![Los pueblos riojanos son para el verano](https://s1.ppllstatics.com/larioja/www/multimedia/201708/23/media/cortadas/villoslada-kacB--624x405@La%20Rioja.jpg)
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REBECA BENÉS/P.G.
Miércoles, 23 de agosto 2017, 19:51
El frío y largo invierno parece dejar aletargados a muchos pequeños municipios riojanos, casi vacíos y sumidos en la rutina. No obstante, cuando el calor y las vacaciones llegan a las calles de estos lugares, cada rincón se inunda de vida. Cantidad de gente y actividades los llenan de alegría y movimiento, lo que se convierte en la norma durante, principalmente, el mes de agosto. Los pueblos, pese a quien le pese, parecen estar destinados a ser para el verano. En Viniegra de Abajo, amanece con el fresco serrano pero sus habitantes no tardan en ponerse en marcha. Al llegar aparecen casi cuarenta personas que llenan la entrada del pueblo con aplausos y gritos de ánimo para aquellos que han decidido unirse a una excursión en bicicleta recorriendo las sinuosas carreteras de la sierra riojana. Los valientes comienzan su andadura pero Viniegra no se vacía. «Estamos a tope de gente», explica Pilar, una mujer que siempre que puede vuelve al lugar donde nació. «Aquí hay muchas actividades en verano, las noches que hay pincho-pote no hay ni un sitio», cuenta.
Esperando a que llegue la furgoneta con el pan artesanal hay otro grupo de mujeres, quienes comentan que llevan una hora a la espera del panadero. «¡Algo le habrá pasado!», intuyen y, entre risas, admiten que «en Logroño ya nos habríamos ido, pero aquí no nos importa esperar, llevamos otro ritmo de vida». Sin embargo, aunque parece difícil encontrar a algún lugareño entre tanto veraneante, a la sombra y con la cachaba descansa uno agradecido por el cambio de escenario. «Nos encanta que el pueblo se anime así, y aunque a veces hay problemas de aparcamiento por tantos coches, estamos felices de ver nuestras tierras tan pobladas», reflexiona.
Al cambiar de valle, en Villoslada de Cameros, el panorama es similar. Varias personas charlan tranquilamente junto al cauce del Iregua. La localidad cuenta con cinco casas rurales y una posada, lo que da la medida del interés que despierta en muchos turistas. « Sobre todo de Levante y Madrid», comenta uno de los regentes de estos alojamientos que añade que les gusta venir a encontrarse con la naturaleza. «Es un sitio donde el aire no está contaminado y estamos en medio de un paisaje precioso», razona.
Los niños juegan por las calles sin miedo de que ocurra nada y, las amistades que se forjan durante el verano permanecen año tras año. «Solamente nos vemos cuando coincidimos en el pueblo», cuentan dos amigas, «pero nos da igual porque nos lo pasamos muy bien juntas».
A unos kilómetros se encuentra Torrecilla en Cameros, donde el vermut es una cita imprescindible para aquellos que quieren mimetizarse con la vida rural. Según explica un hombre que vive la mitad del año allí, «este pueblo en verano está completamente lleno, muchas veces no hay sitio ni en las barras de los bares para pedir». La cercanía a la capital favorece que «en invierno los fines de semana también vengan familias, aunque el resto de días esto se vacía, da pena verlo», reconoce. Como él, una vecina añade que «nos gustaría que esto fuese así todo el año, claro que hay más colas en el centro de salud o problemas para aparcar, pero esta alegría lo compensa todo». Todos entienden que los servicios que puedes encontrar en las ciudades hace que sea más fácil vivir en ellas. Aún así, mientras el verano dure, lugareños y visitantes seguirán disfrutando juntos.
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