Próxima parada, la Antártida

Colaboradora de la Comisión Europea en la delegación de investigación e innovación, en donde desarrolla un trabajo más vinculado a la regulación política y científica, reconocía antes de partir su emoción «después de un año de preparativos» y de una formación intensa. Ayer, por fin y en Ushuaia, conoció en persona a las otras 99 científicas con las que ha compartido trabajo virtual: un equipo multidisciplinar en el que también hay estadísticas, médicas, oceanógrafas, químicas que buscarán soluciones globales contra el cambio climático.

Durante todo este tiempo, el programa de formación ha consistido en «reflexionar sobre lo que queremos conseguir en nuestra carrera profesional, qué cosas nos gustaría cambiar y qué podemos aportar al planeta a más largo plazo». Ella lo tiene claro: «Nos tenemos que dar cuenta de que si no hacemos nada para frenar el cambio climático todos nos veremos afectados en todos los aspectos de nuestra vida. Aún estamos a tiempo para hacer algo, pero si no lo hacemos ya, quizá sea demasiado tarde», defiende.

Con un currículum demasiado extenso para su corta edad, García, doctora en Inmunología, explicaba al inicio del camino hacia la Antártida que uno de los retos globales que afrontar es el de la negación de la ciencia por parte de la sociedad y la necesidad de que los científicos se erijan en portavoces de sus logros: «Nosotros tenemos que trasladar a la sociedad las ventajas de la ciencia, que tienen que confiar en los científicos», defendía. «Poco a poco se avanza, pero aún queda mucho trabajo por hacer», explica ahora asegurando que «iniciativas como Homeward Bound, con gran impacto, ayudan mucho a la ciencia y a que se tomen decisiones con evidencia científica. En todo caso, queda mucho por hacer», lamenta.

Lo que le espera por delante no es un viaje de placer. En su estancia en la Antártida 'disfrutará' de temperaturas de entre -10 y -20 grados. Nada que la ropa técnica no le ayude a sobrellevar, espera. «La preparación es más mental que física. Vamos a estar tres semanas aisladas del mundo, sin conexión a Internet y eso también requiere cierta preparación».

Con un programa de viaje condicionado por la meteorología, tienen previsto visitar las bases científicas de Estados Unidos, China, Ucrania, Chile y Argentina. «Allí podremos conocer qué es lo que están viendo y estudiando los científicos con sus propios ojos para, después, poder transmitir a todo el mundo que el cambio climático es real y que sus impacto es evidente».