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No hay lugar para el optimismo. Al menos así ven el futuro del sector los productores de remolacha azucarera y más tras la última propuesta de la industria Azucarera «con unas condiciones comerciales en las que entendemos que el agricultor incurriría en pérdidas», señala ... el secretario general de ARAG-Asaja, Igor Fonseca. Los productores temen por la continuidad del cultivo que se encontraría en la cuerda floja, con precios por debajo de los costes de producción.
Existe, en palabras de Fonseca, «un tremendo pesimismo entre los productores, pensamos que puede darse el riesgo de que nuestros agricultores no vuelvan a sembrar remolacha en la campaña siguiente». Las consecuencias de tal decisión «serían fatales» porque el de la remolacha no es un cultivo como el de la patata o el de la zanahoria que se puede sembrar un año y otro no, en función del mercado. En el caso de la remolacha azucarera, «si dejas de sembrar un año faltaría suministro a la fábrica que se vería obligada a cerrar las puertas y ya no se podría sembrar al año siguiente», indica.
La solución a la situación por la que atraviesa el sector, a su juicio, tampoco pasa porque la administración se haga cargo de completar la oferta comercial de la industria con ayudas, como ocurre en La Rioja. En esta región, el Gobierno fijó el pasado mes de julio una ayuda de hasta 500 euros por hectárea en la remolacha. «Entenderíamos justo que ante una bajada de seis euros se repartiese el esfuerzo de forma equitativa entre las tres patas, administración, industria y productores, sería la forma más garantista de dar continuidad al sector», subraya.
De acuerdo con sus datos, en la presente campaña que está a punto de comenzar, La Rioja ha sufrido una considerable merma tanto de superficie como de productores. En concreto, ha sido del 40% en el primer caso y del 30% en el segundo.
¿Por qué se ha producido esta caída? Las causas, según explica Fonseca, son varias, pero influyó sobre todo el anuncio de Azucarera del «incumplimiento del acuerdo marco por el cual de 'motu propio' y sin negociar con nadie bajó el precio base garantizado en seis euros por tonelada».
A esto se sumaron otra serie de cuestiones, como una enfermedad grave de la remolacha, la llamada cercospora, un hongo que merma la producción, con lo cual, el rendimiento medio obtenido la temporada pasada fue mucho más bajo que el de los últimos años. También se notó la restricción inicial al uso de los neonicotinoides, un insectidicida que se aplica junto a la semilla y, por tanto, con un riesgo de contaminación muy leve, que fue autorizado 'in extremis' para La Rioja y con algunas condiciones de empleo. Todo esto «conllevó el desánimo entre los productores».
En La Rioja, el sector, según detalla Fonseca, está muy profesionalizado y ha hecho muchos esfuerzos desde el punto de vista de la inversión en maquinaria, regadío e incluso en formación para reducir el uso de insumos. Todo estos esfuerzos se han traducido en que La Rioja sea la primera región del mundo en rendimiento medio por hectárea, superando las 100 toneladas por hectárea, «como esperamos que sea este (año)».
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