María Jesús Chinchetru | Endocrinóloga

«El problema es que la obesidad se ha contemplado como una cuestión estética»

Los riesgos, evidentes y demostrados por la medicina y la ciencia. «Es evidente que el paciente que tiene obesidad está menos sano y, de hecho, hay estudios que acreditan que esa enfermedad también reduce la esperanza de vida incluso en diez años», asevera la especialista, que alerta de que «casi todas las enfermedades empeoran cuando un paciente tiene sobrepeso u obesidad, lo que sobre todo está demostrado en las enfermedades cardiovasculares, hipertensión, diabetes, colesterol y también en algunos tipos de cáncer. También otras enfermedades como pueden ser mecánicas y todo lo que tiene que ver con el tema articular, como la artrosis, además de las enfermedades respiratorias, que, con una mayor peso, hay un empeoramiento de la sintomatología y del cuadro clínico. Sin olvidar el problema de salud mental que conlleva la obesidad, por esa insatisfacción del paciente, que es el principal protagonista de tratamientos muy largos, y que suele sentir culpabilidad y mucha carga emocional».

Pese a todo, la doctora Chinchetru se muestra firme a la hora de defender que «no hay que culpabilizar al paciente que es lo que se hace siempre y es un error muy grande». En este sentido, recuerda que «la obesidad es una enfermedad que se produce por muchísimas causas y que, además, es heterogénea y por ello el abordaje es también muy complicado. Se ha simplificado mucho y se ha dicho que un paciente era obeso porque comía además o porque no gastaba, cuando lo cierto es que hay muchísimos factores, incluso algunos desde el vientre de la madre, que inciden en que una persona sea obesa y vaya a tener un exceso de grasa corporal, porque la genética cuenta mucho, junto a otros muchos factores que están ahora en estudio».

Tras aconsejar que los pacientes se pongan en manos de profesionales para que les valoren bien, porque el abordaje debe ser multidisciplinar e individualizado, la endocrinóloga achaca el empeoramiento de la situación al modo de vida actual. «El problema principal es el sedentarismo, no hacemos ejercicio o actividad física, y esto también se refleja mucho en los niños, porque si los padres no lo hacen ellos tampoco, cuando los menores deben moverse por lo menos una hora al día», asegura, para añadir que «nuestro modo de vida influye también en la alimentación, ya que no dedicamos tanto tiempo a ir al mercado a comprar frutas y verduras y aumenta el consumo de productos que hacen que engordemos».

Por ello, junto a la actividad física adecuada a cada edad, la especialista recuerda la importancia de una alimentación sana, en la que, advierte, «no pueden faltar la fruta y la verdura, de hecho casi la mitad de lo que comemos a lo largo del día debería ser fruta y verdura. Además hay que ingerir alimentos con baja densidad calórica, pero con muchos nutrientes, como legumbres, pescado, huevos e, incluso, carnes rojas con moderación».

También resalta que, «pese a que ahora se tiene mucha manía a los hidratos de carbono, hay que consumir, también con moderación, pan, pasta, arroz y patata, pero adaptado a las necesidades energéticas de cada persona».

Defensora del uso del aceite de oliva virgen extra, aboga por excluir de la alimentación «los procesados y, por supuesto, los alimentos que tengan mucha grasa pero que no aporten nutrientes, como una cantidad exagerada de dulces, embutidos o cocinar con un exceso de grasas o rebozado».