marín. Por eso, para que este sistema funcione «correctamente», es decir, que cumpla con el objetivo de que la puerta esté la mayor parte del tiempo cerrada, «y no cause nunca ningún accidente, tiene que estar dotado de todos los elementos de seguridad». De ahí, argumenta Marín, que su precio ronde los 2.500 euros. «No está regalado ni resulta tan económico porque tiene que llevar un montón de elementos de seguridad, sobre todo en las tiendas, en las que hace falta poner sensores para no sorprender a aquellos usuarios que entran por primera vez».
Otra opción son las puertas correderas, aunque no todos los comercios pueden habilitar este sistema. No solo por su precio (ronda los 3.500 euros), sino porque requiere que haya cierto espacio en los laterales de los establecimientos. «Es el sistema ideal, tanto por rapidez en el acceso como porque es más fácil de proteger, pero en una tienda que ya esté abierta es más complicado que se pueda poner si tiene un escaparate o un escalón», explica el responsable de Talleres Marín, que ya ha recibido una solicitud específica de un comercio de Haro que precisa cambiar su acceso.
Otro de los talleres especialistas en estos sistemas automatizados, JS Puertas Automáticas, también ha recibido «bastantes» solicitudes de información sobre el desembolso que podría suponer esta inversión. Sobre todo, porque «en función del negocio y del tipo de puerta que requieran los comercios, la inversión va a ser mayor», apunta José Antonio Suárez, gerente de la empresa, que prevé recibir «más solicitudes» según pasen los días «porque la normativa acaba de entrar en vigor».
El problema, apuntan ambos profesionales, es el plazo fijado por el Gobierno para modificar los sistemas de acceso. «Es inviable. Hacer una puerta ya nos complicaría las cosas porque tenemos mucho trabajo y la gente está de vacaciones. Una, dos o tres puertas podremos hacer, pero si hay que adecuar el resto podríamos tardar meses», asegura Marín.
Todo lleva su proceso. «Hay que medir el local, ver si hay que modificar cosas, pedir los materiales... ahora mismo no podríamos hacer las automatizaciones hasta mediados de octubre o noviembre», expone Suárez. Los dos coinciden en que la normativa llega en las «peores fechas», ya que luego llega San Mateo y digerir este proceso «va a costar meses».
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Julio Arrieta, Gonzalo de las Heras (gráficos) e Isabel Toledo (gráficos)
Jon Garay e Isabel Toledo
Daniel de Lucas y Josemi Benítez (Gráficos)
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