Lo que pudo haber sido
La crónica ·
«En el fuego de lo que fue/ arde lo que será» Louis AragonLa crónica ·
«En el fuego de lo que fue/ arde lo que será» Louis AragonHace un año, el PSOE de La Rioja paladeaba el sabor de lo inesperado, mientras contenía la respiración: se acercaba la hora de visitar las urnas en aquel 26 de mayo sellado en mármol en Martínez Zaporta, puesto que ese día se abrieron las puertas ... del Palacete. Un acontecimiento histórico para esas siglas. Quedaba clausurado el largo reinado del PP, un cuarto de siglo durante el cual nació la región en su fisonomía actual, con un alto número de competencias traspasadas, una Administración ensanchada a la altura de semejante nivel de atribuciones y una manera de gobernar que los socialistas prometían mejorar: frente al autoritarismo de la derecha, donde detectaban demasiado alcanfor, ofrecían modernidad y transversalidad. Cuando esa noche de éxtasis se subieron al estrado plantado frente a su sede los principales dirigentes del PSOE, vitoreados por una concurrencia que no se creía lo que sus ojos veían, escoltando a la virtual presidenta compartía protagonismo quien desde la sombra había resultado decisivo para obrar el prodigio. Francisco Ocón. Artífice de la estrategia electoral triunfante y arquitecto de los pactos que durante el largo verano que se avecinaba darían a su partido la cuota de poder con que el socialismo riojano fantaseaba sólo en sus sueños más húmedos.
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Ocón y Andreu habían formado un equipo que, auspiciado desde bambalinas por José Ignacio Pérez y César Luena, concitaba evidentes dosis de envidia en sus rivales políticos, el PP señaladamente. Porque el tándem funcionaba bien, dando cada cual pedaladas en la dirección correcta. Andreu, proyectando su figura hacia el Gobierno, reservándose tanto en el Parlamento como en las comparecencias ante la prensa y agrandando su estatus en Ferraz, a la vera del todopoderoso Pedro Sánchez; Ocón, encargado de la fontanería orgánica y de la carpintería parlamentaria, siempre un par de pasos por detrás de su jefa. Una extraña pareja, en la estirpe de otras muy caras al socialismo (González-Guerra, Pérez-Sanjuán): personalidades complementarias por opuestas. Frente al carácter desenvuelto de la hoy presidenta, el talante reservado de su actual consejero. Un hombre de partido, que fiel a cuanto dicta la ortodoxia política, concedió amplio margen a Andreu para configurar su equipo a su estilo, tanto el Consejo de Gobierno como su círculo más cercano. Hoy, Ocón tal vez se arrepienta: Andreu, a los ojos del sanedrín socialista, ha ido demasiado lejos en su heterodoxia.
Como algunos de los actores de este larguísimo año de actividad política reconoce en privado, el lado más débil del engranaje que Andreu construyó en el Palacete podía romperse si renunciaba a engrasar la relación con Martínez Zaporta a través de Ocón y dejaba de fluir la química entre el consejero (y secretario general) y el entorno más íntimo de la presidenta. En efecto: por ahí se ha ido enrareciendo la convivencia, antesala de un deteriorado clima interno que amenaza a los protagonistas de esta historia en medio de una muy delicada coyuntura, mientras aquellos afiliados que les aplaudían hace un año se preguntan por lo de siempre: por lo que pudo haber sido. Por ejemplo, lo que pudo haber sido la gestión de la crisis del coronavirus sin que chirriaran tanto los goznes entre partido y Gobierno. O entre las distintas almas del Gobierno que en él conviven. Es un inútil ejercicio de melancolía: el artista austriaco Egon Schiele pintó el cuadro que ilustra estas líneas cuando su pareja quedó embarazada. Imaginaba en su lienzo lo que sería su mañana, un feliz porvenir que jamás existió: la gripe española se llevó por delante todos sus sueños. Ella falleció antes de dar a luz y Schiele, poco después. Su retrato de lo que pudo haber sido encierra una lección de historia (del arte) para el socialismo riojano: anticiparse al futuro resulta tan temerario como abandonarse a la nostalgia por el pasado, un territorio lindante con la postración y la parálisis. Dos males tan peligrosos como aquella gripe y este virus.
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